El comandante Jean-Pierre Ondakane del movimiento insurgente en República Democrática de Congo (RDC) aseguró que sus tropas estarán en Kinshasa en cuestión de días, mientras según informaciones los rebeldes tomaron la ciudad de Matadi, a unos 250 kilómetros de la capital.
"Esta vez queremos una guerra corta. No pediré a mis muchachos que hagan todo el camino desde Goma otra vez", dijo Ondakane en la localidad de Goma, unos 1.500 kilómetros al este de Kinshasa.
El presidente de RDC (ex Zaire), Laurent Kabila, regresó a la capital tras una reunión con los presidentes de Namibia y Angola en la que, según informaciones, pidió respaldo militar para detener el avance rebelde.
Los ministros de Defensa de Angola, RDC, Namibia y Zimbabwe se reunieron este lunes en la capital de Harare para discutir la situación en RDC y la región de Africa austral.
Los insurgentes en RDC están poco dispuestos a hablar sobre sus líderes y la futura estrategia política. Pero Ondakane se identificó como jefe de las operaciones, comandante de la 10 Brigada en la región este de Kivu, quien abandonó a Kabila para ponerse al frente de un ejército de 50.000 hombres.
Los medios se refieren a la insurgencia en Congo como "liderada por tutsis", asumiendo que sus soldados son banyamulengues, tutsis congoleños que iniciaron la lucha contra el dictador del ex Zaire Mobutu Sese Seko en 1996, y que tienen respaldo de Ruanda.
A las fuerzas tutsis congoleñas se sumó Kabila, y el alzamiento logró desplazar en 1997 al fallecido Mobutu, quien gobernó durante 32 años.
Pero Ondakane niega la conexión ruandesa y habla de un movimiento nacional, motivado por el rechazo hacia Kabila. "Tenemos a todos con nosotros, a los soldados del viejo ejército de Mobutu, a katangueses, banyamulengues, combatientes de Kabila, los mai-mai".
Durante el fin de semana, los insurgentes, conocidos como Movimiento Congoleño para la Democracia (RCD), dieron a conocer a sus líderes interinos, pertenecientes a varios grupos étnicos en RDC.
Como seguidor original de Kabila, Ondakane dijo que su lealtad terminó cuando crecieron las evidencias de que Kabila seguía un régimen cada vez más dictatorial. "No se puede saber cómo será alguien. Nose puede mirar en su corazón. Pero luego nos dimos cuenta de que Kabila sería peor que Mobutu", dijo.
Ondakane acusó a Kabila de nepotismo y corrupción, y destacó que la dirigencia militar no tiene interés en el poder por sí misma. La meta es deplazar a Kabila, sostuvo.
Tras la caída de Kabila, Ondakane sugirió una conferencia nacional de políticos congoleños para elegir a un presidente interino. "No queremos que alguien simplemente se apropie de este movimiento y lo trate como propiedad privada", dijo.
Ondanake confirmó el ataque contra el palacio presidencial en Kinshasa el 1 y 2 de agosto, pero dijo que los insurgentes querían derribar a Kabila, no asesinarlo. Luego, la resistencia del ejército fue inexistente en Kivu, al noreste, y mínima en otras partes, aseguró el líder insurgente.
Los simpatizantes civiles de la rebelión hablan animadamente sobre cómo evitar los errores de 1996 y la emergencia de otra figura del tipo de Kabila.
Pero más allá de un antagonismo común hacia Kabila y el entusiasmo por una nueva democracia en RDC, la agenda de los rebeldes es confusa. El programa político y el liderazgo de los insurgentes es ambiguo, aunque haya un puñado de nombres para posibles líderes.
Entre quienes se sumaron a la causa insurgente figura el ex canciller de Kabila Bizima Karaha, un tutsi, quien ahora cita numerosos casos de corrupción del gobierno de Kinshasa.
También dirigen el movimiento rebelde el activista katangués Emile Ilunga, quien en un principio respaldó a Kabila, el ex empleado de la Organización de las Naciones Unidas Arthur Z'Ahidi Ngoma, y el académico exiliado Ernest Wamba-dia-Wamba. (FIN/IPS/tra-en/cs/pm/lp/ip/98
