Los pobres de Sudáfrica demandan educación para sus hijos, unos pocos litros de agua potable por día y una parcela de tierra o un trabajo. El resto, dicen, lo pueden lograr por sí mismos.
"Sabemos que el gobierno puede ayudar, pero no lo hará si uno simplemente se queda sentado. Levantémonos, así nos podrán ayudar", dijo Meisie Ledagile en el transcurso de una serie de debates sobre pobreza celebrados en el municipio negro de Soweto, en Johannesburgo, con participación de unas 10.000 personas.
Las 35 audiencias, celebradas entre marzo y junio bajo el lema "Hablando claro sobre la Pobreza", fueron convocadas por una coalición de organizaciones no gubernamentales para que los propios pobres participen en los programas para erradicarla y evaluar las políticas gubernamentales al respecto.
La pobreza es uno de los grandes desafíos de la nueva Sudáfrica. Se estima que 53 por ciento de la población vive por debajo de la línea de pobreza. Doce de los 37,9 millones de sudafricanos no tiene acceso a agua potable, y 65 por ciento de los adultos son analfabetos.
"Pobreza es carecer de tierra y de recursos para tener acceso a la tierra y a las comodidades básicas", dijo en las audiencias un trabajador agrícola del norte del país.
"Si se nos da tierra y se nos asiste para obtener implementos y servicios tales como fertilizantes, buena semilla, buen equipo agrícola, créditos y prórrogas, podemos vencer a la pobreza", aseguró.
Los pobres "no quieren limosnas. En realidad están pidiendo que se les dé la posibilidad de mantenerse por sí mismos", observó "La Voz del Pueblo", uno de los informes que se elaboraron luego de los debates.
"En casi todas las regiones se recogieron historias ejemplificantes de gente, la mayoría mujeres, que se han unido para participar en actividades generadoras de ingreso", se indicó en el reporte.
Más de 65 por ciento de la población pobre de Sudáfrica son mujeres.
El empleo fue la principal preocupación de las personas que hablaron en las audiencias, en especial en las áreas rurales. Otros problemas mencionados con frecuencia fueron el acceso a la tierra, la vivienda, la salud, la educación y a otros servicios sociales.
Las cifras oficiales sitúan el desempleo en 32 por ciento, pero analistas independientes dicen que llega a 50 por ciento, y que afecta en especial a la población negra.
En Sudáfrica, más de nueve millones de personas viven en chozas y viviendas informales, y una cuarta parte de las clínicas no tiene grifos.
Los blancos reciben ingresos nueve veces mayores a los de los negros.
El país tiene dos realidades opuestas: una zona desarrollada, tecnológicamente avanzada, comparable al mundo industrializado occidental, y una zona empobrecida, más pobre aún que muchos países en desarrollo.
La intención de las audiencias era averiguar cómo viven los pobres del país y hacer de la erradicación de la pobreza un asunto de primera importancia nacional.
El presidente de la Comisión de Derechos Humanos, Barney Pityana, dijo que los debates también tuvieron como objetivo "que el país reconozca que no llegó al final del camino" cuando en 1994 acabó el apartheid, sistema de segregación racial institucionalizada en perjuicio de la mayoría negra.
"La lucha para eliminar el legado del apartheid es continua", afirmó.
Renegociar la deuda del apartheid, revertir la política macroeconómica llamada Crecimiento, Empleo y Redistribución y establecer un Fondo de Erradicación de la Pobreza son algunas de las recomendaciones contenidas en los informes, que serán puestas en manos del gobierno.
La deuda externa pública generada durante el gobierno del apartheid (50.000 millones de dólares) es considerada uno de los factores que fomenta la pobreza. El año pasado se destinó la quinta parte del presupuesto nacional a su pago. (FIN/IPS/gm/di/mj/dv/98