Cuatro de los cinco principales partidos de izquierda de Colombia recibieron un llamado de alerta con la decisión de las autoridades electorales de suspender su personería jurídica debido a la baja votación que obtuvieron.
La decisión del Consejo Nacional Electoral (CNE), tomada en base al escrutinio de las elecciones legislativas del 8 de marzo, afectó al Partido Comunista de Colombia (PCC), el ex guerrillero Movimiento 19 de abril (M-19), la Corriente de Renovación Socialista (CRS) y el Movimiento Obrero Independiente (MOIR).
Estas organizaciones dejaron de existir, al menos para el sistema jurídico colombiano, por no haber reunido los 50.000 votos exigidos como mínimo por el CNE para el reconocimiento de la personería.
La Unión Patriótica (UP), que surgió de un sector de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que acordó la paz con el gobierno en 1984, mantuvo su personería jurídica porque participó en las elecciones aliado con un sector del Partido Liberal.
La caída de la popularidad que motivó la cancelación de la personería de cuatro de las cinco mayores colectividades de izquierda dejó en evidencia que esas organizaciones deben someterse a un serio replanteamiento para sobrevivir.
Expertos consideran que los resultados electorales no son más que el reflejo de una crisis que comenzó muchos años atrás, con la debacle de los regímenes socialistas a finales de la década del 80 y en la que confluyeron diversos factores internos y externos.
Jaime Angarita, editor político del periódico Voz, perteneciente al PC, atribuyó parte de la caída electoral de la izquierda a la profunda división que sufren sus partidos que la integran, "alimentada por intereses grupistas y diferencias ideológicas".
Pero Angarita advirtió que el exterminio físico sistemático de sus líderes no es ajeno a este panorama.
El ex senador comunista Hernán Mota está exiliado por amenazas de los grupos paramilitares y el senador Manuel Cepeda fue asesinado en 1996, al igual que 3.000 activistas de la UP, más de la mitad de su militancia.
"Esos factores negativos nos impidieron proyectarnos como alternativa real y lanzaron a la población civil hacia el bipartidismo", dijo Angarita a IPS.
En opinión de Angarita, la ausencia de la izquierda en el Congreso y los resultados electorales no significan su desaparición ni mucho menos su ausencia de las luchas populares, "pero sí una voz de alerta para labrar con decisión el camino de la unidad".
El sacerdote jesuita Javier Sanín, decano de la facultad de Ciencia Política de la privada Universidad Javeriana, afirma que la crisis de la izquierda se debe a que esa corriente carece de una organización que le permita llegar a los electores y le dé representatividad.
El politólogo independiente Ricardo Harnar atribuyó parte del fracaso electoral de la izquierda al "feroz enfrentamiento" que sus exponentes "sostuvieron durante mucho tiempo" y el sectarismo que los caracterizó, entre otros "graves errores".
Para Harnar, con excepción de algunos grupos poco significativos, la izquierda en Colombia ha sido "con razón o sin ella" relacionada con la guerrilla y en esas condiciones a sus partidos les resultaba difícil desarrollarse.
Pero con el proceso de diálogo que se propone iniciar el nuevo presidente, Andrés Pastrana, ese relacionamiento con la guerrilla podría convertirse en un factor favorable para la UP, el M-19 y la CRS, que fueron creados por ex guerrilleros que abandonaron la clandestinidad.
Javier Sanin sostuvo que, a pesar de que en este momento esas organizaciones no tienen personería jurídica, "siguen contando como puntos de referencia" y podrían convertirse no solo en aliados para la paz sino en representantes de los ciudadanos que conservan una ideología de izquierda.
Vicente Torrijos, director de la estatal Escuela de Alto Gobierno, afirmó que la izquierda no solo ha sufrido crisis en Colombia sino en paises como Francia e Italia, donde también ha tenido que renovarse para no perder su vigencia ideológica.
Algunos analistas afirman que para eso se requieren cambios políticos que eliminen las ventajas con que cuentan los partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador, y un ambiente de tolerancia y de democracia real en el que puedan actuar sus activistas sin temer por sus vidas. (FIN/IPS/yf/mj/ip/98