Las actividades culturales representan en Brasil cerca de uno por ciento del producto interno bruto (PIB) y generan más empleos que industrias consideradas clave, como la automovilística.
En 1994 había en Brasil 509.507 personas ocupadas en la producción cultural, 53 por ciento más que en la de vehículos y autopartes y 90 por ciento más que en la industria electroelectrónica, informó el miércoles el ministro de Cultura, Francisco Weffort.
En el área privada se desempeñan 76,7 por ciento de los trabajadores del sector cultural, y 9,7 por ciento están empleados en las administraciones central, provincial y municipal. El resto, 13,6 por ciento, son trabajadores autónomos.
El valor de los productos y servicios del sector cultural alcanzó el año pasado a 6.000 millones de dólares, el equivalente a uno por ciento del PIB de 1994, el último año del que se tiene datos detallados y confiables, destacó el ministro.
Los datos son resultado de un estudio que el Ministerio de Cultura encargó a la Fundación Joao Pinheiro, un centro de investigaciones de Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais.
Las estadísticas recogidas por el estudio evidencian, en realidad, el descenso de la participación de la cultura en el PIB brasileño, que era de 1,1 por ciento en 1980, aunque el personal ocupado aumentó desde entonces de 0,7 a 0,8 por ciento del total.
Debido a que el desempleo es la primera preocupación de la población, las actividades culturales ganaron importancia en el programa de los candidatos que se presentarán a las elecciones del 4 de octubre.
El presidente Fernando Henrique Cardoso anunció que en el nuevo periodo de gobierno que parecen asegurarle las encuestas concederá prioridad al turismo y al área cultural como fuentes de empleo.
El capítulo cultural del programa electoral de Cardoso destaca el apoyo a la producción audiovisual, recordando que el cine creó 250.000 nuevos empleos en Estados Unidos desde 1985.
El cine brasileño, casi desaparecido en la primera mitad de esta década, por la interrupción del apoyo oficial, renació en los cuatro últimos años. Las películas producidas en el país sólo atrajeron a 350.000 espectadores en 1994, pero la cantidad aumentó a más de dos millones en 1997.
La meta de Cardoso para su segundo mandato es multiplicar por cuatro la participación del cine brasileño en el mercado nacional de audiovisuales, que se limita ahora a cinco por ciento, según el programa del candidato oficialista.
De alcanzarse ese objetivo, Brasil podría exportar anualmente producciones audiovisuales por valor de 140 millones de dólares y el empleo aumentaria en gran medida en el sector.
El salario en el área cultural duplica la retribución promedio del país, aunque es inferior a la paga en las industrias automovilstica y electroelectrónica, señaló Antonio Braz, director del Centro de Estadística de la Fundación Joao Pinheiro.
Otra investigación reveló que en Bahía, la cultura ya ocupa a 7,2 por ciento de los 1,3 millones de trabjadores de ese estado del nordeste y representa 4,4 por ciento del PIB provincial. Sólo es superada por la industria de transformación, que proporciona 8,6 por ciento del empleo total.
El estudio de la Secretaria de Cultura indicó que las familias de Bahía destinan como promedio ocho por ciento de su presupuesto mensual al consumo de bienes culturales, como discos, libros y espectáculos teatrales y de cine.
El Ministerio de Cultura invierte anualmente cerca de 70 millones de dólares en el patrimonio histórico, artístico y cultural del país, lo que representa la generación de 12.800 nuevos empleos cada año, aseguró el ministro.
Pero el principal mecanismo de promoción de actividades culturales es el estímulo fiscal. Varias leyes y reglamentaciones permitieron revitalizar algunas áreas, como el cine, movilizando recursos privados.
El estudio de la Fundación Joao Pinheiro comprobó que 53 por ciento de un grupo de 111 empresas de varios sectores optan por invertir en cultura como forma mejorar su imagen ante el mercado consumidor.
Las inversiones en cultura de esas 111 empresas aumentaron 350 por ciento en esta década, hasta sumar 130 millones de dólares el año pasado.
El ministro Weffort lamentó que algunas medidas oficiales fueron adoptadas sin la debida atención a los aspectos económicos y sociales de la cultura.
En noviembre, por ejemplo, las medidas econmicas para enfrentar los efectos de la crisis asiática incluyeron la reducción de exoneraciones fiscales que favorecían la inversión en cultura.
La baja de un punto porcentual del descuento que las empresas pueden obtener en el impuesto de renta afectó la financiación de actividades culturales, y por ende el nivel de empleo, sin ningún aporte de importancia a la solución del déficit fiscal, reconoció el ministro. (FIN/IPS/mo/ff/cr/98