La Alianza de oposición, favorita al triunfo en las elecciones presidenciales de 1999 en Argentina, anunciará este lunes un plan de gobierno que promete bajar el desempleo y hacer más eficiente el gasto social, pero sin alterar el escenario macroeconómico.
El programa, que lleva como título Carta a los Argentinos, anuncia la preservación de la estabilidad, de la apertura económica y de las privatizaciones, y la continuación del esfuerzo por el equilibrio fiscal.
O sea, las bases del modelo aplicado por el presidente Carlos Menem. Esa promesa responde a las encuestas de opinión, que detectan un mayoritario rechazo de la actual administración, pero también de todo cambio drástico.
Ochenta y tres por ciento de las personas encuestadas por el Centro de Estudios para la Nueva Mayoría tienen una imagen entre negativa y regular de la política económica, una proporción que la consultora asegura que es similar al rechazo que produce entre los entrevistados la imagen de Menem.
Sin embargo, la oposición se equivocaría si creyera que ese rechazo de la política económica, conocido el viernes, entraña la demanda de cambios profundos.
Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios, explicó que sólo 12 por ciento de los consultados reclaman el regreso de las políticas intervencionistas del Estado.
Así mismo, 43 por ciento de las respuestas obtenidas por otra firma de encuestas, de Graciela Romer, se pronunciaron por mantener el rumbo económico "pero con cambios", 37 por ciento optaron por una política alternativa para que "el Estado tenga mayor control" de la economía, 13 por ciento no contestaron y apenas siete por ciento rechazaron eventuales cambios.
Romer y Fraga coincidieron en que se asiste al mayor índice de rechazo del programa de estabilidad económica apoyada en la convertibilidad monetaria desde que fue puesto en marcha en 1991.
La convertibilidad actuó como un corsé para frenar la continua alza de precios. Por ley, el Estado se obligó a no emitir moneda sin respaldo real y a mantener un nivel de reservas en dólares equivalente al circulante en pesos y a un tipo de cambio fijo.
La inflación, que desordenaba la economía argentina, quedó reducida casi a cero. Junto con la estabilidad llegó la apertura comercial, la desregulación, las privatizaciones, la búsqueda del equilibrio fiscal y la refinanciación de la deuda externa.
Pero al mismo tiempo que la economía se estabilizó y comenzaron a llegar capitales externos, aumentó el desempleo, la contracara de un crecimiento económico entre seis y siete por ciento al año.
La desocupación superó 18 por ciento en 1996 y actualmente está situada en 13,4 por ciento.
Pero la caída de la tasa de desempleo no responde a la creación de empleo productivo y estable, sino a los millonarios programas estatales de empleo subsidiado y temporario, creado como una forma de sostener con un mínimo de 200 dólares mensuales a los jefes de familia sin trabajo, a cambio de tareas comunitarias.
Hoy, el desempleo y la falta de políticas eficientes del Estado en materia de salud, educación, justicia y seguridad, son las principales preocupaciones de los argentinos, que no reniegan de la estabilidad ni del libre mercado, pero rechazan lo que consideran sus costados negativos.
Ante este panorama, el principal precandidato por el oficialismo, Eduardo Duhalde, intenta tomar distancia del modelo de Menem y hace hincapié en la necesidad de atender los problemas sociales como el desempleo, el aumento de la pobreza y la creciente brecha entre ricos y podres.
No obstante, la Alianza, nacida hace un año del acuerdo entre la centrista Unión Cívica Radical y el centroizquierdista Frente País Solidario, se mantiene a la cabeza en las encuestas, con un discurso que Dduhalde parece haberles copiado.
Los dirigentes aliancistas plasmaron sus propuestas en la Carta a los Argentinos, en la que defienden la estabilidad de precios acompañada por un Estado con responsabilidad social. Tambien aseguran que respetarán las privatizaciones y que estimularán las exportaciones a través de un organismo de desarrollo de pequeñas y medianas empresas.
También prometen una tasa anual de crecimiento de seis por ciento como promedio en el próximo periodo de gobierno, de cuatro años, y la disminución del desempleo a seis por ciento. Las ventas externas se duplicarán, al pasar de 20.000 a 50.000 millones de dólares, y la tasa de inversión se triplicará.
En materia de salud, la Alianza destaca que se gastan anualmente 23.000 millones de dólares, siete por ciento del producto interno bruto, pero los servicios no conforman a los consumidores. Por eso, proponen un uso más eficiente de los recursos financieros en esa área.
Los aliancistas también plantean la necesidad de dotar a su gestión de una gran transparencia y de contar con una justicia eficaz e independiente, todas alusiones indirectas a la corrupción que atribuyen a la actual administración.
Por el momento, los precandidatos de la Alianza, la diputada Graciela Fernández Mmeijide y el ajefe del gobierno de la capital, Fernando de la Rúa, son favoritos para ganar los comicios. En tercer lugar aparece Duhalde, por el oficialismo, con una propuesta que tiene más coincidencias que desencuentros con la de la oposición. (FIN/IPS/mv/ff/ip/98