El ambiente político de Guatemala comenzó a prepararse para las elecciones de 1999, con extrañas alianzas donde se mezclan la extrema derecha con moderados e izquierdistas, mientras la apatía predomina en la población.
La Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG), la Unión del Centro Nacional (UCN), el Movimiento de Liberación Nacional (MLN), de extrema derecha, y el Partido Socialista Democrático anunciaron del día 14 una nueva alianza política hacia las elecciones generales de 1999.
"Estamos planteando la necesidad de construir una nueva opción, integrada por dirigentes políticos que reconozcan sus errores del pasado y que vislumbren el porvenir", dijo el ex presidente Vinicio Cerezo (1986-1990), de la DCG.
Esta unión, más que una alianza de partidos, "es un movimiento de ideas para transformar la nación", agregó.
Cerezo fue el primer gobernante elegido por medios democráticos tras décadas de dictaduras militares, pero su gobierno estuvo marcado por graves acusaciones de corrupción y por tres intentos de golpe de Estado que lo debilitaron.
El anuncio causó malestar y rechazo en las bases de los partidos políticos involucrados, que no fueron consultadas.
La congresista Anabella de León, del gobernante Partido de Avanzada Nacional (PAN), dijo que todos los políticos tienen derecho a participar en la contienda y proponer alternativas, porque la población es quién decide con su voto.
Sin embargo, lo ideal sería que dejen los espacios a personas que "aunque no seamos tan buenos políticos, sí tenemos mejores intenciones, pues no es muy grata la historia de estos personajes que antes se tiraban los platos y ahora comparten la mesa", dijo De León.
Mientras, otros políticos manifestaron su preocupación por el poco interés que los guatemaltecos muestran por la política, según una encuesta realizada por la empresa CID-Gallup y el matutino Prensa Libre.
Según el sondeo, si las elecciones fueran ahora, 15 por ciento votarían por el alcalde capitalino, Oscar Berger, del gobernante Partido de Avanzada Nacional (PAN), y otro 15 por ciento por el general Efraín Ríos Montt, que gobernó el país como dictador (1982- 1983) y es acusado de violaciones de derechos humanos.
A los simpatizantes de Ríos Montt parece no importarles sus antecedentes, pero sí recuerdan la seguridad ciudadana que reinó durante su gobierno, ya que los delincuentes o sospechosos de subversión eran fusilados tras ser sentenciados con rapidez por tribunales especiales.
La encuesta atribuye un 3 por ciento de la intención de voto para la líder indígena y Premio Nobel de la Paz, Rigoberta Menchú, mientras un 31 por ciento manifiesta no saber por quien votará y un 19 por ciento dice claramente que no votará.
Mientras tanto, la ex guerrillera Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), que no figura en esta encuesta, procura constituirse en partido político desde la firma de la paz en diciembre de 1996.
Ricardo Ramírez, uno de los cuatro ex comandantes de la URNG, dijo a IPS que aún les faltan afiliados para llegar a los casi 5.000 que se les exige para su inscripción como partido político, pero que esperan sumar esa cantidad en los próximos meses.
Agregó que ninguno de los cuatro ex comandantes se postularían como candidatos a la presidencia, y que tratarán de hacer alianzas con otras fuerzas de izquierda.
Pero aunque los representantes de los partidos políticos pequeños aseguran que, según las encuestas, hay espacio para una tercera fuerza política, los analistas creen que el gobernante que salga de las próximas elecciones será Ríos Montt o algún dirigente de su partido o pertenecerá al gobernante PAN.
Ríos Montt no puede ser candidato a la presidencia a menos que sea modificada la Constitución, que impide acceder a ese cargo a quienes hayan encabezado un golpe de Estado.
Pero el militar no se resigna y asegura que el no participó en ningún golpe, sino que "lo llamaron para gobernar" cuando el golpe que derrocó al sanguinario dictador Romeo Lucas García ya se había consumado.
En las pasadas elecciones de 1995, el candidato al que apoyó Ríos Montt fue Alfonso Portillo, un abogado de formación marxista que vivió la mayor parte de su vida en México, superado por un muy estrecho número de votos por el actual presidente Alvaro Arzú.
Pero distintos analistas coinciden en señalar que los guatemaltecos poco creen en las promesas de los políticos y poco les importa la firma de la paz, ya que su situación no cambia, la pobreza no disminuyó y la violencia resulta casi peor que la guerra misma. (FIN/IPS/cz/mj/ip/98