La artista plástica Yayoi Kusama pasó las últimas décadas entre alucinaciones, internada en hospitales mentales y con reputación de excéntrica, pero ahora se prepara para dar un gran paso en Estados Unidos, que podría significarle un reconocimiento definitivo.
El Museo de Arte Moderno de Nueva York tomó la iniciativa de recuperar un tesoro perdido para el mundo de la creación contemporánea en este país mediante la exposición "Amor eterno: Yayoi Kusama, 1958-1968", que durará hasta el 22 de septiembre.
Kusama, estadounidense nacida en Japón, es conocida por obras que se debaten entre la actuación y el objeto. "Asistir a uno de sus espectáculos significa presenciar el resultado de su trabajo, y no el trabajo en sí mismo", comentó el crítico de arte Donald Judd.
La artista, quien vive en Japón, llegó por primera vez a Nueva York en 1958, casi sin ningún contacto, pero en poco tiempo estaba inmersa en el mundo del arte, liderando las vanguardias. Vivió en esta ciudad 14 años creando una obra novedosa, y después retornó a su país natal.
Su contribución al arte moderno es reconocida a nivel internacional, pero en Estados Unidos había caído en el olvido. Los directores del museo, Laura Hoptman y Lynn Zelevansky, esperan revertir esa situación al concentrarse en su obra neoyorkina, donde se combina pintura, escultura y filme.
Las obras seleccionadas para la exposición develan a una Kusama innovadora cuyas técnicas y temáticas influyeron en el trabajo de otros grandes artistas que surgieron posteriormente, como Andy Warhol.
Kusama experimenta graves alucinaciones, a las que considera como inspiración de su obra. "La enfermedad me permite ser solamente una artista, me libera del sentido común", dijo a la revista ArtNet.
Las alucinaciones de puntos, experimentadas desde su niñez, fueron la inspiración para el motivo de los lunares que aparecen reiteradamente en su obra, incluida la película de 1967 "La autodestrucción de Kusama", que será una de las principales atracciones de la exposición.
En la película pinta lunares a la gente, tira lunares de pintura al agua de las fuentes, coloca lunares fosforescentes en un gato.
La repetición aparece en gran parte de la obra de Kusama, especialmente en la serie "Infinity Net", que consiste en la pintura de intrincadas redes en lienzos, maniquíes y otros objetos.
En 1972, la artista fracasó en sus intentos por convertirse en diseñadora de modas en Nueva York o comerciante de arte en Tokio. Ese mismo año regresó a su país, con la fama en extinción y críticos que reclamaban contra la excentricidad de su arte y la dificultad de exponerlo.
Cinco años después se internó en una clínica psiquiátrica en Japón y pasó allí la mayor parte de los siguientes 25 años de su vida. Durante esta época continuó creando obras y además escribió poemas, que remontaron su popularidad entre la juventud japonesa.
En la actualidad es una veterana reverenciada en el mundo artístico japonés, pero en Estados Unidos sus últimas creaciones son prácticamente desconocidas.
La relación de la artista con el Museo de Arte Moderno de Nueva York ha tenido altibajos.
La exhibición despliega un recorte de 1969 en el cual un periódico de Nueva York reseña la presentación de una obra en el jardín de esculturas del museo, protagonizada por Kusama y sus amigos, llamada "Una gran orgía para resucitar a los muertos en el MoMA".
Esta obra nunca fue solicitada y el Museo se molestó por la presentación de los desnudos, pero ahora celebra el antagonismo del pasado con la exhibición del recorte.
Sin embargo, la relación de Kusama con el Museo tampoco se estancó en todos estos años, ya que la institución ha comprado algunas de sus obras durante estos años.
La exhibición también fue programada para el Museo de Arte Contemporáneo de Los Angeles y el Walker Art Center de Minneápolis, antes de viajar a Tokio en 1999, donde se agregarán otros trabajos para completar una retrospectiva más amplia. (FIN/IPS/tra-en/lb-fah/lc-ml/cr/98