Los especialistas dieron su dictamen: el fenómeno de El Niño terminó en Perú. Pero sus efectos perdurarán largo tiempo en la agricultura, uno de los sectores más devastados y que ahora ve agravados sus tradicionales problemas.
Sólo en la costa norte del país se perdieron 230.000 hectáreas de cultivos. En arroz, algodón, maíz amarillo, frutas y papa las pérdidas son significativas, llegando en algunos casos a superar el 80 por ciento del total.
Lo que las inundaciones no destruyeron, lo hicieron las altas temperaturas. Muchos árboles frutales, por ejemplo, tuvieron un desarrollo vegetativo pero los frutos nunca llegaron a madurar.
"La intensa lluvia humedeció el polen y le hizo perder su capacidad reproductiva", indicó Godofredo García Baca, de la Asociación de Productores de Limón de Piura, que abastece a casi el 95 por ciento del país.
En consecuencia el limón es hoy un fruto de lujo en los hogares peruanos y un kilogramo cuesta el equivalente a siete litros de leche, cinco kilogramos de azúcar o 2,5 de pollo.
El mango es otro ejemplo. Por años, los exportadores peruanos pugnaron por acceder a los exigentes mercados norteamericanos y europeos, pero este año sólo han podido cumplir con el 10 por ciento de los pedidos porque los frutos no llegaron a madurar.
Caída en las exportaciones, desabastecimiento de alimentos a mediano plazo, aumento de las importaciones de alimentos y una mayor pobreza rural son sólo algunos de los problemas que enfrenta actualmente el sector.
En los seis primeros meses del año, el agro sólo creció 0,9 por ciento respecto de igual período de 1997, con lo cual el optimismo oficial, que preveía para este año un crecimiento del sector en cinco por ciento, quedaría sólo en buenos deseos.
"De acuerdo a nuestros cálculos, el PIB agrícola crecerá este año en no más de dos por ciento", afirmó Fernando Cillóniz, administrador general de la Fundación Perú, que reúne a empresarios agrícolas.
Para Maximize, empresa especializada en análisis del sector, el crecimiento será de tres por ciento y dependerá de la recuperación que se logre en el segundo semestre.
Pero los primeros indicios no son alentadores y a ellos se suma la inminente llegada del fenómeno de La Niña, que podría causar sequías en la costa, intensificación de heladas en la sierra y cambios bruscos de temperatura que afectarían a muchos cultivos.
El limón, por ejemplo, sería nuevamente víctima de los transtornos climáticos.
En los primeros seis meses del año, las exportaciones del sector disminuyeron en 38 por ciento respecto del año anterior y, de acuerdo a las proyecciones, a fin de año sólo llegarían a 446 millones de dólares, lo que representaría una caída de casi 50 por ciento.
Estas cifras son consecuencia de las fuertes pérdidas registradas en productos de exportación tradicional, como el algodón (60 por ciento de la producción) o la caña de azúcar (85 por ciento) y de la caída de los precios internacionales del café, que así se suma a las calamidades que aquejan al sector.
La pérdida de la producción de caña de azúcar es significativa por cuanto ha propiciado la contracción del sector en más de 35 por ciento, la mayor caída de la década. En la actualidad, sólo funciona el 30 por ciento de la capacidad instalada de la industria azucarera.
Las importaciones de alimentos se incrementan cada mes. Hasta fines de junio, totalizaban 610 millones de dólares, 20 por ciento más que en el primer semestre de 1997. De continuar la tendencia, a fin de año las importaciones podrían llegar a 1.200 millones de dólares.
Los alimentos adquiridos en el exterior son trigo, maíz, arroz, azúcar y productos lácteos, según informes oficiales.
La producción de los tres primeros resultó seriamente afectada por El Niño. Se perdieron el 68 por ciento de los cultivos de arroz, el 50 por ciento de maíz amarillo, el 70 por ciento de maíz amiláceo y casi el 60 por ciento de trigo.
Todo indica pues que la tendencia ascendente de las importaciones continuará.
El único cultivo que muestra indicios de recuperación a corto plazo es el arroz. Algunos agricultores del norte del país se han apresurado en sembrarlo nuevamente, para aprovechar la abundante disponibilidad de agua de las represas.
Sin embargo, Cillóniz puntualizó que "no se trata de importar menos o más arroz, o un producto en particular, lo importante es disminuir la importación de alimentos en general".
Pero hay otras secuelas de El Niño que tardarán más tiempo en salir a la luz, como su incidencia en la productividad de muchos cultivos y sus efectos sobre la mano de obra, en una agricultura de subsistencia donde la escasez de trabajo y los bajos salarios son una constante.
Agricultores que participaron en Lima en una reunión internacional sobre pobreza rural, se quejaron de la escasa atención que reciben no sólo de las autoridades sino de los especialistas que analizan la actual coyuntura del sector.
La falta de crédito sigue siendo uno de los principales problemas para los hombres y mujeres castigados por El Niño.
Aunque los bancos muestran el crecimiento de los créditos a la agricultura, que pasaron de 350 a 400 millones de dólares entre el año pasado y el actual, la mayor parte han estado dirigidos a grandes agricultores y no a los medianos y pequeños.
La Organización Nacional Agraria y la Confederación Nacional Agraria, que agrupa a pequeños parceleros del país, solicitan créditos de sostenimiento, refinanciamiento de las obligaciones contraídas con la banca privada y rebaja del impuesto general a las ventas para el sector, de 18 a cinco por ciento. (FIN/IPS/zp/ag/en-if/98