El ataque de Estados Unidos con misiles a campos de entrenamiento en Afganistán, junto a la frontera con Pakistán, presentó ventajas diplomáticas para India, que busca el alivio de sanciones impuestas por Washington y el fin de la insurgencia en Cachemira.
Escogiendo las palabras con el apoyo de sus asesores, el primer ministro de India, Atal Behari Vajpayee, reaccionó a los bombardeos del día 20 diciendo que "no creo que esto sea terrorismo de Estado. No respaldo a Estados Unidos, pero proponemos una iniciativa internacional contra el terrorismo".
La cautela de Vajpayee es entendible. Su enviado especial Jaswant Singh se preparaba para viajar a Washington para mantener conversaciones con el subsecretario de Estado Strobe Talbott para examinar las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos después de las prubeas nucleares de Nueva Delhi en mayo.
Además, el primer ministro no quería malograr un tema que ha planteado durante mucho tiempo, los campos de entrenamiento de los Interservicios de Inteligencia de Pakistán con la meta doble de respaldar a las milicias Talibán en Afganistán y mantener viva la insurgencia en el disputado territorio de Cachemira.
Un documento secreto del ministerio del Interior sobre "La participación de Pakistán en el terrorismo en Jamú y Cachemira" ha sido entregado a diplomáticos y autoridades estadounidenses sin mayor respuesta.
India intentó incluir el terrorismo a través de fronteras bajo la jurisdicción de la Corte Penal Internacional creada recientemente en Roma.
Una declaración de la cancillería recordó la condena de India al terrorismo internacional y cómo este país ha sido "víctima del terrorismo auspiciado por Estados cruzando fronteras".
Después que Talibán ganara control sobre Kabul hace dos años, el número de combatientes afganos (mujaidines) detenidos o atacados por el ejército indio en el estado de Jamú y Cachemira crece constantemente.
Según cifras del ejército, hasta ahora 514 mercenarios extranjeros murieron en Cachemira. De ellos, 320 eran paquistaníes, 189 afganos y cinco sudaneses.
Estados Unidos, que durante largo tiempo ignoró las quejas de India, de pronto despertó al papel de Pakistán en la promoción de guerras santas al retirar a la mayoría de sus diplomáticos de Islamabad, tras los atentados contra sus embajadas en Kenia y Tanzania, en que murieron 257 personas.
Mientras, observadores indios destacan que durante décadas Estados Unidos armó y respaldó el fundamentalismo en Afganistán como forma de detener el avance de la Unión Soviética.
"Estados Unidos puso el cerebro, los sauditas el dinero y Pakistán el lugar y las capacidades para la guerra santa en Afganistán", dijo el analista de defensa C. Raja Mohan.
Osama bin Laden, el blanco de los misiles, quien habría escapado del ataque, es, al igual que las milicias Talibán, una creación de la alianza entre Estados Unidos, Pakistán y Arabia Saudita contra el comunismo.
Con una condena de las bombas en la región, analistas en Nueva Delhi creen que Estados Unidos podría lograr cierto apoyo del derechista Partido Nacionalista Hindú (BJP, Bharatiya Janata) de Vajpayee.
Central para el diálogo Talbott-Jaswant es el Tratado de Prohibición Total de Pruebas Nucleares, que India negó a firmar por discriminatorio, aunque recientes señales indican que estaría cambiando de posición.
Vajpayee dio suficientes indicios de la nueva postura de India en el parlamento cuando en un acto del BJP, la dirigencia del partido anunció que se reservaba el derecho de revisar su propia moratoria sobre futuras pruebas nucleares.
India necesita con urgencia nueva tecnología para su industria nuclear, y quisiera que Estados Unidos revirtiera su reciente política de expulsar a científicos indios y colocar en la lista negra a importantes instituciones de investigación.
"India ya no necesita realizar pruebas nucleares. Podremos mantener la credibilidad de nuestro potencial en el futuro sin experimentos", dijo hace poco un portavoz del gobierno.
Un aspecto importante de la misión de Jaswant Singh es convencer a Estados Unidos de las "auténticas inquietudes de seguridad de India", que asegura provocaron los ensayos nucleares, aunque pocos comparten esta posición, menos aun Washington, que se inclina por China.
Este es un motivo de enfado para analistas de este país. Aunque se sabe que China armó a Pakistán con tecnología, misiles y material nuclear, el gobierno de Clinton optó por fortalecer sus relaciones con Beijing y considerarlo una garantía para la estabilidad de Asia.
Una vez que el elemento irritante del Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares quede atrás, Estados Unidos podría aceptar que India y Pakistán son estados con capacidad bélica nuclear, quizá con ciertas limitaciones sobre su despliegue.
Los ataques de Estados Unidos contra campos de entrenamiento guerrillero en la frontera de Afganistán y Pakistán fueron bien recibidos por India, pero colocaron a Pakistán en una situación poco envidiable, según observadores de este país.
El movimiento Talibán demuestra señales de abandonar la dependencia paquistaní ahora que está por controlar todo el territorio afgano. En forma significativa, Washington exigió a Pakistán que ayude a capturar a Bin Laden, pero Islamabad no lo pudo cumplir.
"De un golpe, Pakistán convirtió a todos sus vecinos en enemigos. Irritó a Teherán al fomentar una fuerza fundamentalista sunita en la frontera con Irán. También se enfrentó a Rusia y a sus amigos en China al amenazar con socavar la estabilidad de Asia central a través del Talibán", dijo Raja Mohan.
Pero, lo que es peor para Pakistán, su mayor benefactor, Estados Unidos, se tornó hostil hacia el Talibán y lo acusa de haber orquestado los atentados en Kenia y Tanzania. (FIN/IPS/tra-en/rdr/lp-aq/ip/98