La visita hoy a Francia del presidente de Siria, Hafez Assad, tiene toda la atención de la televisión. Pero el país de Medio Oriente también tiende una mano a Iraq, rival regional durante casi dos décadas.
La visita a Francia, primera de Assad a un país de Occidente en 22 años, es considerada como parte de una ofensiva diplomática contra Israel y su posición en el proceso de negociaciones con los palestinos.
Mientras todos los ojos están puestos en la reunión de Assad este jueves en París con el presidente Jacques Chirac para superar el bloqueo del proceso de paz en Medio Oriente, un tratado sin precedentes firmado el martes entre Iraq y Siria pasó casi inadvertido.
El ministro de Petróleo iraquí, Amir Rashid, firmó un importante tratado con Siria sobre la reapertura de un oleducto clausurado durante 16 años.
El acuerdo de reapertura del ducto, que puede transportar 300.000 barrilles de crudo de exportación por día de Iraq al Mediterráneo, incluye también el tendido de un segundo ducto.
El acuerdo iraquí-sirio es además importante porque los signatarios comparten una frontera común y, gobernados por facciones rivales del Partido Baas Arabe Socialista, están enfrentados desde hace casi dos décadas.
El estímulo fue la próxima implementación del acuerdo "petróleo por alimentos" para Iraq sancionado por el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Los 2.000 millones de dólares de petróleo que Iraq vendía cada seis meses bajo el acuerdo fueron ampliados a 5.200 millones de dólares.
Iraq se aboca a reparar la infraestructura industrial petrolera para elevar su producción a la cantidad permitida por la ONU.
Esto implica que Bagdad necesitará más salidas para sus exportaciones de crudo. Por ahora, exporta el petróleo utilizando su terminal petrolera en el Golfo y un ducto que atraviesa Turquía hacia el puerto mediterráneo de Dortyol.
El destino del viejo oleoducto sirio es el puerto mediterráneo de Bania. El ducto, de 1.100 kilómetros, que comienza en el sur de Iraq, era una importante salida para el gobierno iraquí hasta que Assad lo clausuró en 1982, pocos días después de cerrar su frontera con Iraq.
Assad tomó la medida en represalia por la ayuda que el presidente iraquí Saddam Hussein entregaba entonces a sus archienemigos de la Hermandad Musulmana de Siria, quienes llevaban a cabo una lucha armada para derrocar al presidente Sirio, quien está en el poder desde hace 28 años.
Sin embargo, las relaciones entre Assad y Saddam Hussein se habían tensado mucho antes, en septiembre de 1980, cuando el líder iraquí invadió Irán. Assad se apresuró a condenar a Hussein, alegando que su acción distraía la atención del mundo árabe de la confrontación con Israel, y dividía el campo anti-imperialista.
Aunque la guerra entre Irán e Iraq finalizó en 1988, las relaciones entre Siria e Iraq permanecieron congeladas.
En el período previo a la guerra del Golfo, Assad se sumó a la coalición contra Iraq liderada por Estados Unidos.
Assad razonó que, al invadir un país árabe, Kuwait, Saddam Hussein le dio un golpe al panarabismo, una doctrina a la cual adhería el Partido Baas Arabe Socialista, que gobierna Siria desde 1963 e Iraq desde 1968.
Aunque la guerra del Golfo terminó con la expulsión de Iraq de Kuwait en febrero de 1991, continúan las sanciones económicas contra Iraq, condicionadas a la eliminación de armas de destrucción masiva de parte de Bagdad.
Durante el último año, Siria y Egipto se han preocupado por la forma en que Washington mantiene un postura intransigente sobre las sanciones económicas contra Iraq, mientras gratifica al primer ministro de Israel, Binyamin Netanyahu, quien ha demostrado muy poco interés en el proceso de paz auspiciado por Estados Unidos con los palestinos y Siria.
La negativa de Netanyahu a continuar las conversaciones de paz iniciadas por su antecesor, Shimo Peres, ha frustrado a Assad.
El fracaso de Washington durante los últimos dos años para presionar al líder israelí para que reanude negociaciones con Damasco ha desilusionado al presidente sirio.
Además, sus conversaciones de este jueves en París, destinadas a integrar a Europa y Francia en el proceso, es una opción de largo plazo.
Otros hechos en sus fronteras también requieren su atención. Assad ha estado alarmado por la creciente cooperación militar entre Israel y Turquía, subrayado por los ejercicios navales conjuntos que realizaron en enero.
Todo esto estimuló a Assad a profundizar su estrategia, en el caso de una guerra con Israel, reparando sus diferencias con Hussein.
El proceso comenzó hace un año. En junio de 1997, Assad reabrió la frontera siria con Iraq como preludio para reestablecer lazos comerciales entre ambos vecinos.
Varias compañías sirias firmaron luego contratos para abastecer con alimentos y textiles a Iraq bajo el acuerdo "petróleo por alimentos" de la ONU. Luego un equipo de empresarios iraquíes liderado por el jefe de la Federación de Cámaras de Comercio visitó Damasco.
Los lazos comerciales entre Siria e Iraq se fortalecerán, ya que Bagdad dispondrá de más divisas como resultado del acuerdo petróleo por alimentos.
Además, Assad sumó a su política de distender sus relaciones con Saddam Hussein nuevos esfuerzos por estimular a su aliado Irán a hacer lo mismo.
Con la instalación en agosto del moderado Muhmmad Jatami como presidente de Irán, hubo un constante proceso de normalización de relaciones entre Teherán y Baghdad.
A la vez, Irán mejoró sus relaciones con Egipto. Ahora Egipto y Siria admitieron que un mayor debilitamiento de Iraq dañará los intereses del mundo árabe, y beneficiaría a Israel. En esta situación, el esfuerzo por erosionar el aislamiento de Iraq podría ganar impulso. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/lp/ip/98