El colapso del rublo en Rusia se transformó en la gota que desbordó el vaso en Wall Street e hizo temer por primera vez a muchos inversores de Estados Unidos que la crisis financiera de Asia pueda causar una catástrofe en las finanzas mundiales.
Tras la peor semana de su historia, el índice industrial Dow Jones perdió más de 13 por ciento de su valor luego de haber alcanzado un máximo de 9.338 puntos el 17 de julio, y las firmas de inversión no saben con certeza cuándo se detendrá la caída, si es que ello sucede.
El Dow Jones cerró en la tarde de este viernes con 8.051 puntos, el nivel más bajo en este año, y pocos creen que ya haya tocado fondo.
La caída de 357 puntos el jueves y 114 este viernes del Dow, en la misma tendencia que las bolsas de valores de todo el mundo, no constituye únicamente una respuesta a la devaluación del rublo, sino que expresa también un temor generalizado a un agravamiento de las finanzas mundiales.
"Los más grandes también saldrán malheridos", pronosticó Doug Hellinger, director ejecutivo de Development Gap, un grupo económico con sede en Washington.
"México (donde el peso sufrió un colapso en 1994) fue la primera advertencia. Esta podría no ser la peor crisis, pero se le parecerá mucho. Se propagará por todo el mundo", predijo el analista.
Doug Henwood, economista y autor del libro "Wall Street", destacó que "las noticias son cada vez peores" y que "casi no hay ninguna parte del mundo que no haya sido afectada todavía".
"Las caídas son tan grandes que no pueden ser consecuencia sólo de los fundamentos económicos. La gente tiene miedo", comentó Allan Feldman, economista jefe de la filial japonesa del banco Morgan Stanley, en entrevista con la cadena de televisión CNN.
Algunos bancos ya reportaron grandes pérdidas debido a la crisis de Rusia. BankAmerica informó este viernes que perdió 200 millones de dólares en el último trimestre, mientras el financista húngaro George Soros aseguró que el valor de sus inversiones en Rusia disminuyó en casi 2.000 millones de dólares.
El temor reinante en Wall Street contrasta con la respuesta de los inversores al comienzo de la crisis del sudeste asiático, hace un año, cuando el Dow y otros índices clave de Estados Unidos continuaban en alza pese a la caída en Asia de las bolsas, los ataques especulativos a las monedas y el retiro masivo de inversores.
Para mediados de julio, el Dow Jones había alcanzado un pico histórico.
Esta semana, sin embargo, los inversores se mostraron mucho más pesimistas luego de que Yeltsin destituyó a su primer ministro, Sergei Kiriyenko, tras sólo cinco meses en el cargo y nombró al predecesor de éste, Victor Chernomyrdin, como primer ministro interino.
Los rumores de que Rusia podría abandonar ciertas medidas económicas liberales, nacionalizar bancos e invitar a los comunistas a un gobierno de coalición hicieron temer que, como Chernomyrdin lo expresó durante su anterior mandato, "la era del romanticismo de mercado ha terminado".
"Antes había entusiasmo por el aparente triunfo político del capitalismo, en especial en los últimos años", señaló Henwood.
Ahora, en cambio, el optimismo acerca de la duración del modelo de comercio mundial promovido por Estados Unidos se desvaneció y se llevó consigo la confianza de los inversores en la economía global.
La preocupación persiste aunque las dimensiones y el impacto de Rusia en la economía mundial son pequeños, como observó Lawrence Goodman, economista jefe de Santander Investments.
"Rusia representa sólo 1,8 por ciento del producto interno bruto del mundo", y su sector de bienes comercializables, de entre 10 y 12 por ciento del total de la producción rusa, es relativamente pequeño, indicó.
Pero las repercusiones que tiene la crisis rusa en Alemania, y en menor grado en Estados Unidos, son importantes, agregó Goodman.
Los efectos de la crisis rusa parecen mayores que las consecuencias de la debacle en el sudeste asiático porque, entre otras razones, "cada vez hay más inquietud sobre la falta de liderazgo económico internacional", arguyó Goodman.
Los factores internos, debido a las próximas elecciones en Alemania y Estados Unidos, podrían interferir con la reacción a los problemas de Rusia, sostuvo.
"La gente está nerviosa y sabe que la crisis la puede afectar de muchas maneras", dijo Hellinger.
La economía estadounidense podría salir perjudicada si la devaluación de las monedas asiáticas provocara una ola de importaciones a bajo costo de esa región, lo que anularía a los productos locales, advirtió.
Estados Unidos también se vería afectado si la crisis limitara la demanda de productos estadounidenses en América Latina, o si los temores especulativos hicieran descender aun más los valores en Wall Street.
El presidente estadounidense Bill Clinton intentó disipar esas inquietudes al indicar que viajará a Rusia la próxima semana para celebrar un encuentro cumbre con Yeltsin.
Pero ni el enfermo y cada vez más ausente Yeltsin, ni Clinton, afectado por el escándalo de su relación con Mónica Lewinsky, cuentan últimamente con la autoridad necesaria para tranquilizar a sus pueblos sobre el futuro.
En el pasado, los gobiernos del mundo dependían de las intervenciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Pero en esta crisis, incluso sus soluciones, como las políticas de "ajuste estructural" del FMI, son criticadas.
"El FMI destruye las economías nacionales del mundo", sostuvo Hellinger.
Lo que hace falta ahora es que las instituciones financieras no insistan con la liberalización, sino que propongan políticas más flexibles para ayudar a las naciones a encontrar una "vía intermedia" entre el caos del capitalismo y la regulación del Estado, opinó.
Henwood dijo que en los últimos días aumentaron las críticas contra las políticas del FMI y el Banco Mundial. Muchos analistas económicos opinan que se deben favorecer los programas estatales, en lugar de las políticas tradicionales del FMI que exigen un papel limitado del Estado.
Tras los últimos tropiezos, como el colapso económico de Indonesia, las instituciones financieras multilaterales quizá deban considerar políticas alternativas, comentó.
Pero el director gerente del FMI, Michel Camdessus, insistió este viernes en que Chernomyrdin debe aplicar una "disciplina monetaria rigurosa" y no pensar que recibirá apoyo si opta por un control monetario más laxo para manejar la crisis rusa.
Goodman advirtió que los problemas de Rusia fueron provocados por el propio país y que no se pueden atribuir al FMI. "Rusia no tiene una base impositiva. Sería difícil culpar al FMI y el Banco Mundial en este caso", opinó.
Lo más importante, advirtió, es que las reservas líquidas del FMI ascienden tan sólo a 17.000 millones de dólares, por lo que no se podrá recurrir a la institución para rescatar a Rusia en esta etapa.
Eso podría ser un problema la próxima semana, cuando se reanude el cambio del rublo, que Rusia suspendió por tres días el miércoles.
En el momento de la suspensión, el valor del rublo había descendido a 8,26 unidades por dólar. El rublo podría caer aún más la semana próxima, ya que ahora la moneda se cambia a razón de 12 unidades por dólar en la calle. (FIN/IPS/tra-en/fah/ml-aq/if/98