¿Existe una relación de causa- efecto entre el aumento de la violencia en la sociedad y la exhibición de imágenes violentas en los medios masivos de comunicación, en especial la televisión? El debate sobre este tema aparece particularmente extendido en América Latina.
"No se trata, por supuesto, de una discusión estrictamente latinoamericana ni mucho menos, pero sí es cierto que en los países de la región la reflexión sobre estas temáticas data de apenas unos años", dijo el sociólogo argentino Emilio Tenti Fanfani.
En Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, legisladores de diversos partidos han elaborado o reclamado la adopción de proyectos de ley que reglamenten la propagación televisiva de actos de violencia de distinto tipo.
Para ello parten de la base de que existiría cierta correspondencia entre los crecientes índices de violencia que se registran en las sociedades y la visualización que de ella tienen sobre todo las capas más jóvenes de la población.
"El aumento de la delincuencia juvenil, sobre todo la violencia cada vez mayor con que ésta se ejerce, tiene sin duda alguna que ver con conductas de imitación que esos sectores desarrollan a partir de lo que perciben en los medios audiovisuales", señaló un diputado uruguayo partidario de "un mayor control del poder político en este plano".
En países como los latinoamericanos, en los que los niños y niñas entre 11 y 15 años pasan al menos cuatro horas diarias frente al televisor, de acuerdo a coincidentes estudios regionales, la televisión tiene un efecto "multiplicador de conductas" nada desdeñable, dijo Tenti Fanfani.
De la misma opinión es el sociólogo alemán Friedrich Hagedorn, quien en una conferencia dictada a fines de mayo en Montevideo sobre "televisión y violencia" abogó por una reglamentación de los programas televisivos que contengan escenas susceptibles de generar "comportamientos imitativos" de los jóvenes.
Hace 20 años no era habitual que los informativos estuvieran plagados de imágenes violentas ni que se emitiera en horas de gran audiencia programas con personajes como Rambo o Terminator, se mostraran los cadáveres de víctimas de tránsito, se banalizara la guerra, la agresión, las violaciones o la pornografía, afirmó.
"Hoy hay un acostumbramiento del público, y en especial de sus franjas más débiles como niños y adolescentes, a ese tipo de oferta", agregó.
En la misma conferencia en que Hagedorn presentó su ponencia, el universitario uruguayo Eduardo Rebollo sostuvo que los programas infantiles emitidos por la televisión de su país contienen un promedio de "20 escenas violentas por hora".
Teniendo en cuenta que a los 10 años los niños han pasado 11.000 horas frente al televisor, contra 5.000 en la escuela, a los 12, al ingresar a la enseñanza secundaria, habrán "consumido 200.000 escenas violentas en la pantalla chica", calculó.
El docente hizo extensivas sus estimaciones para la mayor parte de los países latinoamericanos.
Otros especialistas son menos taxativos respecto a los efectos directos de la televisión sobre supuestas conductas agresivas de niños y adolescentes.
Para Alejandro Bonasso, director del Instituto Nacional del Menor de Uruguay, "se pretende encontrar en la televisión un chivo expiatorio para explicar la violencia, cuando ésta surge en realidad de situaciones ambientales, sociales, personales e interpersonales".
Según la psiquiatra argentina Graciela Peyrú, autora del libro "Papá, ¿puedo mirar la tele?", ya a los 11 años, "como televidentes entrenados, los chicos son capaces de decodificar los complejos códigos de la televisión y darse cuenta de qué es real y qué no".
"No podemos buscar un chivo expiatorio para tod "Lo importante es la calidad de las propuestas que se les ofrece, pero éstas tampoco pueden estar demasiado desligadas de la realidad que los circunda, que es ya de por sí violenta", agregó.
El sociólogo uruguayo Gustavo Leal apunta por su lado que "ningún trabajo serio ha permitido probar hasta ahora que exista relación directa o determinante entre la violencia de la sociedad y los medios".
Si ese vínculo existiera y fuera simétrico, "debería haber mucha más violencia en la sociedad dada la alta exposición que hoy hay a escenas de esa clase en los medios audiovisuales", estimó.
"A quienes se mueven en un entorno social violento las escenas televisivas de ese carácter simplemente los confirmaría en su vida cotidiana pero no les produciría un grado suplementario de agresión", subrayó Leal.
Aun si niños y adolescentes "son más sensibles a la imitación, sobre todo cuando carecen de una mediación adulta, las conductas de imitación que desarrollan tras ver un programa televisivo son efímeras y no alcanzan a moldear su personalidad", concluyó.
Otra investigadora uruguaya, Lisa Block, directora de Ciencias de la Comunicación de la Universidad estatal de su país, se pronunció en favor de una "cultura de la advertencia".
Los adultos, en particular los que ejercen responsabilidades políticas, "deben tener una percepción, una mirada lúcida" sobre un medio como el televisivo, cuya presión sobre el público es indudable, declaró, preguntándose por qué "si la gente imita modas no va a imitar otro tipo de conductas".
El sociólogo brasileño Rubens Torelli recordó episodios ocurridos en su país y en otros en que niños agredieron e incluso mataron a otras personas con "técnicas que habían visto en propuestas televisivas".
Favorable como Behar a una "actitud vigilante" ante los programas transmitidos por los medios audiovisuales, Torelli no se pronunció acerca de quién debe establecer asumir esa vigilancia.
En Uruguay, Carlos Gamou, diputado del izquierdista Frente Amplio, propuso, inspirándose de modelos aplicados en países europeos, la constitución de una "mesa tripartita entre los directivos de los canales de televisión, el gobierno y el parlamento para analizar de manera técnica y no frívola el tema de la violencia en los medios".
Otros legisladores, incluso de su propia fuerza política, se opusieron a la idea sugiriendo la posibilidad de que se desembocara en actitudes de censura o de ofrecer excusas al poder político para intervenir directamente sobre la televisión. (FIN/IPS/dg/ag/pr-cr/98