Veintiséis muertos, 22 desaparecidos y ocho heridos era hasta la tarde de hoy el saldo conocido de un alud que se abalanzó el miércoles sobre cinco aldeas indígenas ubicadas a 160 kilómetros de la capital de Guatemala.
Las persistentes lluvias que se registraron en las cercanías de la ciudad de Santa Cruz de Quiché provocaron el derrumbe de los cerros que circundan el lugar. Un alud de lodo, piedras y árboles sepultó la madrugada del miércoles las humildes viviendas habitadas por 3.500 personas cuando aún dormían.
Edgar Galindo, oficial del Cuerpo de Bomberos, informó que hay más personas bajo el fango, pero agregó que el martes debieron abandonar las tareas de rescate debido a las fuertes lluvias, no así los habitantes de la zona, que continuaron buscando a sus familiares.
La población del departamento de Quiché, uno de los más afectados por el conflicto armado interno que duró 36 años y terminó en diciembre de 1996, parece condenado al sufrimiento.
Los indígenas quiché e ixil que constituyen la mayoría de la población han sufrido masacres, epidemias y una extrema pobreza que no se ha atenuado tras la firma de la paz.
Según el informe "Guatemala: los contrastes del desarrollo humano", auspiciado por la oficina de las Naciones Unidas en este país, Quiché es el departamento que sufre más analfabetismo y con menor satisfaccion de necesidades básicas.
Pero esta vez fue la naturaleza la que se ensañó con los sufridos quichelenses y más de medio centenar de viviendas construidas con adobe y teja fueron destruidas. Por lo menos tres de las comunidades afectadas desaparecieron del mapa.
Los cuerpos de socorro sólo dieron a conocer datos preliminares, ya que hasta la noche del martes pobladores de la localidad continuaban desenterrando a sus familiares, mientras persistía el temor de más derrumbes.
La catástrofe ocurrió cuando las más de 3.500 personas que habitan el área aún dormían, lo cual hizo difícil que se pusieran a salvo.
Algunos tramos de la única carretera que conduce a las comunidades quedó obstruida por los derrumbes de lodo debido a la persistencia de la lluvia.
La Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (CONRED) declaró el alerta roja en la región, pues teme que continúen los deslizamientos de tierra, por lo que no se descarta que los pobladores de las aldeas afectadas puedan ser evacuados.
"La lluvia no paró en toda la tarde y había mucha tormenta. A la medianoche sentimos que la tierra temblaba y empezamos a oir un fuerte zumbido, como si la tierra se rompiera", relató Marta Ruiz, una de las sobrevivientes.
"Fue algo que nunca había visto. El cuadro era desolador. Muchas personas habían desaparecido y lo más lamentable era no contar con el equipo necesario para rescatar a las víctimas", dijo a un diario local un oficial de bomberos que llegó al lugar la mañana del martes.
El Centro de Información de la Presidencia informó a IPS que en la tarde de este jueves aún no había información oficial sobre la ayuda a los damnificados pero agregó que varios Ministros evalúan la situación.
Los ministros de Defensa, Héctor Barrios, y de Comunicaciones, Fritz Garcia, viajaron este jueves a la zona del desastre.
"Tal vez era la una y media de la madrugada cuando se escuchó un fuerte ruido que rapidito se acercaba a la casa. Le grité a mi familia que salieran, pero no pudieron", dijo Antonio Reyes, cuya esposa de 30 años y dos de sus hijos, de 12 y ocho años, encontraron la muerte bajo toneladas de lodo.
En el cantón Chujuyú vivía su hermana Dolores Reyes, de 27 años, que junto a su esposo y sus cuatro hijos, incluyendo uno de 15 días de vida, quedaron enterrados, narró Reyes.
"Hubiera sido mejor que nos muriéramos todos, pero bueno, es una cosa de Dios y hay que resignarse", se lamentó.
Vecinos y familiares de las víctimas claman para que instituciones gubernamentales y privadas los ayuden, ya que muchos de ellos se quedaron sólo con la ropa que tenían en el momento en que ocurrió el desastre.(FIN/IPS/cz/mj/en/98