El Banco Central de Chile reaccionó con calma ante la catastrófica semana bursátil que vivió el país y ratificó su fórmula para enfrentar la crisis asiática, que se resume en defender la moneda nacional sin pretender torcer las tendencias del mercado.
"Esta crisis asiática ha golpeado a Chile sin que tengamos mucho que ver en el problema", dijo Pablo Piñera, consejero del Banco Central, al analizar la caída en picada que experimentó el mercado bursátil hasta el jueves último.
El índice de precios selectivo de acciones (IPSA) se recuperó levemente el viernes, para crecer 0,17 por ciento, tras la gran caída de 6,22 por ciento del jueves, que llevó el retroceso acumulado en el año por encima de 35 por ciento.
En la semana que termina, el IPSA tuvo su peor comportamiento desde febrero de 1983, cuando los coletazos del "shock" de la deuda externa y el "crack" financiero llevaron a la dictadura de Augusto Pinochet a intervenir y liquidar numerosos bancos.
Desde este lunes, el Banco Central eliminará el encaje bancario de 10 por ciento para las transacciones bursátiles en ADR (American Depositary Receipts), que son los títulos que las grandes empresas chilenas cotizan en Wall Street.
De esta forma, se planea atraer capitales externos para paliar la crisis de liquidez de la bolsa, donde las caídas han causado durante 1998 pérdidas por 15.000 millones de dólares al patrimonio de las 40 sociedades que conforman el IPSA.
El encaje bancario es un depósito de garantía que se retiene por un año en los ingresos de capitales no productivos. Su tasa, originalmente de 30 por ciento, fue rebajada a 10 por ciento el 25 de junio en el marco de un conjunto de medidas anticrisis.
Según Piñera, las decisiones adoptadas en esa oportunidad por el presidente del Banco Central, Carlos Massad, y el ministro de Finanzas, Eduardo Aninat, constituyen la "carta de navegación" del país en la actual emergencia.
El encaje bancario cumplió su función cuando el problema era el exceso de entrada de capitales extranjeros, señaló Piñera, aludiendo a la salvaguarda que significó este instrumento a comienzos de la década contra los llamados capitales golondrinas.
El problema ahora es a la inversa y lo que escasea son los ingresos de divisas, no obstante lo cual el instituto emisor se abstuvo de eliminar completamente el encaje para los créditos y sólo lo hizo para los ADR.
Y es que la máxima del Banco Central de Chile es actuar siempre con calma y adecuar permanentemente sus medidas e instrumentos "a las nuevas circunstancias", según recalcó el consejero en declaraciones al diario La Segunda.
En el tormentoso mar de la crisis que nació en el sudeste asiático, subió luego a Japón y ahora ahoga a Rusia con oleajes fuertes en América Latina, Massad y su equipo aseguran que no variarán la "carta de navegación" fijada el 25 de junio.
Las medidas crediticias, financieras, cambiarias y fiscales adoptadas entonces configuraron un endurecimiento del ajuste, con planes de austeridad en el gobierno y de encarecimiento del crédito para estimular el ahorro.
Si la crisis continúa acentuándose, lo que cabe es endurecer aún más el ajuste, según el discurso del Banco Central, que de este modo descarta golpes de timón que cambien el rumbo trazado hace dos meses, cuando la recesión llegó a Japón.
De acuerdo a esta estrategia, no corresponde cerrar la economía chilena como forma de protección, porque ello comprometería el futuro de un país que desde la década de los 70 apostó al crecimiento por la vía de las exportaciones.
Es la misma internacionalización de la economía chilena la que abrió flancos bursátiles en las presentes turbulencias, pese a que el país no tuvo ninguna intervención ni responsabilidad en el surgimiento y en la expansión de la crisis.
"Una economía cerrada nos hubiera condenado a un crecimiento bajísimo", señaló Piñera, quien recordó que aún en la actual situación Chile proyecta para 1999 un crecimiento del producto interno bruto (PIB) de cinco por ciento con una inflación de 4,5 por ciento.
Este crecimiento será menor al promedio anual de siete por ciento que el país muestra en la presente década, pero responde a una estrategia planeada desde antes de la crisis, que privilegia la baja constante de la inflación.
En ese sentido, el gobierno y el Banco Central insisten en que la crisis asiática y sus factores de expansión obligaron a reajustar metas, pero no variaron la estrategia central, no obstante la gravedad del fenómeno.
En lo inmediato, lo que se busca corregir es el déficit de cuenta corriente, para lo cual el ministro de Hacienda se comprometió a que el próximo año el porcentaje de aumento del gasto público estará medio punto por debajo del PIB.
En el frente financiero, los esfuerzos se orientan a defender el peso chileno, asediado por los constantes incrementos en la cotización del dólar, como consecuencia de las masivas ventas de acciones para invertir en compras de divisas.
El embate contra el peso es un problema serio para el Banco Central, pero aún en esta materia se busca mantener la calma, apuntando a la corrección de los desajustes cambiarios con aumentos de las tasas crediticias, venta de reservas y liberalización del ingreso de capitales.
Piñera dijo que el Banco Central está dispuesto a pagar un costo en la defensa del peso, pero en ningún caso irá contra las tendencias del mercado. (FIN/IPS/ggr-ml/if/98