Los ataques con misiles del miércoles a Afganistán y Sudán se produjeron después de temores sobre la pérdida del poder internacional de Estados Unidos, tras meses de inacción en frentes claves.
La incapacidad del presidente Bill Clinton para responder a amenazas de líderes extranjeros como el presidente de Iraq, Saddam Hussein, y el líder serbio Slobodan Milosevic, desató en las útlimas semanas crecientes críticas de la elite de la política exterior en este país.
"Realmente hemos sido ineficaces en los últimos meses. Además de la cumbre con China y el trato con la Unión Europea sobre Irán y Cuba, no hicimos nada de relevancia", admitió un alto funcionario del Departamento de Estado (cancillería) que no dio su nombre.
La pasividad de Clinton, sea por sus problemas personales y legales a causa del escándalo sexual con Mónica Lewinsky o sus crecientes luchas con los republicanos en el Congreso, según estos observadores, socavó la posición de Washington en regiones estratégicas.
A comienzos de este mes, Thomas Friedman, encargado de la columna "Asuntos Exteriores" en el New York Times, sacudió a Washington sugiriendo la renuncia de Clinton si el presidente está demasiado distraído para enfrentar estos desafíos.
Friedman escribió, inmediatamente después de los atentados con bomba contra las embajadas de Estados Unidos en Nairobi y Dar es Salaam, que "la retórica activista sin un presidente activista parece una fanfarronada".
"Al fin de cuentas, terminamos con todas las desventajas de ser el país más rico y poderoso del mundo -todos nos atacan- sin las ventajas, como sentir que estamos moldeando los hechos mundiales a nuestra manera", agregó.
Friedman y otros comentaristas destacaron que Washington sufrió una serie de derrotas de política exterior en los últimos meses, mientras países enemigos y aliados ignoraban o atacaban los intereses de Estados Unidos.
En mayo, por ejemplo, la secretaria de Estado, Madeleine Albright, emitió un ultimátum público al primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, para que suscribiera al plan de Estados Unidos de retiro de sus tropas de Cisjordania o fuera nombrado como el principal obstáculo para revitalizar el proceso de paz árabe-israelí.
Netanyahu ignoró la amenaza y lanzó una campaña de presión para que el ultimátum fuera retirado, y Clinton dejó de respaldar a Albright, con el resultado de que el proceso de Oslo puede haber alcanzado su etapa terminal.
El mismo mes India hizo cinco pruebas nucleares, dando un gran golpe a la política de no proliferación del gobierno. A pesar de intensas presiones, incluyendo llamadas telefónicas de Clinton al primer ministro Nawaz Sharif, Pakistan siguió adelante e hizo sus propios experimentos.
Clinton impuso sanciones contra ambos países, según requieren las leyes existentes, y luego, bajo presión de empresarios e intereses agroindustriales estadounidenses, trabajó con el Congreso para retirar las más duras.
En junio, cuando Milosevic lanzó ofensivas contra albaneses en Kosovo, Washington respondió con nuevas amenazas, incluyendo una posible intervención militar, respaldada por ejercicios militares de la Organización para el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) sobre la frontera de Serbia y Albania.
Milosevic las ignoró. Desde entonces, unos 500 civiles kosovares murieron y 200.000 fueron desplazados de sus hogares por las tácticas de "limpieza étnica" que crearon uno de los peores desastres humanitarios de 1998.
De modo similar, la decisión de Hussein a comienzos de agosto de suspender la cooperación con los inspectores militares de la Organización de las Naciones Unidas, a pesar de un acuerdo escrito con el secretario general del foro mundial, constituyó un gran desafío a la promesa pública de Clinton de que tomaría acciones militares, si fuera necesario unilateralmente,.
El acuerdo de febrero, alcanzado bajo amenaza de ataques áreos de Estados Unidos, fue citado por la administración, al ser firmado, como un ejemplo perfecto de "diplomacia respaldada por la fuerza", de la cual se enorgulleció Washington en sus éxitos en Haití y Bosnia-Herzegovina.
Pero el fracaso de respaldar las medidas con la fuerza se burla de esa estrategia, según el columnista del Washington Post Jim Hoagland, quien exigió una represalia "inmediata" contra los culpables de los atentados en Africa oriental.
"Los dictadores iraquí y yugoslavo (…) ilustran las carencia de la diplomacia basada en la amenaza, la mayor flecha en el carcaj. Las amenazas de Clinton perdieron credibilidad a medida que se distrajo y fue más atacado en el frente interno", escribió Hoagland la semana pasada.
La creciente sensación de impotencia aumentó en las últimas semanas con el fracaso de Clinton para que el Congreso apruebe 18 millones de dólares que el Fondo Monetario Internacional necesita, mientras la crisis económica asiática persiste y se expande.
A la vez, hay señales de que Corea del Norte estaría instalando una nueva planta nuclear, ante la ausencia de ayuda prometida por Estados Unidos.
"Ni siquiera podemos hacer que (los aliados de Washington) Eritrea y Etiopía dejen de combatir", destacó un asesor del Congreso la semana pasada.
El senador republicano John McCain, quien se manifestó a favor de los ataques con misiles, dijo que 'durante al menos los últimos siete meses este gobierno ignoró fuertes amenazas a la seguridad nacional, además" de los atentados a las embajadas.
"Espero que el presidente no limite sus actividades a esto, sino que haga frente a las otras cuestiones que también afectan los problemas de seguridad nacional de nuestra nación en el largo plazo", agregó McCain. (FIN/IPS/tra-en/ips/jl/lp/ip/98