RUANDA: Civiles atrapados entre el ejército y los rebeldes

La población civil ya no sabe quién es el enemigo en el norte de Ruanda. Atrapados entre el ejército y los rebeldes, los civiles se encuentran en una situación sin salida mientras ambos bandos los acusan de colaborar con el enemigo.

Informes llegados del norte el fin de semana sostienen que más de 100 personas fueron asesinadas en dos aldeas de la región de Rushashi.

Jean, maestro de oficio, vive en el norte de la prefectura de Runhengeri. "No podía hablar allí, porque cualquiera que es visto hablando con un extranjero, en particular con un periodista, cae inmediatamente bajo sospecha", dijo a IPS.

La presión, explicó, procede de dos lados: de las fuerzas rebeldes, conocidas como milicias Interahamwe, soldados del antiguo régimen o simplemente como "infiltrados", y el ejército, involucrado en una larga guerra de desgaste en el norte.

Ambos bandos aterrorizan a la población civil de Ruhengeri, ya resignada a la perpetuación del conflicto, según Jean.

El maestro se ríe de los informes de prensa sobre grandes victorias del gobierno en el norte. "Los periodistas sólo ven una parte de la realidad", afirmó.

"La situación es mucho más complicada de lo que la gente piensa. Si los rebeldes todavía están quemando minibuses en la calle, difícilmente se puede decir que el gobierno haya ganado", opinó Jean.

El portavoz de un alto funcionario de gobierno señaló que el apoyo civil a los rebeldes está decayendo. "Ultimamente, hemos podido persuadir a la gente de que nos ayude con más facilidad y ya comenzamos a ver los resultados, en particular por la información que nos brindan", sostuvo.

Pero Jean afirma que los rebeldes todavía mantienen un fuerte control sobre la población civil. Su propia comuna, al norte de Ruhengeri, recibe regularmente "visitas" nocturnas de milicianos cuyo mensaje es muy claro: ayúdennos o mueran.

"El grupo que visitó mi casa y otras vecinas estaba formado por unos 50 hombres de 15 a 40 años, algunos vestidos de militares y otros de civiles. Tenían pistolas, machetes y granadas. No hay nada que se pueda hacer contra esa gente", que exige alimentos y otros bienes, relató.

Aunque el gobierno local y los comandantes militares exhortan continuamente a la población a alertarlos ante tales intimidaciones, todos los intentos por dar la alarma se enfrentan con la indiferencia, según Jean.

"Los soldados nos dicen que golpeemos cacerolas u otros objetos para hacerles saber que los Interahamwe están allí, pero cuando lo hacemos, no obtenemos respuesta. Los soldados nunca vienen de noche, sólo de día, y cuando vienen nos acusan de colaborar con el enemigo", explicó.

Las declaraciones de Jean sobre la respuesta militar a la actividad rebelde coinciden con las de Amnistía Internacional y otras organizaciones de derechos humanos, que denunciaron el costo para los civiles ruandeses de las operaciones de contrainsurgencia.

Los soldados del gobierno "nunca escuchan; simplemente acusan a los hombres de mirada más dura de ser colaboracionistas y se los llevan. Sabemos que nunca más volveremos a verlos. Si alguien va a preguntar por ellos, también cae bajo sospecha de ser colaboracionista", dijo Jean.

En otras partes de Ruanda también se documentaron denuncias de excesos del Ejército Patriótico Ruandés (EPR). Según fuentes independientes de la prefectura de Byumba, en el noreste del país, decenas de personas desaparecieron en los últimos meses tras ser detenidas por soldados.

"Es muy fácil ser identificado como un colaborador de los Interahamwe", dijo un residente de Byumba. "Muchas personas desaparecen por la noche. A veces son los Interahamwe que se los llevan; a veces el gobierno. Cuando son los rebeldes, se sabe, pero cuando es el EPR, nadie abre la boca", declaró.

La misma fuente afirmó que 48 personas fueron detenidas en julio por las autoridades en Kinyami, 10 kilómetros al sur de Byumba, mientras otras 20 desaparecieron tras una redada en la localidad vecina de Cyumba.

El prefecto de Byumba, Deogracias Kayumbe, negó cualquier desaparición y aseguró que todas las detenciones están cuidadosamente documentadas.

"Aquí no tenemos problemas de inseguridad ni de sospecha", dijo, y agregó que las autoridades siempre ofrecen una explicación por la detención de un sospechoso. (FIN/IPS/tra- en/cs/pm/ml/ip-hd/98

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