Fuentes del gobierno de Pakistán admitieron que el espacio aéreo de este país fue violado para el ataque de Estados Unidos contra bases supuestamente terroristas en áreas de Afganistán controladas por Talibán, pero niegan que Islamabad haya dado permiso.
Una propaganda frecuente en la televisión estatal presenta al primer ministro Nawaz Sharif mostrando la palma de su mano y proclamando que "nunca dejaremos que nuestro espacio aéreo sea violado".
Pero los críticos sostienen que la creencia de Sharif de que poseer armas nucleares es suficiente para tener peso político internacional es errónea.
El primer ministro tuvo que tomar una posición difícil, cruzando la línea entre su apoyo a las milicias de Talibán y los grupos militantes islámicos en Pakistán, y un deseo de evitar mayores tensiones con Estados Unidos y Occidente.
Talibán dijo estar brindando seguridad a Osama bin Laden, un millonario nacido en Arabia Saudita que según Estados Unidos organizó los ataques a sus embajadas en Kenia y Tanzania el 7 de este mes.
En represalia a los atentados en las capitales Africanas, Estados Unidos destruyó una supuesta fábrica de armas químicas en Sudán y las presuntas bases terroristas en Afganistán.
Pakistán enfrenta múltiples problemas económicos, sociales y políticos, y no puede permitirse empeorar las relaciones con Estados Unidos, su aliado de tanto tiempo, después de sus pruebas nucleares de mayo.
Además, Islamabad necesita el respaldo de Estados Unidos para pagar su deuda externa, de 30.000 millones de dólares.
A la vez, debe hacer frente a las consecuencias de los ataques con misiles de Estados Unidos la semana pasada. Washington se ganó la condena generalizada en Pakistán por sus bombardeos contra lo que el presidente Bill Clinton llamó "una de las bases terroristas más activas en el mundo".
Pero analistas políticos destacan que Pakistán tiene gran parte de la responsabilidad por respaldar a militantes islámicos durante las últimas dos décadas, para la "jihad" o guerra santa en Afganistán contra fuerzas soviéticas.
Los militantes, fortalecidos con armamento, arsenales y asistencia financiera de Estados Unidos, y la capacitación de Pakistán durante la guerra afgana, ahora intentan morder las mismas manos que los alimentaron.
"Estados Unidos dejó sus repsonsabilidades morales en Aganistán tan pronto como logró su objetivo estratégico de sacar a los rusos del país, con un costo horripilante de vidas afganas", dijo el ex canciller Tanvir Ahmed Khan.
"Washington dejó en problemas a gobiernos musulmanes moderados y liberales en todo el mundo, en lugar de hacerlo con los extremistas", agregó.
Samina Ahmed, investigadora de estrategia en Islamabad, considera que esta es "la hora de la verdad" para Pakistán.
"Los ataques de Estados Unidos revelaron un hecho desagradable para Pakistán, considerando el alto número de ciudadanos pakistaníes entrenados en bases guerrilleras bajo el mando del disidente saudita (Bin Laden)", destacó la analista.
Ahmen citó informacioens según las cuales un aprendiz paquistaní dijo estar realizado "estudios religiosos" en un campo en Khost cuando tuvo lugar el ataque.
El hecho de que los estudiantes eran entrenados en el campo de Bin Laden para utilizar explosivos contra blancos "es suficiente evidencia de la naturaleza de la educación impartida en esas bases guerrilleras a lo largo de la porosa frontera de Pakistán con Afganistán", agregó.
Si Estados Unidos está obsesionado con Bin Laden como "enemigo número uno", destacó la analista, las autoridades de Pakistán "deben repensar su reacción a las actividades realizadas bajo su patronazgo en territorio afgano controlados por sus aliados de Talibán".
Los riesgos de seguridad nacional aumentarán para Pakistán si continúa ignorando la presencia de sus propios ciudadanos en los campos de entrenamiento afganos, sostuvo.
La seguridad interna de Pakistán ya está amenzada, no sólo por los paquistaníes entrenados en campos afganos, sino también en campos instalados por organizaciones religiosas sectarias.
Estos militantes entrenados de una secta y otra estarían detrás de una larga lista de atentados terroristas, la mayoría en represalia contra miembros de sectas rivales.
Analistas advierten que la propia red sectaria de Pakistán podría ser afectada por los sentimientos contra Estados Unidos y Occidente desatados por los ataques de Washington la semana pasada.
El ex capitán del ejército Tariq Rehman afirma que si Estados Unidos quiere seguridad, debería empezar con medidas para restaurar la confianza, como asegurar que los palestinos tengan su Estado y hacer que Israel permita a los árabes vivir pacíficamente, ayudando a crear la paz en Cachemira.
"Lanzar bombas contra terroristas, incluso terroristas declarados, sólo creará odio contra Estados Unidos. Las acciones militantes sólo fortalecerán a los extremistas. Estados Unidos debe intentar con la paz en lugar de la guerra", sostuvo Rehman.
Pero Pakistán no puede permitir que Washington lo vea como poco cooperativo. "Si el gobierno paquistaní es considerado poco amistoso por Estados Unidos, no nos ayudarán financieramente", recordó.
En esta etapa, la falta de fondos sería desastrosa. "Pero si el gobierno es amistoso con Estados Unidos, deberá enfrentar la ira de Talibán y los partidos extremistas. En cualquier caso, el fundamentalismo aumentará en Pakistán", pronosticó. (FIN/IPS/tra-en/bs/js/lp/98