Las victorias fulminantes del movimiento Talibán en el norte y noroeste de Afganistán en las últimas semanas dejaron a los países vecinos perplejos, confundidos y sin un plan coherente para hacer frente al nuevo desafío.
Las fuerzas del movimiento fundamentalista islámico capturaron en los últimos días cuatro de las nueve provincias que estaban en poder de la opositora Alianza del Norte.
Aunque Rusia no comparte fronteras con Afganistán, ejerce una importante influencia sobre Tajikistán, Uzbekistán y Turkmenistán, países situados junto al territorio afgano. Moscú también está cooperando con Irán, otro de los vecinos de Afganistán, para consolidar la paz en el Tajikistán de posguerra.
El comandante de las fuerzas armadas rusas, general Anatoly Kvashnin, el vicecanciller Boris Pastukhov y sus pares uzbekos divulgaron un comunicado conjunto en Tashkent (capital uzbeka) el día 4, que expresa su "profunda preocupación por el incremento del derramamiento de sangre en el territorio afgano".
El "movimiento Talibán debe detener su actividad armada de inmediato", exigieron.
La radio de Talibán, la Voz de la Sharia, declaró que el comunicado ruso-uzbeko es contrario a "todas las normas internacionales".
"Surge de esta declaración que su propósito es defender a los comunistas que permanecen en Afganistán", sostuvo la radio. Moscú y Tashkent no respondieron al comentario de Kabul.
El movimiento Talibán asegura que sus fuerzas no combatirán fuera de las fronteras afganas, pero las repúblicas de Asia Central tienen dudas al respecto.
Los gobernantes de la región temen que el fundamentalismo islámico atraviese las fronteras que comparten con Afganistán, con la ayuda de los grupos étnicos turkmenos, uzbekos y tajikos que habitan en territorio afgano junto a las zonas fronterizas.
En el caso de los grupos tajikos, la sospecha parece fundada. La guerra civil de Tajikistán se mantuvo durante cinco años sólo porque los fundamentalistas islámicos tajikos mantuvieron bases en el norte de Afganistán.
Ahora, mientras las fuerzas de Talibán se acercan a la frontera con Tajikistán, el presidente tajiko Imamali Rahmanov se limitó a pedir a su par ruso Boris Yeltsin que incremente la seguridad en la frontera austral de la Comunidad de Estados Independientes.
El presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, laico militante, reforzó la base militar en Termez, que se encuentra frente al río Oxus y al pueblo afgano de Hariton, capturado por Talibán el martes. La captura impedirá que la Alianza del Norte reciba ayuda uzbeka en el futuro.
El canciller de Kazajstán declaró que si la situación en Afganistán se deteriora, Moscú y las capitales de Asia central tomarán las "necesarias medidas militares".
Los avances de Talibán en las últimas semanas hacen difícil imaginar cuánto puede agravarse la situación antes de que Rusia y Asia central decidan una estrategia coordinada para hacer frente a este reto.
Las acusaciones de Rusia, Irán y la Alianza del Norte referentes a que Pakistán ayudó militarmente a Talibán también se caracterizan por la misma falta de orientación.
El martes, luego de que Taliban capturó la ciudad septentrional de Taleqan, sede del presidente afgano Borhanuddin Rabbani -que goza del reconocimiento internacional-, un portavoz de la cancillería rusa declaró que Pakistán participó en los combates y proporcionó equipos militares al movimiento.
El funcionario ruso también aseguró que la Alianza del Norte capturó a numerosos efectivos militares paquistaníes.
Antes, un portavoz del general Abdul Rashid Dostum, dirigente de la Alianza del Norte, aseguró que 12 aviones y 1.500 soldados paquistaníes acompañaron a las fuerzas de Talibán que capturaron su base en Shibergan, el 31 de julio,
Esa victoria de Talibán se anticipó una semana a la captura de la ciudad de Mazar-e Sharif.
No existen dudas sobre los estrechos lazos de Pakistán con Talibán, aunque la Alianza del Norte aún no presentó pruebas sobre la participación paquistaní en las últimas ofensivas del movimiento islámico.
Pakistán fue el primer país que reconoció al régimen de Talibán luego de que este capturara Kabul en septiembre de 1996.
Periodistas y diplomáticos extranjeros en la capital afgana no tuvieron dificultades para distinguir a los agentes de inteligencia y asesores militares paquistaníes, que se destacaban por sus trajes occidentales entre los hombres afganos vestidos con largas camisas, pantalones holgados y turbantes.
Esta vestimenta es obligatoria para los afganos residentes en el territorio bajo control de Talibán, cuyos soldados proceden en gran medida de escuelas religiosas de Pakistán. Talibán, una palabra árabe, es el plural de Talib, que significa estudiante.
Tras la captura de Mazar-e Sharif, miles de estudiantes de Pakistán se dirigieron a Afganistán para reforzar las posiciones talibanas.
De 6.000 estudiantes inscritos en las escuelas religiosas del condado paquistaní de Mardan, junto a la frontera con Afganistán, 1.000 partieron para combatir en Afganistán, según el diario Amanecer, de Karachi.
Aunque la mayoría de los estudiantes eran hijos de los refugiados afganos en Pakistán, también había muchos paquistaníes que se lanzaron a la "jihad", o guerra santa, contra los "comunistas" de Afganistán.
El mundo se enteró del Talibán a principios de 1994 cuando Islamabad eligió a un contingente del movimiento islámico para acompañar al primer convoy de camiones en utilizar una carretera comercial entre Pakistán y Turkmenistán en su cruce por el sur de Afganistán, controlado por distintos líderes militares.
Las fuerzas de Talibán repelieron a varios grupos afganos que intentaron saquear el convoy. En el proceso, el movimiento adquirió importante información que utilizó, junto con los fondos de Arabia Saudita, para establecer una base en la ciudad austral de Kandahar, en julio de 1994.
Desde el principio, Talibán combinó fuerza con dinero para vencer o asimilar a los comandantes que controlaban las distintas zonas del país.
Como movimiento sunita ortodoxo, Talibán pidió ayuda a Arabia Saudita. Durante los años 80, Riyadh entregó 20.000 millones de dólares, la misma cifra que Estados Unidos, al movimiento islámico que combatía al régimen de Kabul respaldado por la Unión Soviética.
No es de sorprender que Riyadh haya reconocido al régimen de Talibán, después que Pakistán. Arabia Saudita es la sede de los wahhabis, una secta dentro de la escuela hanbali de los sunitas. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/aq/ip/98