El plan del Partido Nacionalista Hindú (BJP, Bharatiya Janata) de expulsar a supuetos inmigrantes musulmanes de Bangladesh del territorio de India amenaza las relaciones amistosas entre ambos países.
Las deportaciones serían un golpe duro para el gobierno de la secular Liga Awami y la frágil economía de Bangladesh, otorgando motivos de crítica a las opositoras fuerzas de derecha en la arena política.
Según analistas, hay muchos bengalíes agradecidos a India por su apoyo durante la sangrienta guerra de liberación en 1971, entregando apoyo moral y material en la lucha contra las fuerzas armadas pakistaníes.
El intento de empujar a los musulmanes de lengua bengalí y a supuestos inmigrantes bengalíes a través de la frontera desilusionaría a la población que tiene buenos sentimientos hacia India.
A pesar de las críticas de varios sectores, incluyendo el opositor Partido Nacional de Bangladesh (BNP), la Liga Awami sigue un programa basado en el secularismo y la democracia.
Desde su nacimiento inmediatamente después de la partición de Asia meridional, la Liga Awami ha seguido una política de promoción de buenas relaciones entre vecinos, en particular con India.
A consecuencia de los cambios políticos tras el colapso del gobierno de la Liga Awami en 1975 en un sangriento golpe de Estado, el partido recibió críticas de sus rivales, incluyendo organizaciones de izquierda, por ser demasiado blando con India.
Fue la carta anti-India que ayudó al BJP a ganar las elecciones generales de 1991. Durante la campaña electoral, los líderes de los partidos BNP, Jamaat-e-Islami y otros de derecha lanzaron una virulenta propaganda según la cual India pensaba tomar Bangladesh.
El BNP, Jamaat y sus aliados intentaron en vano jugar la carta de India en las elecciones generales de 1996, en las que la Liga Awami recuperó el poder liderada por Sheikha Hasina.
Ahora que el gobierno de la Liga Awami intenta institucionalizar la democracia y seguir una política de buenas relaciones con India y otros países del sur de Asia, el plan de deportación es una mala noticia.
La medida seguramente dañará las relaciones entre Bangladesh e India, construidas con esfuerzo por los dos ex primeros ministros del Frente Unido Deve Gowda y Humar Gujral.
Los esfuerzos de Wajed por consolidar las relaciones corren peligro por la actitud del gobierno liderado por el BJP de Atal Behari Vajpayee, y su ministro de Interior, Lal Krishna Advani.
Los analistas recuerdan que durante la reciente visita de Sheik Hasina a Nueva Delhi tras las pruebas nucleares de India y su rival Pakistán, Vajpayee dijo públicamente que no existen problemas bilaterales entre Bangladesh e India.
"Es triste que el primer ministro de India se haya echado atrás tan rápidamente", dijo un funcionario de la cancillería.
A su regreso de la cumbre regional de la Asociación para la Cooperación Regional del Sur de Asia (SAARC) el mes pasado en Colombo, Sheikha Hasina negó que hubiera bengalíes viviendo en India.
El canciller de Bangladesh, Abdus Sama Azad, urgió al gobierno de India a no tomar ninguna decisión unilateral de empujar a inmigrantes a Bangladesh. "Espero que el gobierno liderado por el BJP no dará ningún paso que desestabilice la situación", dijo días atrás.
El secretario de la cancillería, Musrafizur Rahman dijo que la existencia de ocho millones de bengalíes en India, según informó la prensa citando fuentes del Ministerio del Interior indio carece de fundamento.
"No veo motivos por los que un número tan alto de bengalíes migre a India en busca de empleos, cuando la situación no es mejor que en Bangladesh", dijo Rhaman.
El secretario exigió al gobierno de India a que siga las reglas internacionales para efectuar deportaciones.
"Si India quiere enviar gente considerándola bengalí, debe presentar una lista al gobierno de Bangladesh para la verificación. No se puede empujar a cualquiera a cruzar la frontera", dijo. (FIN/IPS/tra-en/ti/rdr/lp/ip/98