PERU: Réquiem para la democracia directa y el referendo

La mayoría oficialista en el parlamento de Perú cerró el paso al referendo impulsado por 1,4 millones de ciudadanos para impedir que el presidente Alberto Fujimori se postule a una segunda reelección consecutiva en los comicios del 2000.

La cuestión seguirá agitando el ambiente en los próximos días, pues la oposición proclamó la desobediencia civil y se prevén turbulencias callejeras y una huelga general para la semana entrante.

Lo curioso es que la mayoría fujimorista defiende una postulación no admitida aún por su líder, al menos públicamente.

Este episodio confirma que, con frecuencia, en política los dogmas suelen ceder el paso a las urgencias de coyuntura, pues en la votación del jueves, que concluyó 67 a 45, el oficialismo y la oposición trocaron sus banderas anteriores.

En efecto, el referendo fue introducido por el presidente Fujimori después del "autogolpe" de Estado que perpetró en 1992, cuando disolvió el parlamento para promover una reforma constitucional, que incluyó varios mecanismos de participación política directa del electorado.

El más importante de los mecanismos de participación directa creados por la Asamblea Constituyente fue el referendo, establecido como medio de consulta popular para imponer leyes no aprobadas por el Congreso o para revocar autoridades.

Cuando fue planteado en 1993 en la Asamblea Constituyente, los adversarios de Fujimori se opusieron al referendo, por considerarlo "un mecanismo favorito de las dictaduras, pues se presta para manipular a las masas", según la congresista Lourdes Flores, del Partido Popular Cristiano.

Flores, quien conducía a la oposición en la Asamblea Constituyente, afirmó entonces que "la forma más próxima de perfección democrática es la democracia representativa, ejercida a través de los partidos y el Parlamento", y sostuvo que el referendo era "un instrumento para debilitar a los partidos".

En la Asamblea Constituyente, que sesionó en 1992 y 1993, los "fujimoristas" sostenían que mecanismos como el referendo eran los más democráticos, y que la representación parlamentaria constituía una intermediación necesaria pero de la que había que poder prescindir en los asuntos más importantes.

La mayoría parlamentaria oficialista decidió desactivar el referendo para impedir que, según las encuestas, Fujimori saliera derrotado con 62 por ciento de votos en contra.

El desmontaje, en realidad, comenzó 14 meses atrás, cuando comenzó a vislumbrarse que la oposición conseguiría más de las 1,2 millones de firmas necesarias para obligar al gobierno a convocar el referendo.

La mayoría fujimorista introdujo una reglamentación destinada a dificultar la convocatoria, según la cual la concreción del recurso requería el respaldo de 40 por ciento de los congresistas.

Se trataba de una cantidad ajustada, pero que entonces parecía al alcance de la oposición, que contaba en ese momento con 51 votos, tomando en cuenta que un grupo independiente, Renovación, apoya las medidas de gobierno de Fujimori pero está en desacuerdo con su reelección.

En el curso de los últimos meses, el oficialismo logró atraer a tres parlamentarios opositores. Aun así, la cantidad resultante, 48 votos potenciales, era suficiente para que saliera adelante la propuesta del referendo.

Pero el oficialismo logró que uno de los parlamentarios opositores votara contra sus compañeros y que otros tres "votaran con los pies", ausentándose del recinto para no dar sus votos.

Uno de los congresistas de la mayoría decidió votar, aduciendo razones de conciencia, contra la consigna del partido oficialista, Cambio 90, y otros dos se ausentaron en el momento de la votación, pero sus inasistencias carecieron de significación.

El debate duró más de 13 horas, en cuyo transcurso se produjo una riña a puñetazos en el hemiciclo y dos forcejeos en los pasillos entre parlamentarios opositores y oficialistas.

Unos 4.000 estudiantes y militantes opositores participaron en una manifestación en la Plaza del Congreso iniciada la madrugada del jueves y que derivó en trifulcas con la policía cerca de la medianoche, cuando concluyó la sesión parlamentaria que fue difundida en directo por radio y televisión.

El líder de la mayoría parlamentaria, Carlos Torres y Torres Lara, declaró al salir del hemiciclo que las amenazas de agitación callejera constituían una irresponsabilidad y creaban ambiente para un golpe militar.

Afirmó también que la mayoría había votado en defensa del derecho de la población a decidir el voto en las elecciones del 200.

"Se arrasó con el mecanismo de la democracia directa. Nos esperan días difíciles", expresó el congresista opositor Jorge Avendaño, del partido Unión Por el Perú, que lidera el ex secretario general de las Naciones Unidas, Javier Perez de Cuellar.

"Se ha ganado una votación contra un mecanismo democrático corrompiendo conciencias", comentó, por su parte, el socialdemócrata Jorge del Castillo, aludiendo a los tres votos tránsfugas que impidieron a la oposición imponer el referendo. (FIN/IPS/al/mj/ip/98

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