El robo de tesoros culturales y obras de arte prospera como nunca en Rusia, estimulado por un mercado lucrativo en Occidente y por la facilidad con que los ladrones pueden irrumpir en iglesias y museos.
"Tenemos 30.000 artículos registrados como robados, pero sólo logramos llevar a la corte 2.500 casos", lamentó el director del Departamento de Conservación del Ministerio de Cultura ruso, Anatoly Vilkov, quien aseguró que su oficina está "ansiosa por acabar con ese contrabando".
La mayor parte de los artistas y escritores de renombre de Rusia critican al gobierno del presidente Boris Yeltsin por no prestar la atención requerida a temas relacionados con la cultura y la conservación del patrimonio del país.
Un ejemplo típico de este descuido es la galería de arte del centro vacacional de Sochi, en el norte de Rusia, donde se robaron 14 pinturas en un año, entre ellas dos cuadros raros y valiosos de los artistas clásicos del siglo XIX Ivan Aivazovsky y Vasily Polenov.
Once cuadros fueron recuperados, incluyendo esas dos pinturas, pero las autoridades del museo no están tranquilas. "Incluso los ladrones aficionados pueden robar aquí, pues no hay puertas reforzadas ni alarmas", dijo la directora de la galería Sochi, Tamara Kruk.
Los museos y galerías estatales sufren de escasez de recursos, un mal que aqueja a todo el sector público ruso. Estas instituciones culturales tienen dificultades para pagar la electricidad, lo que hace peligrar obras que requieren condiciones especiales. Ni que decir de emprender obras de restauración.
La famosa Galería Tretyakov de Moscú estuvo a punto de cerrar sus puertas en diciembre, cuando el Ministerio del Interior redujo el número de guardias encargados de vigilar sus obras. El museo inaugurado hace 141 años había abierto en 1995 después de una renovación que duró 10 años.
La Galería alberga más de 100.000 objetos únicos, desde esculturas e iconos centenarios hasta famosos cuadros del siglo XX.
Las autoridades están convencidas de que la mafia rusa controla el robo de obras de arte. "Los que organizaron el robo y la salida de las obras de Sochi ya deben estar muertos", comentó el investigador de la oficina del fiscal general, Yuri Isayenko.
La iglesia ortodoxa rusa, una institución perseguida durante años, cuenta ahora con el respaldo creciente de las autoridades, pero también se convirtió en blanco de los ladrones. En los últimos cinco años se robaron decenas de miles de iconos y sólo se recuperaron 2.000, cuando trataban de sacarlos de Rusia.
La oficina de Vilkov trata de completar un registro nacional de todos los objetos de arte valiosos, con el fin de facilitar su identificación cuando son detectados en aduanas o salen a la venta en los mercados.
Mientras, también aumenta el interés por recuperar los tesoros que se llevaron las tropas de la Alemania nazi tras la ocupación de parte de Rusia durante la segunda guerra mundial. Hasta ahora sólo se recuperaron objetos por unos 100.000 dólares, pero no hay ni rastros de la mítica Habitación Ambar.
La Habitación, completamente confeccionada con ámbar y otros materiales valiosos, le fue obsequiada por Federico Guillermo I de Prusia a la zarina Catalina La Grande a mediados del siglo XVIII, pero en 1941-42 los nazis la desarmaron por completo y se la llevaron de San Petesburgo.
En la actualidad se desconoce su paradero, y ese misterio fue utilizado como argumento para una decisión del parlamento ruso que anuló la devolución de tesoros saqueados por las tropas de este país cuando la segunda guerra mundial estuvo a su favor, en 1944- 1945.
Yeltsin trató de vetar la resolución, pero ésta se aprobó igualmente el 7 de abril. Muchos rusos consideran que los millones saqueados durante esa contienda bélica son una compensación justa, teniendo en cuenta que la guerra contra los nazis significó la muerte de 20 millones de rusos.
El botín está compuesto por unos 300.000 objetos de valor cultural procedentes de Alemania, Austria, Bulgaria, Finlandia, Hungría y Rumania. Uno de ellos es el Tesoro de Príamo, rescatado del sitio donde se cree que estuvo la ciudad de Troya.
La Rusia soviética negó en forma persistente la presencia de estos objetos en sus museos, pero en los últimos años los tesoros comenzaron a salir a la luz. Cuadros de Renoir, Manet, Van Gogh, Goya, Degas, Rembrandt y Gauguin aparecieron en galerías de Moscú y San Petesburgo.
Y el famoso Tesoro de Príamo comenzó a ser exhibido en el museo Pushkin de Moscú, en medio de una disputa por su propiedad entre Rusia y Alemania.
El tesoro fue descubierto en 1873 por Heinrich Schlieman en Hissarlik, Turquía, y está compuesto por 260 artefactos de gran valor histórico y monetario. Inicialmente se pensó que pertenecían a la época de la guerra de Troya, pero estudios recientes sugieren que podrían ser más antiguos.
Schlieman sacó el tesoro de contrabando desde Turquía y lo donó a Alemania.
Alemania también reclama la devolución de dos biblias impresas por Gutenberg, que desaparecieron de Leipzig en 1945, y el resto de la biblioteca de Goethe, devuelta en parte por los soviéticos a la entonces República Democrática Alemana. (FIN/IPS/tra-en/sb/mk/lc-ml/cr/98