El gobierno de China rompió el silencio sobre la violencia contra personas de origen chino en Indonesia, para manifestar su "grave preocupación" y, además, permitir pequeñas protestas.
Cientos de civiles manifestaron la semana pasada y durante el día de la independencia de Indonesia el lunes, para demandar justicia por las matanzas y violaciones sistemáticas de personas chinas durante el alzamiento popular contra el gobierno del ex dictador Alí Suharto en mayo.
Las protestas públicas son un evento destacado en un país como China, que utilizó soldados para suprimir el movimiento estudiantil demócrata en la plaza Tiananmen hace nueve años, masacarando a centenares de manifestantes.
Desde la sangrienta represión del 4 de junio de 1989, Beijing evitó cualquier clase de demostraciones sociales, temiendo que quedaran fuera de control y se volvieran contra el gobierno.
Pero en dos ocasiones la semana pasada, las personas se reunieron frente a la embajada de Indonesia en Beijing para protestar por los ataques contra chinos, y las autoridades permitieron que las demostraciones siguieran su curso.
Esto llevó a los observadores a concluir que el gobierno ablandó su actitud rígida hacia las pequeñas protestas.
La aprobación tácita de las demostraciones también marca un cambio imprevisto en la actitud diplomática de Beijing, que buscó una imagen de no interferencia a favor de los millones de chinos ciudadanos en otros países.
Después que Suharto llegó al poder en 1965, Beijing envió barcos para recoger a chinos que huían del caos tras el golpe de Estado abortado en Indonesia. Desde entonces las relaciones fueron frías, y los lazos diplomáticos se restituyeron recién en 1990.
A tres meses de los disturbios populares contra Suharto, Beijing parece haber abandonado su política pública de "no interferencia" en los asuntos de otros países.
El 3 de agosto, el oficialista Diario del Pueblo, vocero del gobernante Partido Comunista, presentó un editorial exigiendo la protección total de los derechos de todos los indonesios y demandando una investigación sobre las violaciones de mujeres de origen chino.
Un día después el Diario de la Juventud de Beijing, uno de los más populares en la capital, presentó una amplia cobertura sobre las atrocidades cometidas en Yakarta y otras ciudades durante los alzamientos que pusieron fin a los 32 años de gobierno de Suharto.
Revelaciones de grupos defensores de los derechos humanos de que unas 150 mujeres fueron víctimas de violaciones múltiples en Yakarta, en lo que pareció ser un operativo organizado, desató la indignación en Beijing.
Antes de que el Diario de la Juventud de Beijing presentara su informe, las noticias se habían filtrado en Internet y medios extranjeros. Protestas contra la violencia antichina han tenido lugar en Singapur, Malasia, Taiwan y Filipinas.
La primera carta entregada por manifestantes chinos al gobierno de Indonesia a través de su embajada en Beijing la semana pasada tuvo el apoyo de 200 firmantes, que compararon el tratamiento de los chinos indonesios al de los judíos en la Alemania nazi.
La carta solicitó permiso para que grupos civiles chinos sean testigos de los juicios de los culpables de las violaciones cometidas en mayo, si estos tienen lugar.
Aunque las protestas de Beijing tuvieron la meta de la solidaridad con los chinos indonesios, no carecen de significado y resonancia internos.
Lo más destacable, y quizá preocupante para las autoridades, es que las protestas unieron a familiares de las víctimas de la masacre de Tiananmen y ex participantes del movimiento estudiantil de 1989.
Jiang Qisheng, expulsado de la Universidad Popular tras la masacre, figura entre los manifestantes contra la violencia en Indonesia. Alrededor de un cuarto de los firmantes de la carta son familiares de víctimas de la masacre de 1989.
Ding Zilin, profesora de estética en la Universidad Popular, quien perdió a su hijo en la represión de Tiananmen, dijo que esta es la mayor actividad organizada desde 1989.
"Durante todos estos años, recibimos inmenso respaldo de chinos en todas partes del mundo. Nos ayudaron con dinero, donaciones y respaldaron nuestra causa de todas las formas posibles. Ahora les brindamos nuestro amor a cambio", dijo Ding. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/lp/ip hd/98