La escalada guerrillera de este mes en Colombia, que causó hasta ahora unos 300 muertos entre insurgentes y militares, puso en el centro del debate la falta de operatividad de unas Fuerzas Armadas sumidas en profunda crisis.
Los golpes insurgentes "sicológicos" de las tres últimas semanas demostraron que "es urgente equilibrar la situación militar", dijo el ministro de Defensa, Rodrigo Lloreda.
El desafío para las Fuerzas Armadas en el gobierno que comenzó el día 7 será mostrar "una mayor eficiencia y capacidad operativa" para afrontar los retos futuros, dijo Lloreda.
El funcionario afirmó este martes que en las Fuerzas Armadas "existe un buen clima de autocrítica y reflexión", e insistió en la necesidad de mejoramiento tecnológico y reentrenamiento en tácticas militares para permitirles anticiparse a acciones insurgentes y lograr mejores resultados.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), principales organizaciones insurgentes de este país, desataron entre el día 3 una ofensiva en 17 de las 32 provincias en que se divide el territorio.
El saldo de la ofensiva es hasta este martes de al menos 200 combatientes muertos y 136 soldados prisioneros de los rebeldes.
Según los guerrilleros, en esta ofensiva las bajas del bando militar fueron 160, pero fueron 75 según las Fuerzas Armadas. Unos 600 hombres de las FARC iniciaron este viernes otra escalada en la estratégica región de Urabá (noroeste), que, según cifras oficiales, dejó 36 militares y 63 guerrilleros muertos.
"Somos humanos y nos equivocamos", dijo este lunes un joven soldado a la radioemisora Radionet, cuando explicó cómo su grupo de 200 hombres fue atacado por los insurgentes en una "operación envolvente". "Por cada guerrillero que matábamos, aparecían otros cuatro", agregó.
Uno de los objetivos del gobierno es incrementar la proporción de la fuerza de combate. Hoy, por cada combatiente revistan ocho funcionarios de soporte.
El presidente Andrés Pastrana cree que el diálogo anunciado entre el gobierno y las FARC y el ELN se desarrollará en medio de la guerra, para lo que comenzó cambios en la cúpula militar.
El nuevo comandante de las Fuerzas Armadas es el general Fernando Tapias, que es considerado un intelectual y que cuenta con el reconocimiento en sus tropas y del gobierno de Estados Unidos.
Pero Eduardo Pizarro, del Instituto de Estudios Poliíticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la estatal Universidad Nacional, sostuvo que el país requiere "una profunda reforma militar" más que una renovación de la cúpula de las Fuerzas Armadas.
Pizarro dijo a IPS que "dar de baja a unos cuantos militares no es la solución para enfrentar los pobres resultados de las Fuerzas Armadas en la guerra".
El analista del IEPRI sugirió abrir un proceso similar al que se desarrolló hace varios años en la Policía, que sufría alta incidencia de corrupción y falta de credibilidad.
En esa oportunidad se crearon dos comisiones, una designada por la propia Policía, que consideró el funcionamiento interno del cuerpo, y otra creada por el gobierno y con participación ciudadana que estudió las relaciones de la institución con la sociedad y el Estado.
"Esa exitosa experiencia podría aplicarse, con ajustes, en las Fuerzas Armadas", afirmó Pizarro.
Todas las Fuerzas Armadas de América Latina se embarcaron en un proceso de transformación para adecuarse "a los parámetros del nuevo orden internacional de posguerra fría y Colombia es la única excepción", debido a la "persistencia obsoleta" del conflicto interno, agregó.
Para Pizarro, eficacia de las Fuerzas Armadas frente a la insurgencia es un aspecto importante, pues está planteada, tanto por la guerrilla como por el gobierno, una negociación en medio de la guerra.
Pero, agregó, también es importante pensar en un nuevo modelo institucional, con fundamentos más acordes "con la revolución democrática global y sus nuevos valores y códigos".
Jaime Zuluaga, también del IEPRI, consideró que las Fuerzas Armadas necesitan un cambio profundo, que implique el replanteamiento de sus relaciones con la sociedad civil, la profesionalización de sus hombres y la abolición del servicio militar obligatorio.
Zuluaga dijo que a la falta de operatividad de las Fuerzas Armadas se debe agregar la débil legitimidad que tienen a causa de violaciones de derechos humanos.
Otros analistas consideran que también los nexos de algunos de sus miembros con grupos paramilitares, denunciados incluso por el gobierno de Estados Unidos y grupos internacionales de derechos humanos, también afectan la credibilidad de la institución. (FIN/IPS/yf/mj/ip/98