El año 1968 marcó cambios decisivos en la historia de Estados Unidos, con los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy, divisiones en el Partido Demócrata y duros golpes en la guerra de Vietnam que pusieron fin al sueño de la omnipotencia del país norteamericano.
"Era la mejor de las épocas, era la peor de las épocas", escribió Charles Dickens al comienzo de "Historia de dos ciudades", una frase que se aplica a la perfección al recordar los acontecimientos de agosto de 1968 en Estados Unidos.
"El año 1968 fue uno de esos que no se repiten con frecuencia, y seguramente es mejor que sea así", comentó el sociólogo de la Universidad de Nueva York Todd Gitlin, quien en esa época era un líder del movimiento estudiantil.
"Ese fue el año en que las esperanzas más benignas fueron… destruidas", precisó Gitlin.
Fue entonces cuando las generaciones de estadounidenses más idealistas y mejor educadas abofetearon el tieso rostro de la autoridad, y nadie salió indemne de lo que se desencadenó en agosto de 1968.
El enfrentamiento definitivo se produjo en la Convención del Partido Demócrata, donde delegados y pacifistas confluyeron para exigir el fin de la guerra de Vietnam a una fuerza política que controlaba la Casa Blanca y el Congreso.
El ambiente internacional no era favorable para este tipo de demanda. Apenas tres días antes del inicio de la convención el 23 de agosto, los tanques soviéticos irrumpieron en Checoslovaquia para terminar con el acontecimiento denominado como "la primavera de Praga".
La ley y el orden también habían triunfado en París, donde el Partido Comunista prefirió destruir el movimiento estudiantil y laboral que puso al régimen gaullista de rodillas cuando se vio frente a la disyuntiva de apoyar un cambio drástico o respaldar al poder del Estado.
Aún no se había producido la matanza de estudiantes con la misma carga de idealismo en México, que fue en octubre, y las fuerzas antibélicas que llegaron hasta Chicago para la Convención de agosto de 1968 pensaban que estaban en la cresta de la ola de la historia.
El año comenzó con el lanzamiento de "la ofensiva del Tet" por parte del Vietcong, lo cual puso en serios aprietos a las fuerzas militares estadounidenses y dificultó los esfuerzos que hacía el Pentágono por convencer a la opinión pública de que este país iba ganando la guerra.
La ofensiva también tuvo otros efectos. "Destruyó para siempre la ilusión de la omnipotencia de Estados Unidos", opinó la escritora Barbara Ehrenreich, quien en esos tiempos era una dirigente pacifista.
Patrick Buchanan, columnista y conservador que en aquel momento ayudó a Richard Nixon a montar su campaña presidencial, advirtió que la ofensiva del Tet fue clave para los resultados de las elecciones presidenciales que tuvieron lugar tiempo después.
Los gobernantes del partido Demócrata estaban sumidos en la confusión. Eugene McCarthy, quien desafió la aspiración de reelección del presidente Lyndon Johnson desde antes del Tet, súbitamente subió en las encuestas.
En el lado opuesto el demócrata George Wallace anunció su lanzamiento como independiente, y su compañero de fórmula, un general retirado, fue quien más tarde hizo campaña para el uso de armas nucleares contra Vietnam, para poder ganar la guerra.
En marzo McCarthy sorprendió al país al imponerse sobre Johnson con 42 por ciento de los votos en la primaria de New Hampshire. Cuatro días más tarde Robert Kennedy, quien también tenía un mensaje antibélico y contaba con el respaldo de negros y jóvenes, se anotó en la carrera por la nominación.
A finales de ese mes, Johnson anunció que no aspiraba a la reelección y que suspendería los bombardeos sobre Vietnam del norte, con el que iniciaría de inmediato negociaciones de paz. Fue un momento histórico.
"La gente pensaba que había ganado", dijo Gitlin, quien al igual que muchos otros de su generación consideraba ganada la batalla y esperaba la elección de un progresista en las elecciones presidenciales del 4 de noviembre.
Pero el optimismo duró cuatro días. El cuatro de abril de 1968 un francotirador asesinó a Martin Luther King, líder indiscutido del movimiento por los derechos civiles, lo cual detonó graves disturbios en al menos 120 ciudades de Estados Unidos.
Dos meses más tarde, el seis de junio, Robert Kennedy también fue asesinado después de triunfar en las difíciles primarias de California. El movimiento de pacifistas y luchadores por los derechos civiles se había quedado huérfano.
A partir de ese momento la escena fue propicia para una confrontación en Chicago, donde el gobernador Richard Daley trató de impedir la llegada de los pacifistas hasta la Convención, para que nada impidiera la elección del vicepresidente Hubert Humprey como el candidato que derrotaría a Nixon.
La violencia y el caos que se desató fue transmitido en directo por la televisión, donde aparecieron las imágenes de personas blancas ensangrentadas, en su mayoría estudiantes de clase media, golpeados por la policía.
Fue un momento trágico para el partido Demócrata que desde 1935 había ocupado, salvo por un período de ocho años, la presidencia del país. El partido se dividió y, excepto por el período de Jimmy Carter a fines de los 70, no logró triunfar de nuevo sino hasta el fin de la guerra fría en 1992.
La debacle de Chicago abrió el camino para un triunfo de Nixon en las elecciones de noviembre. El político republicano aprovechó las divisiones evidenciadas en la Convención demócrata para atraer el voto de la clase trabajadora, a la que prometió ley y orden.
Nixon decidió continuar con la guerra y los bombardeos, y el conflicto duró otros siete años.
Los veteranos de las manifestaciones de Chicago y aquellos que apoyaron a Kennedy y King también se dividieron con el tiempo. Algunos blancos se radicalizaron aún más, mientras los promotores del "poder negro" ganaron influencia entre la comunidad negra.
Algunos se transformaron en "hippies" y se volcaron a la contracultura de las comunas, las drogas y el vegetarianismo. Otros optaron por continuar en política, pero desde organizaciones de base.
El año 1968 "reunió a este inmenso grupo de personas que eran enormemente idealistas y que tenían narices ensangrentadas y cicatrices para probarlo", comentó Mary Travers, del grupo Peter, Paul and Mary.
"Al final de ese año estaban tan devastados que muchos se abstuvieron de participar en otras iniciativas de su país. Y algunos seguimos haciéndolo", añadió. (FIN/IPS/tra-en/jl/mk/lc/ip/98