La subasta de las plantas de aluminio estatales de Venezuela prevista para hoy se aplazó hasta el día 23 para dar a los consorcios Kaiser, de Estados Unidos, y Billiton, Gran Bretaña, oportunidad de reconstituir sus alianzas financieras.
La subasta del aluminio venezolano, que representa 3,9 por ciento de la producción mundial, fue postergada en dos oportunidades y una tercera este miércoles, a pedido de los competidores.
El mercado mundial del aluminio está dominado por una docena de corporaciones, que invirtieron intensamente en 1997 y, frente a una posible compra en Venezuela, examinaron con sus socios financieros la viabilidad de invertir en un complejo promisorio a largo plazo pero costoso en lo inmediato.
El sector cuenta en Venezuela con abundante materia prima y energía barata. Está conformado por dos plantas que reducen 650.000 toneladas anuales de aluminio primario, una procesadora de alúmina, una productora de bauxita y una planta de ánodos.
El conjunto tiene pequeñas participaciones de socios extranjeros, debe por ley reservar algunas acciones para los trabajadores y fue valuado en marzo en 2.100 millones de dólares. Al quedar desierta la subasta, se fijó un nuevo precio el 8 de julio, de 1.550 millones.
Las deudas del grupo suman 1.245 millones de dólares. Tiene otros pasivos y requiere inversiones por varios cientos de millones de dólares en breve plazo. Sus costos de producción están muy cerca de los precios internacionales del metal, alrededor de 1.300 dólares la tonelada.
El Estado quiere vender la Corporación Aluminios Venezuela para desentenderse de empresas sobrecargadas de pasivos y hacerse con al menos 207 millones de dólares en este año de aguda crisis en sus ingresos por la caída de los precios del petróleo.
Para marzo se inscribieron siete consorcios, que reunían a la docena de grandes corporaciones internacionales más algunos socios financieros, comerciales y empresas venezolanas. Pero fueron desertando hasta que la subasta quedó desierta.
Para la de julio sólo dos consorcios quedaron en liza: uno integrado por Billiton y la firma francesa Pechiney, y otro por Kaiser con el conglomerado industrial coreano Daewoo, gran consumidor de aluminio, reforzado con el concurso del financista húngaro-estadounidense George Soros.
El lunes y el martes se supo que Pechiney abandonaba la sociedad con Billiton, en tanto el Soros Fund se retiraba de la asociación con Kaiser, apenas horas antes de la subasta que, posiblemente, habría resultado desierta.
Kaiser y Billiton pidieron al Fondo de Inversiones de Venezuela, que conduce el proceso de privatización, aplazar la subasta una semana más, lo que obtuvieron rápidamente, para dar tiempo a reconstituir sus alianzas financieras.
En fuentes de la industria se comentó este miércoles que Billiton podría retirarse del proceso o incluso asociarse con Kaiser, para que un grupo único adquiriese la Corporación Aluminios mediante un desembolso mínimo.
En un postrer despliegue de optimismo, el Fondo de Inversiones anunció que las inscripciones para otros consorcios siguen abiertas hasta el día 20, y reincluyó en la lista de calificados a la mayoría de los consorcios que habían desertado.
Venezuela tiene al aluminio en su agenda de privatizaciones desde 1994, el primer año del quinquenio que el presidente Rafael Caldera concluirá en febrero. En 1996 privatizó la gran acería Sidor, vecina del complejo de aluminio en la sudoriental Guayana. (FIN/IPS/jz/mj/if/98