VENEZUELA: Ajedrez político cobra piezas en la economía

El presidente de Venezuela, Rafael Caldera, reunió en un solo haz los cambios de mitad de año entre sus colaboradores en política, economía y seguridad y defensa, pero la operación contribuyó a "quemar" en 24 horas 100 millones de dólares de reservas internacionales.

El mandatario de 82 años, que a lo largo de su larga carrera pública privilegió las tareas políticas sobre las económicas, buscaría evitar que el cuadro crítico agudizado por la caída del ingreso petrolero se desborde al acercarse las elecciones regionales de noviembre y presidenciales de diciembre.

Caldera reemplazó el martes a su ministro de Hacienda, el empresario Freddy Rojas Parra, por la tecnócrata Maritza Izaguirre, entre rumores de que con una fuerte devaluación se buscaría paliar el déficit fiscal agudizado por la caída este año de los precios del petróleo.

Para dar sensación de "tablas" entre sus colaboradores partidarios y adversarios de la devaluación, el mandatario habría dispuesto reemplazar al presidente del Banco Central, Antonio Casas, pero el candidato, Enzo del Búfalo, rechazó la oferta.

Como el bolívar, que se cambia a unas 550 unidades por dólar, se considera sobrevaluado hasta en 30 por ciento, los financistas se precipitaron a comprar divisas al traducir en intención de devaluar las señales de relevo en el equipo económico.

En pocas horas se consumieron 100 millones de las reservas internacionales -que bordean los 15.000 millones-, luego de que en la jornada precedente el Banco Central debió "quemar" otros 80 millones para impedir que se disparase el precio de la divisa.

El ministro de Planificación, Teodoro Petkoff, insistió este miércoles en soslayar la vía de la devaluación brusca -de temidos efectos inflacionarios- y en cambio informó que están avanzadas operaciones de empréstito con el Bancon Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial.

Ambas operaciones, más emisiones de bonos en mercados de capitales, permitirían juntar entre 1.800 y 2.000 millones de dólares y atenuar así la merma de hasta 6.900 millones en ingreso petrolero -más de la mitad irían al fisco- en este año de mercado deprimido para ese recurso, dijo Petkoff.

Otras medidas serían reformas y ajustes en los esquemas de tributación, que propuso Rojas Parra pero chocaron varias veces con la reticencia de Caldera a desdecirse de los anatemas que durante su campaña electoral de 1993 lanzó contra el impuesto a las ventas y el alza en los precios de la gasolina.

"Rojas Parra y Petkoff han contado cómo en el gabinete les costaba dar pasos en dirección a las reformas", narró este miércoles el economista y politólogo Carlos Blanco, para quien la base de las actuales dificultades es la estructura fiscal del Estado más que la merma del ingreso petrolero.

Precisamente por ello medios económicos, como la Bolsa de Caracas que cayó 3,03 por ciento el martes, recibieron con inquietud la salida de Rojas Parra, aunque saludaron que su reemplazo sea Izaguirre, ex ministra de Planificación y representante ante el Banco Interamericano de Desarrollo.

Mientras progresaba el relevo en la jefatura del gabinete económico, que por su forma causó un alto costo en divisas, Caldera movió varias piezas clave sobre el tablero de la política y la seguridad y defensa en este atípico año electoral, ganando para esos movimientos un discreto segundo plano en la prensa.

Ese martes, 30 de junio, era según costumbres castrenses en Venezuela el último día apropiado para anunciar la reorganización del alto mando militar, lo que Caldera hizo y acompañó con decisivos enroques en los ministerios del área política.

El principal movimiento de Caldera fue colocar como comandante del Ejército a su yerno, el general de división Rubén Rojas Pérez, mientras mantenía al vicealmirante Tito Rincón como ministro de la Defensa y procedía a relevos incontrastados en los mandos de las restantes fuerzas.

Sobre las fuerzas de tierra descansa en Venezuela idéntico protagonismo en seguridad y defensa que en países similares, pero además cargan con el peso de la "Operación República", es decir, la seguridad y la logística en los procesos electorales.

La fulgurante carrera de Rojas Pérez, ex jefe de la Casa Militar de Caldera, provocó acusaciones de "nepotismo" entre adversarios políticos del presidente que aseguraban reflejar el descontento entre muchos militares.

Caldera, según Blanco, debió hacer un balance entre la lealtad de su pariente y "la feroz crítica de nepotismo que enfrentará en el corto plazo", optando por la primera salida, errada a juicio del analista, pues el conjunto de mandos en la institución observa la obediencia debida al Jefe del Estado.

Pero además Caldera trasladó del Ministerio de Transporte a la gobernación de Caracas al general retirado Moisés Orozco, quien fue su ministro de Defensa durante año y medio.

Al mando de 8.000 policías e incumbencia en las tareas de la militarizada Guardia Nacional, la gobernación de Caracas es una baza clave para garntizar el orden público.

El mandatario también dispuso un enroque entre sus ministros de Interior y Secretaría, trayendo a este último a José Andueza, un calmado funcionario cuyas ironías encresparon a veces a la opinión pública, y colocando al frente del gabinete político a Asdrúbal Aguiar.

Este último, un jurista de menos de 50 años y buenos nexos con el opositor partido socialcristiano Copei -que Caldera fundó en 1946 y abandonó en 1993 para ser candidato suprapartidista-, puede ser un facilitador de entendimientos políticos.

Para las elecciones de fin de año se presenta un panorama dominado por candidaturas presidenciales independientes, y con las encuestas favoreciendo desde hace tres meses al ex teniente coronel golpista Hugo Chávez.

Otros aspirantes son Irene Sáez, ex alcaldesa de un municipio caraqueño, Henrique Salas, empresario, Claudio Fermín, ex candidato presidencial socialdemócrata, y Luis Alfaro, jefe de la organización que expulsó a Fermín, Acción Democrática.

La figura "antisistema" que Chávez promueve y le enrostran sus críticos ha llevado a plantear la elección, según numerosos columnistas de prensa, como duelo entre democracia y dictadura.

En un país que desde hace diez años constantemente repite elecciones regionales y municipales por fraudes y otras irregularidades, se ha prestado oídos a la advertencia de Chávez de que su movimiento impedirá que le escamoteen una victoria.

Ese clima de efervescencia es subrayado porque más venezolanos, según encuestas, dicen que irán a votar, lo que muestra un creciente interés por la política mientras se derrumban indicadores económicos.

Caldera, mientras adelanta ajustes imprescindibles en la economía, se adelanta a tomar previsiones para el caso de que esas enmiendas se traduzcan en alteraciones a la paz social, un logro que ya comenzó a reivindicar para el quinquenio que concluirá en febrero de 1999. (FIN/IPS/jz/mj/ip/98

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