Los grupos ecologistas de Japón consiguieron la aprobación de estrictas normas sobre la eliminación de desechos tóxicos, pero ahora están preocupados por el aumento en las exportaciones de esas sustancias.
Los ambientalistas consideran que el gobierno recurrió a la solución más fácil ante el desafío de eliminar los desechos tóxicos, al hacer la vista gorda frente al envío de esta basura hacia naciones donde la legislación ambiental es menos estricta.
"Los países en desarrollo se convirtieron en un vertedero atractivo para empresas que tienen dificultades con la eliminación de desechos en Japón", advirtió el abogado Nobuo Kojima, especializado en temas ambientales.
Información aduanera recopilada por el Ministerio de Finanzas reveló que en 1997 Japón exportó hacia Hong Kong, China y Taiwán 91.137 toneladas de desechos plásticos y 21.430 toneladas de residuos de aluminio.
Por otra parte, Japón exporta hacia naciones en desarrollo cargamentos inmensos de neumáticos viejos y automóviles usados que, de acuerdo con los ambientalistas, requieren de mucho cuidado en su manejo para evitar que se transformen en contaminantes.
En marzo, las autoridades decidieron cerrar una refinería que durante ocho años había realizado exportaciones ilegales de desechos de aluminio hacia Corea del Norte. Se trata de una sustancia que al entrar en contacto con el agua desprende gases tóxicos.
La empresa japonesa aseguró que esos desechos se utilizaban como materia prima en molinos de acero y en la fabricación de filtros de agua, y arguyó que recurrió a su exportación en vista de las dificultades para reciclar los desechos en Japón.
Sin embargo, muchos japoneses no están satisfechos con las restricciones en materia de desechos tóxicos, y se quejan de que, con frecuencia, son descargados cerca de áreas residenciales.
Durante los últimos meses, organizaciones vecinales lanzaron ofensivas contra casi todos los vertederos de desechos industriales japoneses, en el marco de una creciente preocupación por la contaminación.
En junio, un informe empresarial reveló que en 1996 unas 1.500 compañías liberaron en el ambiente 6.600 toneladas de sustancias cancerígenas.
Después de una oleada de críticas y de estudios que vinculaban las enfermedades terminales con la contaminación ambiental, el gobierno decidió revisar y reforzar la legislación con el fin de garantizar un manejo más eficiente y restringido de los desechos tóxicos.
En junio, el Ministerio de Bienestar Social requirió a los operadores de 10.000 incineradores y 3.800 vertederos que entregaran información sobre impacto ambiental a los vecinos del sector cuando éstos se la solicitaran.
Las regulaciones encarecen el manejo de vertederos de desechos tóxicos, y por esta razón las empresas japonesas buscan países con leyes menos restrictivas y mano de obra barata donde puedan tirar su basura, señalan los ambientalistas.
Las autoridades ambientales afirman que las exportaciones de basura no son ilegales, siempre y cuando el material pueda ser reutilizado en los países de destino. Mientras, los exportadores de desechos arguyen que se trata de un mecanismo más barato y seguro para Japón.
Pero los críticos de esta estrategia advierten que se carga a los países receptores con la tarea de definir un método seguro para procesar los desechos, algo que quizás no pueden costear.
El abogado Kojima realiza una campaña para que los constructores de barcos japoneses sean más responsables al desmantelar sus tanqueros en el sudeste asiático.
Hasta los años 80, Japón era el principal astillero del mundo, y según Kojima los buques contienen sustancias como asbesto y antioxidantes tóxicos que terminan en el mar cuando se realiza el proceso de desarme, mientras que el metal se vende como acero reciclable.
La mano de obra barata de India, Pakistán y Bangladesh convirtió a esos países en lugares predilectos para llevar a cabo el desarme de los buques. Pero en esas naciones, los trabajadores carecen de trajes de protección especiales para protegerse de las heridas y la contaminación.
En India, el desarme de buques provocó protestas de grupos ambientalistas que demandan la incorporación de los "buques tóxicos" a la lista de desechos peligrosos que no pueden ser exportados, según la Convención de Basilea.
La Convención cubre algunas de las sustancias que transportan este tipo de cargueros, pero aún no incluye las embarcaciones.
Los astilleros japoneses incorporaron hace poco tiempo a Filipinas y Vietnam para el desguase de buques, argumentando que cuentan con espacio y mano de obra adecuados para realizar esa tarea.
"Es importante para el ambiente, pues eliminamos barcos viejos que pueden contaminar el océano", argumentó el especialista en la industria de astilleros Schinichiro Otsubo.
Así mismo, consideró que si bien las empresas japonesas fabricaron y usaron los barcos, el desmantelamiento debería ser asumido por sus propietarios actuales.
Kojima, en cambio, opinó que las empresas japonesas deben hacerse cargo y pagar los costos de la disposición final de los desechos industriales, aún si esto se lleva a cabo en países en desarrollo.
"Japón es un país rico y puede pagar por la protección ambiental. Es importante que nuestras empresas consideren el costo ambiental de su producción", planteó el abogado. (FIN/IPS/tra- en/sk/cb/js/lc-ml/en/98