La caza del dólar continuó hoy en Rusia, y los moscovitas, si lo encuentran, lo compran por lo que puedan pagar, hasta 12 rublos por cada uno aunque la cotización oficial es de 7,86.
Ciudadanos en toda Rusia intentan convertir sus rublos en dólares antes de que la inflación acabe con la moneda rusa, si bien el Banco Central suspendió este jueves por segunda vez las operaciones cambiarias.
Pero los bancos se aferran a los pocos dólares que puedan obtener. Incluso los rublos son difíciles de encontrar mientras los bancos intentan convertir sus fondos en el Banco Central.
El valor real del rublo es difícil de estimar. El Banco Central fijó el valor del dólar en 7,86 rublos el martes, pero si las operaciones de cambio no se hubieran suspendido en el Cambio Interbancario de Moscú, la cotización pudo haber alcanzado los 14,17 rublos.
Los rusos con cuentas en dólares recibieron formularios para llenar y se les dijo que regresaran la semana próxima por su dinero, aunque se les advirtió que en en ese momento no podrían retirar más de 1.000 dólares.
Los cajeros automáticos dejaron de funcionar y la mayoría de las tiendas se niegan a aceptar tarjetas de crédito emitidas por bancos rusos.
"Antes de la crisis importamos mercaderías por unos 800.000 rublos a seis rublos por dólar. Ahora el rublo se cotiza a entre 12 y 14 dólares. Estamos atrapados", dijo Andrei, gerente de una pequeña empresa que importa muebles de ratán desde Indonesia.
Svetlana Sekretareva, gerenta de un centro comercial, pasó el día en el teléfono hablando con sus proveedores, en un intento por fijar precios. "Los abastecedores ahora están desesperados por detener todas las transacciones en rublos para minimizar sus pérdidas", dijo.
Este jueves, muchas tiendas de Moscú permanecieron cerradas mientras sus empleados remarcaban el precio de los productos.
Entre 30 y 40 por ciento de los alimentos en todo el país y 90 por ciento de los productos a la venta en Moscú aumentarían de precio tras la caída del rublo.
Se espera que la caída del rublo provoque el aumento del precio de aproximadamente entre 30 y 40 por ciento de los alimentos en todo el país y 90 por ciento de los productos en venta en Moscú.
Existe temor de que se reitere la hiperinflación ocurrida entre 1992 y 1994 tras la disolución de la Unión Soviética, cuando los precios subieron 4.000 por ciento.
Como la situación ya es conocida, la reacción del pueblo ruso a la crisis es de irritación y no de ira. La gran cantidad que no tiene rublos en el banco o debajo del colchón son casi optimistas.
"No es gran cosa. Ya sobrevivimos al principio de la década", dijo Nikolai Ivanovich, mecánico de mediana edad.
Los más viejos recuerdan cómo después de 1946 Stalin ordenó a los ciudadanos soviéticos entregar parte de sus salarios mensuales para "invertir" en bonos del gobierno, hasta que su sucesor Nikita Kruschov dejó de pagar la deuda en 1956.
Los rumores en Moscú este jueves aseguraban que el presidente Boris Yeltsin ya firmó el decreto que confirma su renuncia y designa al primer ministro Viktor Chernomyrdin como sucesor interino.
El presidente del parlamento, Gennady Seleznyov, afirmó que la "renuncia voluntaria" de Yeltsin sería la mejor forma de salir de la crisis. El parlamento está redactando un proyecto de ley especial que ofrece a los ex presidentes una banca honoraria en la cámara alta durante 10 años, y otros beneficios.
Chernomyrdin, destituido en marzo tras cuatro años como primer ministro, fue designado nuevamente en el cargo el día 22, cuando Yeltsin lo confirmó como su candidato a la sucesión para las elecciones presidenciales del 2000.
"¿Qué había de malo con Chernomyrdin la primera vez? Ahora no hace ninguna diferencia. Todos tendremos que pagar precios más altos", comentó Yuri, un reparador de refrigeradores.
Chernomyrdin, que viajó a Ucrania para reunirse con el director gerente del Fondo Monetario Internacional, Michel Camdessus, reconoció que algunos errores que él cometió en su primer mandato, sobre todo la incapacidad para estructurar los sistemas de deuda y de bonos, causaron los problemas actuales.
Otros adoptan una actitud más pesimista y consideran el nombramiento de Chernomyrdin una victoria de los magnates, los "oligarcas" que dirigen las grandes compañías y las redes financieras nacionales que, afirman, lograron devolver al ex jefe de la industria del gas al cargo de primer ministro.
El ex primer ministro Sergei Kiriyenko se refirió a esa cuestión en una entrevista con el diario Tiempos de Moscú, publicada este jueves, en la que comparó la situación con la crisis de los años 80 en América Latina y la consolidación de las grandes empresas y el capitalismo.
Kiriyenko sostuvo que fue destituido del cargo el día 22 por provocar la ira de los magnates.
Otro destituido junto con Kiriyenko, el ex viceprimer ministro Boris Nemtsov, también culpó a su enemigo, el millonario de los medios de comunicación moscovitas Boris Berezovsky, quien niega participación alguna en el reacomodo del gobierno.
Berezovsky, de 53 años y director de un imperio estimado en 3.000 millones de dólares, también es asesor de Valentin Yumashev, el jefe del Estado mayor de Yeltsin, y está vinculado a la hija de Yeltsin y su asesora de imagen Tatyana Dyachenko.
El respaldo que el poder financiero de Berezovsky brindó a Yeltsin en la campaña de 1996 fue considerado esencial para su reelección.
Ahora el magnate procura que los empresarios rusos apoyen la candidatura de Chernomyrdin como sucesor de Yeltsin a la presidencia en el 2000. (FIN/IPS/tra-en/sb/rj/lp-aq-mj/if/98