La costa nororiental de Puerto Rico es un destino turístico privilegiado, pero su desarrollo explosivo de los últimos años tiene muy preocupados a los residentes del lugar.
Por esa razón, los habitantes locales organizaron el grupo Coalición Ecológica del Este, para luchar contra lo que perciben como la amenaza del desarrollo excesivo con escasa planificación.
Los habitantes del noreste de Puerto Rico consideran que las empresas turísticas del lugar violan las leyes ambientales locales y de Estados Unidos, del que la isla es un estado libre asociado, sin que las autoridades actúen.
Para constatarlo, basta acudir al confín oriental del área metropolitana de San Juan para advertir la magnitud del problema, afirman los activistas.
Fuera de Carolina, el poblado más oriental del área metropolitana, al ingresar al poblado rural de Canovanas, los visitantes se topan con el gigantesco centro comercial de Los Colobos, rodeado de restaurantes de comida rápida y 10 salas de cine. Y eso es solo el comienzo.
"Hay un enorme desarrollo de la construcción al este de Los Colobos. Estas obras no son consultadas por las comunidades afectadas, no se planifican de forma adecuada y se efectúan sin la infraestructura necesaria", dijo el presidente de la Coalición, Carmelo Soto.
Los integrantes de la Coalición informaron que en el pueblo costero de Luquillo hay ocho grandes proyectos en construcción, uno junto al otro, en su mayoría casas para vacaciones de tiempo compartido a un costo de 200.000 dólares cada una.
"Lo que esta comunidad necesita es viviendas para los pobres, no casas de playa para los ricos", dijo Carlos Montalvo, residente de Luquillo e integrante de la Coalición.
Montalvo vive en un predio agrícola forestal, en las estribaciones montañosas de la selva tropical de El Yunque.
La obra más perjudicial para el ambiente en el noroeste puertorriqueño es el ya concluido Hotel Westin, en la costa de Río Grande, poblado al este de Luquillo. El hotel fue inaugurado dos años atrás y ya ha casi agotado el suministro de agua de las comunidades vecinas.
Para colmo, parte de las aguas residuales del Hotel Westin son vertidas sin tratamiento en un estuario cercano, y así contamina la propia playa de Westin y la de Luquillo.
El resto de las aguas sépticas son conducidas a una planta de tratamiento cerca de un conjunto de viviendas y del colegio Isidro Sánchez, en el centro de Luquillo. Luego de ser sometidas a tratamiento parcial, las aguas son vertidas al río Sabana, que pasa por el medio del poblado.
Bañistas y practicantes de surf de la playa La Pared, en Luquillo, sufren enfermedades dermatológicas atribuidas por los ambientalistas a las descargas sépticas.
Los estudiantes de la escuela Isidro Sánchez suelen enfermarse por culpa de las bacterias y virus que emanan de la planta de tratamiento de aguas servidas, advierte la Coalición.
La organización ambientalista acusó al Hotel Westin y a la Autoridad de Agua Potable y Saneamiento de Puerto Rico violan la Ley de Agua Limpia de Estados Unidos.
El Hotel Westin esta construido frenta a la costa del mar y apenas un metro sobre su nivel. Los activistas afirman que no soportaría un huracán.
Otro gran problema para la Coalición es la falta de agua y otros recursos en el noreste, que vuelve poco prácticos los nuevos proyectos, pero el gobierno y los empresarios tienen una visión diferente.
El más grande de todos los proyectos de desarrollo del área es el del parque de diversiones Luquillo, que incluirá un parque acuático, dos canchas de golf, una pista de automóviles de niños, galerías de videojuegos, restaurantes y otros servicios.
Los ambientalistas se oponen al proyecto, el cual insumirá 2,8 millones de litros de agua para poner el parque acuático en funcionamiento y, luego, 280.000 litros por día.
"Nos oponemos principalmente porque no hay suficiente agua en el área, y además porque el parque será construido en un bosque que sirve como santuario de aves", explicó Montalvo.
"Además, se trata del único bosque urbano de Luquillo, y tiene una gran cantidad de especies de árboles", añadió.
Una de las tareas más importantes de la Coalición es la preservación del sector costero ubicado entre el río Sabana, en Luquillo, y el embalse natural de Las Cabezas de San Juan, en Fajardo, la localidad más oriental de Puerto Rico.
La prístina playa, de unos nueve kilómetros de largo, está amenazada por varios megaproyectos, entre ellos canchas de golf, playas costeras, puertos deportivos, complejos turísticos e hipercentros de compra.
La Coalición pretende que el turismo ecológico tenga una oportunidad en esa playa.
"Sí, deseamos desarrollo y turismo, pero deben ser planificados y controlados para que beneficien al pueblo y no sólo a la clase alta, en infracción de las leyes ambientales", exhortó Diana Deju, miembro de la Coalición y residente de Fajardo. (FIN/IPS/tra-en/cr/cb/mj-ml/en/98