Italia otorgará 90 millones de dólares en ayuda a Túnez, país que se resiste a admitir el retorno de sus emigrantes, para que bloquee el flujo clandestina de cientos de personas diarias que recibe este país europeo.
Tras la firma de un tratado similar firmado entre Italia y Marruecos, una comisión bilateral italiano-tunecina comenzó este lunes en Roma las negociaciones de un acuerdo que los dos gobiernos firmarán esta semana, según las previsiones.
El acuerdo será por tres años, con créditos de ayuda que se destinarán en especial a proyectos para la generación de empleos en Túnez.
Una de las cláusulas del acuerdo obligaría a Túnez a aceptar el retorno de los inmigrantes clandestinos que Italia expulse de su territorio. Esta disposición es fundamental para la concreción de un acuerdo, advirtió el ministro de Relaciones Exteriores de Italia, Lamberto Dini.
Las embarcaciones clandestinas continúan pasando entre las costas africanas y las de Sicilia, al sur de Italia, donde los centros de recepción no dan abasto.
Numerosos inmigrantes han invocado la intervención del Papa. "Venga a ver como estamos. Le imploramos que nos ayude, pues nosotros también somos hijos de Dios", señaló un joven marroquí, Boureali Tejeni.
En "días de verguenza cubierta de legalidad bárbara, le ruego, Santidad, que haga sentir su voz", imploró el alcalde e Palermo, capital de Sicilia, Leoluca Orlando.
"¿Cómo haremos para celebrar el Jubileo con la necesaria serenidad en un Mediterráneo que corre el riesgo de llegar a ser un lugar de intolerancia cotidiana, de muerte, de desprecio por la persona humana?", preguntó Orlando.
Unos 2.000 inmigrantes ilegales han sido conducidos a galpones instalados en diversas ciudades sicilianas. En estas construcciones, el aire es irrespirable y la temperatura supera los 40 grados.
Todos los días se registran hechos de violencia en los que se enfrentan inmigrantes contra otros inmigrantes o contra fuerzas de seguridad.
Los clandestinos se revelan. "No es posible que Italia tenga a la gente como a las bestias", afirmó uno.
Los inmigrantes permanecen encerrados en esos lugares a la espera de la expulsión, que se produce una vez que se superan algunos trámites, en particular, en el caso de los procedentes de Túnez, que el gobierno del país africano acepte su readmisión.
En numerosas oportunidades se han producido intentos de fuga y revueltas, en una de las cuales murió un tunecino que llegó en coma al hospital de Agrigento, Sicilia, con las esposas puestas, denunciaron los médicos que lo atendieron.
"Si queremos que Italia es una sociedad abierta, tolerante y acogedora y si queremos evitar que las tendencias a la exclusión al rechazo a los inmigrantes se propaguen y se tornen dominantes, debemos velar por que la inmigración sea controlada", dijo el primer ministro Romano Prodi.
La oposición de centroderecha exige al gobierno de centroizquierda mayor severidad contra los inmigrantes.
El diputado de la derechista Alianza Nacional Gustavo Selva dijo que los inmigrantes deberían ser seleccionado como los cigarrillos o los automóviles que se consumen.
Selva escribió en el diario de su partido, Il Secolo, que se debería negar la entrada a musulmanes y africanos porque "existe una excesiva distancia cultural y una distinta actitud hacia el trabajo".
Son mucho mejores los inmigrantes de Europa oriental, pues "son cristianos, tienen por lo general una buena educación de base, pueden dar más y mejor que los africanos", dijo el legislador.
También los asiáticos "tienen una actitud cultural y familiar favorable al trabajo", agregó.
Sus declaraciones fueron calificadas de racistas incluso por representantes de partidos que, al igual que Alianza Nacional, integran el Polo de la Libertad, coalición de centroderecha que dirige el magnate de la televisión Silvio Berlusconi.
Pierferdinando Casini, presidente del Centro Cristiano Democrático (CCD) que integran ex dirigentes de la desaparecida Democracia Cristiana, consideró "obviamente racista" la posición de Selva, también ex demócratacristiano.
El presidente del bloque de Forza Italia, el partido de Berlusconi, en el Senado, Enrico La Loggia, expresó su "absoluto desacuerdo" con las declaraciones de Selva, pues "los inmigrantes, con su desesperación, son todos iguales".
Pero el coordinador de Alianza Nacional, Maurizio Gasparri, denunció ante la Unión Europea al gobierno de Italia, que "debe ser castigada por ser demasiado permisivo con los inmigrantes".
El subsecretario de Relaciones Exteriores, Piero Fassino, calificó la demanda de Gasparri de "alucinante".
"Con tal de salir en los diarios, no vacila en denigrar a su propio país. Ningún parlamentario de oposición en Francia o Alemania habría hecho eso", sostuvo. (FIN/IPS/jp/mj/pr hd/98