Miles de niños y niñas recogen desperdicios en las calles y basurales de la capital de Camboya, arriesgando su salud a cambio de una paga miserable.
En el basurero municipal de la ciudad, grupos de niños se abren paso entre los desechos humeantes en busca de latas, cristal, plástico y papel que luego venderán para su reciclaje.
Los desperdicios son para cada vez más menores el único medio de supervivencia en Phnom Penh.
Esto es apenas uno de los síntomas del retroceso económico general del país, resultado de décadas de guerra civil y agitación social, coinciden agencias gubernamentales e internacionales.
Camboya es uno de los 20 países más pobres del mundo. El Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas de 1997 indica que casi 40 por ciento de sus más de 10 millones de habitantes viven por debajo de la línea de pobreza.
Los niños de entre cinco y 14 años representan alrededor de 30 por ciento de la población total, y se estima que más de 10 por ciento de ellos se desempeñan como obreros, en condiciones duras y antihigiénicas, por lo que reciben salarios míseros.
En Phnom Penh, donde vive casi 71 por ciento de la población urbana de Camboya, la recolección de basura es, junto con la explotación sexual, una de las actividades que presenta riesgos más serios para la salud de los niños que trabajan.
La ineficiencia de las empresas privadas que desde 1994 recogen la basura en Phnom Penh convierte a esa función en una buena opción para los menores, explicó la Organización Comunitaria de Higiene y Reciclaje (OCHR).
Se estima que el millón de habitantes de la ciudad genera más de 388 toneladas de desperdicios domésticos por día, una cifra que crecerá con el aumento de la población.
"Hace unos pocos años, solo se veía en ocasiones a niños en las calles, pero hoy se ha convertido en un fenómeno común", observó Leonard De Vos, representante del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) en Camboya.
En el último lustro, la cantidad de menores trabajando en las calles de esta capital aumentó de 7.000 a 25.000, pero De Vos cree que la situación aún no es "un gran problema".
Huan, un adolescente, recoge basura hace dos años y gana menos de un dólar por día, con lo que alimenta a sus cuatro hermanos menores. "No puedo ir a la escuela porque tengo que darle de comer a mi estómago", comentó, con actitud realista.
De acuerdo con Ngy Chan Pal, subsecretario del Ministerio de Desarrollo Rural, la mayor prioridad del país en este momento es la estabilidad política. Sin ella, no se puede solucionar ningún otro problema, afirmó.
"Primero necesitamos paz", dijo, en relación con las reiteradas erupciones de violencia entre los diferentes grupos políticos del país.
El incipiente sector no gubernamental de Camboya cree, sin embargo, que se debe asistir a los necesitados en las áreas urbanas, para que vivan y trabajen en condiciones más seguras y lucrativas.
Los menores que trabajan con la basura son objeto de varios programas de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, que debaten la conveniencia de que los niños dejen esas tareas o de que mejoren las condiciones en que las realizan.
"Los niños recolectores de basura en Phnom Penh trabajan en condiciones inhumanas y están en lo más bajo de la escala social. Necesitan atención especial del gobierno y de las organizaciones independientes de desarrollo", indicó Shiva Kumar, de la Organización Comunitaria de Higiene y Reciclaje (OCHR).
Camboya no es el único país donde se presenta esta situación. El empleo de niños y niñas es un problema en toda la región Asia- Pacífico, donde unos 72 millones trabajan, según la Organización Internacional del Trabajo.
En Bangladesh, por ejemplo, los niños de entre 10 y 14 años constituyen 30 por ciento de la fuerza laboral.
En el sudeste asiático, los porcentajes de niños dentro del total de trabajadores son un poco menores, pero aun importantes: 16 por ciento en Tailandia, 9,5 por ciento en Indonesia, ocho por ciento en Filipinas y nueve por ciento en Vietnam.
Observadores sociales dicen que, junto con la pobreza, las familias desmembradas y la violencia doméstica son los principales factores que empujan a los niños a salir a las calles.
Encuestas realizadas en Camboya revelan que 32 por ciento de las familias que se dedican a la recolección de basura tienen al frente una mujer divorciada o viuda, que obliga a sus niños a dedicarse a esa tarea para sobrevivir.
Mitigar la abrumadora pobreza en este país puede llevar muchos años, pero hay organizaciones no gubernamentales que trabajan para ayudar a los recolectores de basura en el corto plazo.
Sus métodos varían. Algunas trabajan con orfanatos del estado para mejorar el cuidado de niños y reducir la cantidad de menores en las calles.
Otras organizaciones brindan incentivos financieros a familias para que envíen a sus hijos a las escuelas, no a recoger basura.
La OCHR propone un camino diferente: instruir a los menores recolectores de basura sobre la protección de sus derechos, hábitos sanitarios y formas de obtener mejores precios por los desperdicios que recogen.
Las heridas e infecciones, el acoso policial y de pandillas de delincuentes y los bajos precios que los intermediarios pagan por sus desechos son los principales problemas que afrontan los niños basureros de Phnom Penh.
Heng Yon Kora, de OCHR, informó que su organización creó un centro "donde los niños y las mujeres pueden ir a descansar, recibir servicios de salud y asesoramiento sobre cómo obtener los mejores precios por la basura recolectada"o.
Inspirados por experiencias similares en otras partes del sur de Asia, este grupo piensa formar una organización de recolectores de desperdicios, y alentar a las asociaciones vecinales a contratarlos de manera profesional.
"Para nosotros el problema no es sólo la pobreza sino también el respeto y la dignidad del trabajo que realizan los basureros", dijo Shiva Kmar, de OCHR.
Agregó que es hora de que la sociedad camboyana reconozca y recompense el trabajo de estos niños, pues "aunque lo hacen por su propia supervivencia, sin su contribución se produciría un colapso del ambiente urbano".
(*) IPS pone a disposición de sus suscriptores este material por un acuerdo de distribución con la institución internacional Panos Features de Londres (FIN/PANOS/tra-en/ss/di-mj/hd/98