Unos 300 soldados ecuatorianos infiltrados en Perú están casi rodeados por tropas peruanas superiores en número y su única alternativa es el regreso a su país, según una versión extraoficial conocida en la capital de Perú.
"Los soldados peruanos y ecuatorianos están casi mirándose, a unos 100 metros de distancia y en cualquier momento podrían entablar combate", aseguró la fuente, basada en el informe que, en sesión secreta, el canciller Eduardo Ferrero entregó el martes al parlamento de Perú.
Un clima prebélico se instaló entre los dos países desde el 29 de julio, cuando dos oficiales del ejército peruano fueron heridos por minas sembradas por soldados ecuatorianos que, según Lima, se habrían infiltrado en territorio de Perú.
Las conversaciones diplomáticas para resolver el litigio fronterizo están interrumpidas y el acuerdo de paz, que parecía inminente hace algunas semanas, se ve otra vez lejano, a pesar de que ambos gobiernos formulan declaraciones pacifistas.
La impresión predominante en los círculos políticos peruanos es que el nuevo presidente de Ecuador, Jamil Mahuad, está atrapado por la maniobra de los "halcones" de las Fuerzas Armadas de su país, quienes habrían provocado los incidentes militares para cerrar el paso al acuerdo de paz.
La denuncia peruana de intrusión de tropas ecuatorianas fue rechazada por Ecuador. El gobierno ecuatoriano señala que, al no estar totalmente demarcada la frontera común, no se puede hablar de infiltración.
Ante esta declaración ecuatoriana, Ferrero replicó que la línea fronteriza establecida por el Protocolo de Río de Janeiro, de 1942, fue respaldada hace algunas semanas por el dictamen técnico de los garantes de ese mismo tratado y debe ser respetada.
"El presidente Mahuad parece sincero, pero lo cierto es que Ecuador ha regresado a su vieja táctica de provocar incidentes militares y, al mismo tiempo, hablar de supuestas intenciones agresivas de Perú", comentó el general retirado Edgardo Mercado Jarrín, ex canciller de Perú.
Mercado Jarrín, director del Instituto de Estudios Estratégicos y Geopolíticos de Perú, concuerda con la decisión del presidente Alberto Fujimori de apelar a la acción diplomática para sacar a los soldados intrusos.
"Tenemos mayor poderío militar y podríamos abatir al contingente ecuatoriano infiltrado, pero eso nos conduciría, probablemente, a una escalada bélica, que tenemos que evitar hasta donde sea posible", añadió.
Otro militar retirado, el general Sinesio Jarama, declaró a IPS que "con seguridad, un nuevo conflicto armado ya no quedaría circunscripto a un foco, como ocurrió en 1995".
Jarama destacó que algunos estrategas del ejército peruano propusieron alguna vez adoptar la táctica de la llamada "prenda territorial". Es decir, la captura de alguna ciudad ecuatoriana para forzar a Quito a aceptar las fronteras establecidas por el Protocolo de 1942, que se niega a reconocer.
En la sesión secreta del martes, Ferrero aseguró a los legisladores que los soldados ecuatorianos ingresaron en Perú por nueve puntos a lo largo de 18 kilómetros de frontera en la cordillera del Cóndor.
Esos nueve puntos se hllan al sur de la zona bajo control de la Misión de Observadores Militares Ecuador-Perú (MOMEP) que supervisa desde 1995 el cumplimiento del alto del fuego entre ambos países.
Ferrero obtuvo el respaldo casi unánime del Congreso a su propuesta de no intentar el desalojo por la fuerza de las tropas ecuatorianas y solicitar a los cuatro países que conforman la MOMEP (Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos) que gestionen el retiro de ese contingente.
Con esa decisión, el gobierno de Fujimori intenta preservar las negociaciones diplomáticas iniciadas en 1995 para resolver la disputa territorial originada por el desconocimiento ecuatoriano del Protocolo de Río de Janeiro.
Ecuador arguye que el Protocolo contiene errores que lo invalidan y que, además, le fue impuesto por tropas peruanas ocupantes.
La última de las tres guerras libradas por ecuatorianos y peruanos se produjo en 1995, y Argentina, Brasil, Chile y Estados Unidos, los cuatro países garantes del Protocolo de 1942, lograron detener el fuego y llevar a la mesa de negociaciones a los combatientes.
Las conversaciones avanzaron notablemente y, después de que una comisión técnica de los países garantes ratificara la línea fronteriza establecida en 1942, la firma del acuerdo definitivo de país parecía cercana.
Pero Fabián Alarcón, que el lunes entregó la presidencia de Ecuador a Mahuad, consideró que debía ser su sucesor quien completara las conversaciones diplomáticas y pusiera fin al litigio fronterizo más candente de América del Sur.
Al asumir el mando, Mahuad propuso a Fujimori firmar la paz y resolver con flexibilidad el diferendo fronterizo.
Pero en Lima se entiende que las negociaciones no pueden reanudarse mientras haya tropas ecuatorianas en territorio peruano.
La MOMEP cree que la solución sería ampliar el área bajo su control, para englobar la zona en que Perú ha denunciado la presencia de tropas ecuatorianas. Pero el gobierno de Fujiomori no acepta los términos de la propuesta.
Perú considera que la medida sugerida por la MOMEP alentaría a Ecuador a desestabilizar la frontera infiltrando soldados en territorio peruano, para proponer luego la desmilitarización de esas zonas ocupadas. (FIN/IPS/al/ff/ip/98