La radio estatal de República Democrática de Congo (RDC) informó hoy que el abastecimiento de energía eléctrica fue restaurado en varias partes de Kinshasa, luego de una interrupción de 24 horas tras un golpe insurgente contra una importante represa.
El sistema cayó el jueves, cuando los insurgentes contra el gobierno del presidente Laurent Kabila capturaron la represa de Inga, que abastece a la capital de RDC.
En las últimas horas del jueves, portavoces de Kabila admitieron que las fuerzas del gobierno se retiraron de Inga tras el avance insurgente. Este viernes, la radio estatal no especificó si el abastecimiento de energía se realizaba desde Inga o desde plantas menores en Kinshasa.
Kabila enfrenta una insurgencia iniciada en el este del país hace dos semanas y liderada por banyamulengues, congoleños de la etnia tutsi provenientes de Ruanda.
El jueves Kabila dejó la capital para desplazar al jefe de su ejército, Celestin Kifwa. Según funcionarios de la cancillería de Bélgica en RDC, el control de las fuerzas armadas quedará en manos del hijo de Kabila.
El puesto fronterizo de Goma, al este, está bajo control de los insurgentes, quienes acusan a Kabila de ser peor que Mobutu Sese Seko, el fallecido dictador que estuvo más de 30 años en el poder en el ex Zaire, ahora RDC, y fue desplazado por Kabila el año pasado.
Desde el comienzo de la insurrección hasta la caída de Inga, los hechos se sucedieron rápidamente en RDC. A pesar de informaciones oficiales desde Kinshasa negando el avance rebelde, la fuerzas de Kabila parecen haber opuesto una mínima resistencia.
La anunciada contraofensiva del gobierno simplemente no se ha materializado. Analistas militares creían que Kabila desplegaría a sus combatientes más fuertes, los gendarmes de katangueses entrenados en Angola, en su flanco oeste. Pero el oeste quedó con una defensa muy pobre.
Rumores sobre un contraataque coordinado en el este, respaldado por el aire, también resultaron sin fundamento.
Al igual que en 1996 y comienzos de 1997, cuando una coalición congoleña liderada por Kabila pero respaldada por Ruanda se movió rápidamente hacia el oeste, ahora las fuerzas rebeldes se encuentran empujando una puerta abierta.
En una guerra caracterizada por la falta de información independiente, la balanza parece inclinarse significativamente hace los insurgentes. La rápida captura de Bukavu, Goma y Uvira fue seguida de una clara ofensiva hacia el oeste.
El comandante rebelde Jean-Pierre Ondakane confirmó en Goma que su ejército llevaba tropas hacia el oeste, a la base militar de Kitona, "dos o tres veces al día", con la meta de imponer una presión inmediata sobre Kinshasa.
Desde Kitona, donde los insurgentes dicen haberse impuesto sobre miles de ex soldados del ex ejército de Zaire, los ataques se dirigieron contra las ciudades occidentales de Moanda, Banana y Boma. La navegación fue interrumpida en el río Congo.
Informaciones de que Ruanda, Uganda y Burundi enviaron tropas a lo largo de sus respectivas fronteras con RDC han sido negados por los insurgentes y los gobiernos involucrados.
Angola y la República Popular de Congo se mantuvieron fuera del conflicto. El respaldo de Angola habría ayudado a Kabila en el oeste, pero el gobierno de José Eduardo dos Santos parece haber decidido no rescatar a su ex aliado. (FIN/IPS/tra-en/cs/pm/lp/ip/98