El retiro masivo de estadounidenses de Pakistán tras el bombardeo de una base supuestamente terrorista en Afganistán causa malestar entre los paquistaníes y tensión diplomática entre los dos países.
Shaheen Hassan, profesora de alemán y francés en la Escuela Internacional de Islamabad, advirtió que el ataque de Estados Unidos contra Afganistán el jueves de la semana pasada no sólo dañó la imagen de Washington en Pakistán, sino que tal vez le cueste a ella su empleo.
En efecto, la institución en que se desempeña Hassan está financiada por Estados Unidos y el viernes anunció su cierre por unos 30 días, debido a la partida masiva de estudiantes y profesores estadounidenses.
"Se nos dijo que si la escuela permanece cerrada más de 90 días será clausurada definitivamente", indicó Hassan.
Eso significaría el fin de su trabajo y el fin del año lectivo para su hijo, Samir, que cursa quinto grado en la Escuela Internacional. Y eso es lo que ocurrirá, cree ella, pues "no parece que los estadounidenses vayan a volver pronto".
Pakistán, aliado desde hace tiempo a Estados Unidos, observó con sorpresa y cierto encono cómo casi todos los ciudadanos estadounidenses se apresuraron a abandonar el país después de que unidades navales apostadas en el océano Indico dispararon unos 70 misiles crucero Tomahawk sobre Afganistán.
También una gran cantidad de residentes europeos y funcionarios de la Oganización de las Naciones Unidas (ONU) abandonaron el país.
Se cree que 50 personas murieron en Afganistán bajo el fuego estadounidense. El simultáneo bombardeo a un laboratorio de Sudán en el que Estados Unidos aseguró que se producían insumos para armas químicas dejó 12 heridos.
El objetivo atacado en Afganistán fue un conjunto de instalaciones de grupos radicales islámicos supuestamente apoyados por el financista saudita Osama bin Laden, residente en ese país.
Washington acusó a Bin Laden de planificar la voladura de las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania, perpetrada este mismo mes.
Los paquistaníes manifiestan malestar mo sólo por la operación militar contra Afganistán, que llevó a los misiles sobre territorio de este país, sino también por la rápida partida del personal diplomático estadounidense.
Washington instó a todos los estadonidenses residentes en Pakistán a marcharse de inmediato. El embajador de Estados Unidos, William Simon, aseguró que se trata sólo de una medida de precaución, ante la eventualidad de represalias de los partidarios de Bin Laden.
"Todo esto es una locura. No hay siquiera la menor amenaza, pero ellos están aterrados y quieren irse", observó un investigador de un centro de estudios políticos.
El personal diplomático estadounidense comenzó a retirarse el martes de la semana pasada, dos días antes del bombardeo de Afganistán y Sudán. Desde entonces, cerraron sus puertas todos los centros de enseñanza financiadas por Estados Unidos en Pakistán y otro en Bangladesh, y se suspendieron varios programas de ayuda.
Un estudiante estadounidense informó que la guardia de seguridad de la embajada instruyó a los funcionarios a permanecer dentro del edificio, que estaba fuertemente protegido. Por fin, el domingo fueron escoltados hasta los aviones en que abandonaron el país.
Funcionarios estadounidenses también suspendieron varias tareas administrativas la semana pasada, y a otros extranjeros se les aconsejó quedarse en su casa y no ir a trabajar.
Meghand Desai, un investigador visitante de la Escuela de Economía de Londres, dijo que un funcionario de la ONU le indicó que no se presentara en su oficina el viernes último, porque no lo hallaría.
Pakistán fue la base de los agentes y militares estadounidenses que proporcionaron armas a los mujaidines afganos que lucharon contra la ocupación soviética de Afganistán entre 1979 y 1989.
Ahora, el movimiento radical islámico Talibán, que es apoyado por Pakistán, está a punto de lograr el control total de Afganistán, supuestamente con ayuda financiera de Bin Laden.
Funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores de Pakistán señalaron que este país también colaboró con Washington en la lucha contra grupos calificados de terroristas por los estadounidenses.
En los últimos años, el gobierno paquistaní participó en la captura de Ramzi Ahmed Yousef, acusado de planear el atentado contra el World Trade Center, de Nueva York, y de Mir Amar Kasi, condenado luego a muerte en Virginia por el asesinato de dos funcionarios de la CIA (Agencia Central de Inteligencia).
Así mismo, las fuerzas de seguridad de Pakistán detvieron la semana última a tres hombres sospechosos de haber intervenido en en el atentado contra la embajada estadounidense en Kenia.
Pero a pesar de la colaboración recibida, algunos funcionarios estadounidenses creen que Bin Laden y sus seguidores se desplazan libremente por Pakistán.
Bin Laden es considerado un héroe por muchos paquistaníes, por su participación personal en la guerra contra la ocupación soviética de Afganistán y, según un funcionario que pidió no ser identificado, se cree que tiene una vivienda en Islamabad, en la que estarían alojados algunos miembros de su organización.
Los medios de prensa controlados por el gobierno paquistaní aseguraron inmediatamente después del ataque de Estados Unidos contra Afganistán que Bin Laden no había resultado herido.
Los mismos medios informaron también que el primer ministro Nawaz Sharif había protestado enérgicamente por el ataque, en conversación telefónica con el presidente estadounidense Bill Clinton.
Islamabad está en una delicada situación diplomática, pues si bien intenta mantener una firme posición contra el ataque, no quiere poner en peligro sus relaciones con Washington, deterioradas desde mayo, cuando Pakistán realizó seis ensayos nucleares.
Ese esfuerzo de equilibrio diplomático se puso en evidencia después de que el jefe del servicio de inteligencia, Chaudry Manzoor, denunciara la caída de uno de los misiles Tomahawk en una localidad paquistaní, donde habría causado la muerte a seis personas.
El gobierno desmintió la información y destituyó a Manzoor, pese a que autoridades estadounidenses habían admitido la denuncia y explicado que se trató de "un error técnico".
Pero la reacción pública contra Estados Unidos fue inevitable al saberse que los misiles Tomahawk alcanzaron a dos organizaciones respaldados por Pakistán que luchan contra las fuerzas de India en la disputada Cachemira.
El principal partido político islámico de Pakistán, Jamiat-i- Islami, realizó una manifestación contra Estados Unidos frente a la torre Saudi-Pak, en la que participaron miles de personas.
El líder de Jamiat-i-Islami, Qazi Hussein Ahmed, criticó duramente al gobierno de Sharif por sus lazos con Washington, y reclamó el retiro del país de todos los estadounidenses.
Pero mientras Ahmed hablaba, Washington ya organizaba, por motivos de seguridad, la partida de los estadounidenses del país. (FIN/IPS/tra-en/fh/di-ff/ip/98