/BOLETIN-CIUDADES DEL MERCOSUR/ ARGENTINA: Los jóvenes no participan en política, pero critican

La mayoría de los jóvenes en Argentina carece de interés en la política, descree de dirigentes e instituciones y ni siquiera participa en organizaciones de estudiantes. Pero esta aparente apatía constituye una actitud crítica y de resistencia, según expertos.

Al igual que en otras encuestas realizadas en los últimos años en países de América Latina, en Argentina, un estudio encargado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) indicó que solo 23 por ciento de los jóvenes argentinos entre 18 y 25 años tienen algún "interés" en la política.

Apenas uno por ciento del total traduce ese interés en algún tipo de militancia, según el sondeo.

Del mismo modo, una encuesta del Instituto Gino Germani, de la Facultad de Ciencias Sociales, concluyó que 77 por ciento de los estudiantes de la Universidad de Buenos Aires, la más concurrida del país, no participa en ningún partido político ni sindicato, centro de estudiantes u otra organización social.

A la hora de expresar su desconfianza respecto de las instituciones, 90 por ciento dijeron descreer de los partidos políticos, 82 por ciento, de los sindicatos, 73 por ciento, del Poder Judicial, y 75 por ciento mira de reojo a la policía.

Algunos expertos consideran erróneo interpretar que el escepticismo responde a un desinterés por los asuntos públicos.

La socióloga Perla Aronson, autora del estudio "Las razones de la participación de los jóvenes en los partidos políticos", dijo a IPS que la resistencia a participar en los partidos políticos es una actitud positiva y rebelde, dado su deterioro.

Mientras, los militantes tienen un discurso conservador y conformista, agregó Aronson.

La experta condujo una serie de entrevistas a jóvenes con actividad partidaria, y detectó que la enorme mayoría no reponde al modelo de joven idealista, crítico, rebelde, que quiere cambiar la sociedad y tiene propuestas en ese sentido.

Por el contrario, sostuvo Aronson, tienen un discurso conservador.

Los jóvenes que participan en los partidos se creen mejores y más solidarios que los "indiferentes", piensan que los que no lo hacen son frívolos y estúpidos, y que la actividad política los protege de peligros que ubican fuera de ese ámbito, como las drogas o la prostitución, reveló la experta.

"Hay entre los jóvenes dos rangos de activistas. Unos tienen un papel subordinado, y se consideran usados por los jerarcas para tareas menores como 'hacer número' (estar) en actos públicos o pintar muros, y no se sienten tomados en cuenta", relató la socióloga.

"Luego están los más burócratas, que alcanzaron cierta profesionalización dentro de su estructura. Son los que no prometen ser diferentes que los que están por encima de ellos porque creen que la corrupción y la vulnerabilidad ante las tentaciones es consustancial a la actividad política", dijo.

Pocos entrevistados manifestaron confianza en poder cambiar esta situación. Ni siquiera se sienten en condiciones de incidir a la hora de elaborar programas. Saben que son parte de un aparato político, de una estructura, y que tienen que responder como un engranaje de la maquinaria, aseguró Aronson.

En un sentido más amplio, los sociólogos Emilio Tenti y Ricardo Sidicaro coincidieron, al interpretar la encuesta de Unicef, con la versión de Aronson en el sentido de que la indiferencia "no es apolítica sino fundamentalmente crítica del funcionamiento de la política".

"Los políticos suelen decir que los jóvenes no se acercan a la política, pero la mirada de los jóvenes no es apolítica sino crítica del funcionamiento de los partidos y de los dirigentes. No están diciendo que no les interesa sino que creen que funciona mal, y que por eso se resisten", advirtió Sidicaro.

Esta actitud tiene incluso su expresión cultural en programas de televisión y de radio de mucha audiencia, en especial juvenil, en los cuales los conductores, también jóvenes, se burlan del discurso político tradicional y hacen de una audición periodística un programa cómico y plagado de ironías.

Los políticos se debaten entre aparecer ante la audiencia masiva de esos programas o evitarlos para eludir el escarnio, pero difícilmente haya alguno que no salga maltrecho de la prueba.

Aun cuando intenten hablar em serio, en la edición posterior se agregarán "globos" de historieta, sonidos y letreros que indican que el entrevistado miente.

También en la radio se popularizan los personajes inspirados en políticos, a menudo personas miserables, capaces de cualquier maniobra ilegal con tal de obtener rédito.

Uno de estos programas radiales comenzó a utilizar con éxito los guiones de un dúo de cómicos de la nueva generación. Se trata de un aparente concurso de chistes en el que se eligen frases de dirigentes políticos con promesas, declaraciones de principios y otras sentencias poco creíbles.

Al final de cada frase, se oye un coro de risas y aplausos. Luego, se elige al ganador de la semana que puede ser, por ejemplo, el presidente Carlos Menem diciendo que no tiene interés en ser reelecto para un tercer período de gobierno. (FIN/IPS/mv/mj/ip/98

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