SUDAN: Rebeldes atribuyen fracaso de negociaciones al gobierno

El insurgente Ejército de Liberación Popular de Sudán (ELPS) atribuyó al régimen fundamentalista islámico de Jartum el fracaso de las negociaciones de paz suspendidas el jueves en la capital de Etiopía.

"La verdadera intención del régimen fundamentalista de Sudán no es buscar una solución pacífica al conflicto, sino hacer tiempo para renovar sus armamentos y sus soldados", acusó el representante del ELPS, Barnaba Benjamin.

Benjamin dijo el jueves a IPS que las negociaciones iniciadas el lunes fracasaron por la controvertida cuestión de qué zona del sur de Sudán estará incluida en el referéndum que podría decidir la autodeterminación de esa parte del país.

La población del sur profesa religiones cristianas y tradicionales de Africa, a diferencia del resto del país, que es mayoritariamente musulmán.

Benjamin, representante del ELPS en la región austral de Africa, dijo que Jartum debe separar la religión del Estado, que es la principal fuente de conflicto en el país, y adoptar una democracia multipartidaria si quiere mantener la unidad de Sudán.

La idea de la autodeterminación para el sur no musulmán se acordó en mayo en las negociaciones de paz celebradas en Nairobi. Benjamin puntualizó que la fecha del referéndum no se había fijado en las conversaciones.

"No se puede confiar que Jartum cumpla con su palabra, ya que renegó de acuerdos anteriores", sostuvo.

El ELPS sugirió un período interino de no menos de dos años para establecer en el sur un sistema confederado de administración.

En este lapso se respetará una tregua bajo supervisión internacional para permitir que más de tres millones de refugiados y personas desplazadas vuelvan a sus hogares y participen en el referéndum, explicó Benjamin.

El portavoz del ELPS, Pagan Amum, dijo el jueves a la prensa de Adis Abeba que las negociaciones terminaron sin acuerdo "en todos los puntos".

El gobierno y los rebeldes decidieron reunirse nuevamente dentro de seis meses, en Nairobi, con el apoyo de la Autoridad Intergubernamental del Desarrollo (IGAD), explicó.

La IGAD, que reúne a Djibouti, Eritrea, Etiopía, Kenia, Somalia, Sudán y Uganda, promueve la paz en la volátil región desde su creación en 1986.

El tema más candente en las negociaciones de paz es la disputa por las montañas Nuba, la región austral del Nilo Azul y Abyei, una zona mayormente habitada por el grupo étnico dinka que fuera anexada al norte de Sudán en 1956 por decisión del gobierno colonial británico.

El ELPS aduce que la zona de Abyei es parte del sur de Sudán y que se debe permitir la participación de su población en el referéndum propuesto. Pero el gobierno dejó en claro que no negociará el estatuto de Abyei.

Abyei y otras zonas similares no se encuentran dentro de las cuestiones a negociar, señaló Augustino Aremo, destacado político del sur y partidario de Jartum, al semanario estatal Sudan Standard Weekly.

"Estamos negociando con los rebeldes sobre la base de la frontera de 1956, así que la cuestión de lugares como Abyei, el sur del Nilo Azul y el sur de Kordofan no será sometida a negociación por el momento", dijo.

"La comunidad internacional impuso a la población austral la idea de la autodeterminación para el sur de Sudán", dijo Aremo a IPS, y manifestó su esperanza en que los sureños voten por la unidad del país.

La integración entre el norte y el sur acelerará el proceso de desarrollo del sur empobrecido, al que definió como "la zona más rica del país".

La región del Alto Nilo, fronteriza con el norte de Sudán, contiene yacimientos de petróleo y es escenario de feroces combates entre el ELPS y el ejército.

Las negociaciones de paz tuvieron lugar en el contexto de la hambruna del sur, que según organizaciones humanitarias está directamente relacionada con la guerra civil iniciada en mayo de 1983.

Los organismos de ayuda aseguran que el hambre amenaza a más de 2,6 millones de personas y acusan a las fuerzas combatientes de obstaculizar su labor.

Pero el representante del ELPS en Kenia, Justine Yac, dijo que las organizaciones humanitarias utilizan al movimiento insurgente como chivo expiatorio para encubrir la corrupción en sus instituciones.

"La Operación Salvavidas de Sudán, de la Organización de las Naciones Unidas, mantiene a un grupo extenso y caro de burócratas extranjeros y personal no esencial", afirmó. (FIN/IPS/tra-en/ja/mn/aq-ml/ip/98

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