La mayoría de los habitantes de Francia manifestó estar inquieta por el consumo inadvertido de alimentos modificados genéticamente, de acuerdo a dos estudios realizados en los últimos dos meses.
Una encuesta hecha en julio por el Centro de Investigación de Estudios, Documentación y Observación de las Condiciones de Vida reveló que 88 por ciento de los consultados está preocupado por los eventuales riesgos a los que están expuestos por consumir alimentos transgénicos sin saberlo.
Paralelamente, el centro de ensayos del Instituto Nacional del Consumo informó que luego de una análisis realizado a 45 procuctos fabricados en base a soja y maíz se descubrió que nueve de ellos contenían elementos genéticamente modificados.
El centro también explicó que en ninguno de los etiquetados de esos productos se mencionaba la situación, lo que produjo un fuerte malestar e hizo saber que no aceptará más que se burle el derecho de los consumidores a ser informados.
Una reunión del Comité respectivo del Códex Alimentarius, encargado de establecer las normas internacionales sobre etiquetado de productos alimentarios, impidió que sea obligatorio informar en el etiquetado si contienen o no insumos transgénicos.
En este encuentro, realizado en mayo en Ottawa, los representantes de la industria alimentaria y los delegados de Estados Unidos, Brasil Canadá, Nueva Zelandia y Australia se opusieron a fijar un etiquetado obligatorio para esos productos.
Por su parte, las delegaciones de India y Noruega respaldaron el derecho de los consumidores a la información, pero quedaron en minoría.
En el Códex y sus comités están representados los gobiernos de los países que forman parte de la Organización Mundial de la Salud y del Fondo de Naciones Unidas para la Agricultura. (FIN/Consumers International-IPS/98). (CREDOC