El bombardeo de una "fábrica de medicamentos" de Sudán por aviones estadounidenses exacerbará la crisis de salud de este país del noreste africano, advirtió hoy el presidente Omar Hassan al Bashir.
"Sudán ya padece problemas como el embargo impuesto por Estados Unidos, la guerra civil y las malas cosechas. Por lo tanto, le será difícil importar drogas tras el bombardeo estadounidense", dijo Al Bashir en una conferencia de prensa en Jartum, a la que asistieron más de 80 periodistas nacionales y extranjeros.
El jueves 20, Estados Unidos atacó supuestos objetivos terroristas en Afganistán y Sudán en busca de neutralizar a la red responsable por la voladura de sus embajadas en Kenia y Tanzania.
La fuerza aérea estadounidense bombardeó siete bases "terroristas" en Afganistán y "una fábrica de armas químicas" en Sudán, informó el presidente Bill Clinton.
Pero Sudán aseguró inmediatamente que el blanco destruido en su territorio no era una planta de armas químicas, sino un laboratorio farmacéutico, y ahora advierte que las consecuencias sanitarias serán gravísimas.
Sudán, con una deuda externa superior a 10.000 millones de dólares, está inmersa en una costosa guerra civil entre el gobierno fundamentalista islámico y la minoría cristiana del sur.
Según el coronel John Garang, líder del rebelde Ejército de Liberación Popular de Sudán (ELPS), el gobierno gasta al menos cinco millones de dólares al día para financiar la guerra en el sur, que estalló en mayo de 1983.
Ghazi Suleiman, asesor legal de El Shifa (la supuesta fábrica de medicamentos), declaró este lunes que, antes del bombardeo, el laboratorio producía 60 por ciento de los medicamentos utilizados en Sudán.
"Los ataques aéreos de Estados Unidos causaron un gran daño a nuestra industria farmacéutica", dijo Al Bashir.
El bombardeo se produjo en medio de una grave crisis sanitaria en Sudán, causada por la hambruna. Por ejemplo, hay 2,4 millones de personas en riesgo de morir de hambre en el sur, y 2,6 millones en todo el país (casi 10 por ciento de los 27 millones de habitantes), según el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
El número no incluye las 100.000 personas en riesgo en la zona de las montañas Nuba controladas por el EPLS, en el norte. "La situación es alarmante en el sur, donde la tasa de desnutrición aumentó a 60 por ciento", advirtió el PMA.
Los medicamentos para el tratamiento de los desnutridos procedían principalmente de la fábrica atacada, la mayor de Medio Oriente, según una declaración emitida por El Shifa.
De acuerdo con Suleiman, el laboratorio producía antibióticos y fármacos contra la malaria, hipertensión, diabetes, úlcera, tuberculosis y reumatismo, con componentes importados de Estados Unidos, Suecia, Italia, Suiza, Alemania, India y Tailandia.
"El Shifa no fabricaba armas químicas, como sostiene Estados Unidos", aseguró Al Bashir.
Su afirmación fue respaldada por un ingeniero británico que construyó la planta. "La conozco muy bien y no se presta para la fabricación de armas químicas", declaró Tom Carnaffin, quien trabajó como administrador técnico de la fábrica entre 1992 y 1996, al semanario británico The Observer.
"A menos que haya habido cambios radicales en los últimos meses, el laboratorio no puede estar equipado como para fabricar armas químicas", sostuvo.
La Organización de las Naciones Unidas se disponía a considerar este lunes el pedido de Sudán de que inspectores internacionales visiten el lugar del ataque. Al Bashir exigió además que Estados Unidos se disculpe públicamente por el bombardeo.
Si Washington se rehúsa, advirtió, el gobierno de Sudán llevará el caso ante la Corte Internacional de Justicia y la Liga Arabe.
"Exigiremos compensación por la destrucción de la fábrica y por los trabajadores muertos en el ataque", anunció, pero se rehusó a dar cifras.
Informes sin confirmar sostienen que "varios" trabajadores de la fábrica murieron y que unos 300 obreros y técnicos del turno nocturno continúan desaparecidos. (FIN/IPS/tra-en/nb/mn/ml/ip-he/98