El flujo de armas de los últimos 50 años hacia el Cuerno de Africa y sus alrededores alimentó guerras y multiplicó el sufrimiento de la población de esa zona, advirtió el grupo Human Rights Watch.
Human Rights Watch, con sede en Estados Unidos, señaló en un informe que la acumulación de armas agudizó la guerra civil en Sudán y favoreció el surgimiento de movimientos insurgentes en los vecinos Uganda, Eritrea y Etiopía.
"La transferencia de armas al gobierno sudanés y al rebelde Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA), dos bandos que violan los derechos humanos, intensificó conflictos en ese país y en estados vecinos, con consecuencias negativas para la población civil", se observó en el informe.
Los autores del documento, que se titula "Sudán: Tráfico local, impacto local. La transferencia de armas a todos los bandos de la guerra civil en Sudán", acusaron a Sudáfrica, Irán, Iraq, Malasia y China de proveer armamento a las partes beligerantes en Sudán, el país más grande de Africa.
Sólo la Unión Europea ha prohibido, desde marzo de 1994, la exportación de armas, municiones y equipamiento militar a Sudán.
"Desde el punto de vista moral es insostenible que ciertos países aún concedan apoyo militar a fuerzas que cometen graves violaciones de los derechos humanos y de las leyes de la guerra", advirtió Human Rights Watch.
Más de un millón de personas murieron y no menos de tres millones fueron desplazados por la guerra civil en Sudán, que se inició en 1983.
El SPLA lucha por la autodeterminación del sur, habitado por cristianos y animistas, que conforman 40 por ciento de los 30 millones de habitantes del país. Por su parte, el gobierno ha impuesto la legislación islámica.
Dirigentes de la Operación Salvavidas Sudán de la Organización de las Naciones Unidas, bajo la cual actúan una serie de agencias de socorro en el devastado sur, denunciaron que los dos bandos en guerra interrumpen los programas de ayuda y desvían los alimentos destinados a la hambrienta población.
Al menos 100 personas mueren por día en la región sureña de Bahr el Ghazal debido a enfermedades relacionadas con la inanición, y la sequía empeoró la situación.
Los esfuerzos diplomáticos para poner fin al conflicto en Sudán han sido lentos y estériles.
El gobierno y los rebeldes acordaron en agosto, en conversaciones de paz celebradas en Etiopía, realizar un referéndum de autodeterminación en el sur. Pero obstáculos puestos por ambos bandos impidieron el cese del fuego.
La guerra tiene un alto costo para Sudán, que en 1995 aumentó 44 por ciento su compra de armas y tiene uno de los arsenales más grandes del mundo.
El SPLA afirma que el régimen fundamentalista exporta las reservas de petróleo de la disputada zona sureña para financiar sus compras de equipamiento bélico.
También asegura que obtuvo sus tanques y vehículos blindados arrebatándolos al ejército gubernamental. Sin embargo, Human Rights Watch afirmó que los insurgentes adquirieron esos pertrechos en Etiopía en los años 80 y en el mercado internacional en los 90.
Según el informe, el SPLA autorizó en principio a un equipo de Human Rights Watch a tomar fotografías de sus armas, para demostrar que las mismas habían pertenecido al gobierno. Pero una vez en los campamentos sólo se les permitió verlas, y no a fotografiarlas.
Mientras, Uganda, Etiopía y Eritrea, que también fueron escenario de guerras civiles, tienen a su disposición armas de la época de la guerra fría procedentes de Estados Unidos, Israel, Corea del Norte, la ex Unión Soviética y Europa occidental.
La Unión Soviética entregó entre 1977 y 1990 a Etiopía, vecino al este de Sudán, armamento pesado por 12.000 millones de dólares y gran cantidad de armas livianas.
"En los últimos años, Uganda, Etiopía y Eritrea recibieron apoyo militar y político de Estados Unidos, país que impuso unilateralmente sanciones económicas y militares a Sudán", destacó Human Rights Watch en su estudio.
Uganda, que aumentó su presupuesto militar de 81 millones de dólares en 1994 a 131 millones en 1996, acusó a Sudán de alojar y armar al Ejército de Resistencia del Señor, un grupo que se enfrenta al gobierno de Yoweri Museveni en el norte del país. El régimen sudanés desmintió la denuncia. (FIN/IPS/tra-en/ja/di- ff/ip/98