La falta de alimentos en Sudán es desesperante, y los continuos bombardeos del gobierno empeoran las cosas, advirtieron grupos humanitarios en la capital de Estados Unidos.
La situación es especialmente peligrosa en las montañas de la región desértica de Nubia y el sur del país del norte de Africa, indican analistas.
El Programa Mundial de Alimentos (PMA), que dos meses atrás informó que 350.000 personas corrían riesgo de hambruna, sostiene ahora que 2,6 millones de personas necesitan ayuda en alimentos de emergencia, en particular en el sur, donde la desnutrición aumentó hasta 60 por ciento.
"Esto es lo peor que he visto", dijo Roger Winter, director del Comité de Estados Unidos para los Refugiados (USCR), quien trabajó en Sudán durante 18 años.
Una sequía de dos años causada por las condiciones climáticas de El Niño es en parte responsable por la situación. Pero la guerra civil de 15 años, en la que murieron más de un millón de personas, es la principal culpable, según analistas independientes y organizaciones humanitarias activas en Sudán.
Desde hace más de una década, el Frente Nacional Islámico (NIF), dominado por los árabes, intenta dominar al Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA), de mayoría cristiana y negra. La guerra se ha peleado sobre todo en el sur, donde está basado el SPLA.
Los combates han tenido lugar también en las montañas de Nubia, del centro de Sudán, donde la mayoría del pueblo nubio, negro y musulmán, se unió al SPLA contra el gobierno en Jartúm.
El gobierno ha utilizado contra los nubios tácticas similares a las que usó contra el sur, incluyendo el uso de tropas del ejército y milicias tribales para saquear y destruir poblados, forzando a los habitantes a abandonar sus fértiles valles.
El gobierno en Jartúm permite esporádicamente que el PMA transporte alimentos a personas desplazadas en el sur, pero las agencias humanitarias no tienen acceso a áreas bajo control rebelde en las montañas de Nubia.
Como resultado, hasta un tercio de los 300.000 nubios que viven en áreas bajo control rebelde podrían sufrir la hambruna, aseguró Jemera Rone, analista de la organización defensora de los derchos humanos Human Rigths Watch.
En mayo, el secretario general Kofi Annan persuadió a Jartúm a admitir un equipo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para evaluar las necesidades de la población.
Tres miembros sudaneses del equipo murieron en una emboscada el mes pasado, mientras el SPLA y el gobierno se acusan mutuamente del ataque mortal.
La situación en el sur parece aún peor. Según grupos humanitarios, una ataque fallido del SPLA contra Wau, capital de Bahr Al Ghazal, sembró en enero las semillas de la hambruna que ahora acosa a la región.
Wau, un poblado de base del ejército, fue uno de los principales blancos del SPLA que, con respaldo encubierto de Uganda, Etiopía y Eritrea, hizo grandes avances contra fuerzas del gobierno durante los últimos dos años.
Durante el mismo período, Estados Unidos entregó unos 20 millones de dólares en ayuda militar "no letal" a los tres países vecinos, como parte de su esfuerzo por aislar a Jartúm.
El ataque de enero desplazó a decenas de miles, forzándolos a la dependencia de la asistencia internacional. A la vez, brindó al gobierno un pretexto para limitar los vuelos de ayuda humanitaria de la Operación Línea Vida Sudán (OLS) de la ONU, que transporta alimentos por aire y tierra desde Kenia, Uganda, y El Obeid en el norte de Sudán.
Bajo intensa presión internacional, Jartúm permitió al PMA enviar 12 aviones al día para entregas al sur de Sudán, y la agencia de la ONU espera ganar el acuerdo del gobierno para establecer "corredores humanitarios" por tierra en áreas necesitadas.
Pero 12 aviones equivalen a "una gota en un balde" en relación a la necesidad, dijo un funcionario de la ONU quien, junto a otros, critica el fracaso de la comunidad internacional para evitar la hambruna. (FIN/IPS/tra-en/jl/aa/lp/dv ip/98