Un tercio de los habitantes del planeta emprenden viajes internacionales, a veces en busca de una mejor vida, y contribuyen a la propagación del sida, se advirtió en Ginebra a principios de este mes, al finalizar la 12 Conferencia Mundial sobre esa enfermedad.
"Es un hecho aceptado que más de 2.000 millones de personas viajan de un país a otro", afirmó en la conferencia Irene Fernández, presidenta de la organización no gubernamental Coordinadora de Acción e Investigación sobre Sida y Migración.
La mayoría de los viajeros son gente de negocios y turistas, y regresan a su país de origen después de unos días o semanas en el exterior.
Pero más de 50 millones de personas son emigrantes por razones económicas o refugiados, según la Facultad de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos.
Apremiados por la globalización, los gobernantes corren a las mesas de negociación en busca de una porción del milagro económico que se promete. Pero no toman en cuenta su impacto en la propagación del VIH (Virus de Inmuno Deficiencia Humana) y el sida (síndrome de inmunodeficiencia humana), señaló Fernández.
"El modelo económico dominante apunta al lucro y la acumulación de capital. El ser humano es secundario en sus prioridades", agregó.
Fernández opinó que el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial promueven "políticas contrarias a la salud humana, como la privatización de servicios de salud y la explotación de mercados de mano de obra barata".
Unos 16 millones de habitantes de áreas rurales se radican cada año en centros urbanos en los países en desarrollo, sin incluir a China, se consignó en un informe de 1996 de la Universidad Johns Hopkins.
Así mismo, anualmente se cuentan entre dos y cuatro millones de emigrantes, y en las dos últimas décadas, 18 millones de personas abandonaron su país como refugiados y cerca de 20 millones se convirtieron en desplazados en su propia nación.
"Emigrantes, refugiados y desplazados se encuentran entre la población más vulnerable del mundo", según el informe de la universidad estadounidense.
"Hacinados en la periferia de las ciudades o en barrios precarios de centros urbanos, alojados en campamentos supuestamente transitorios o sin vivienda, muchos de ellos presentan necesidades urgentes de atención sanitaria, incluso de salud reproductiva", se señaló.
Gobiernos de países en desarrollo ayudan a ciudadanos a emigrar al exterior, como medio de obtener divisas a través de remesas familiares. Pero las condiciones migratorias producen riesgos.
La mayoría de los emigrantes son solteros o deben separarse de su pareja, y las relaciones sexuales que mantienen los exponen al VIH.
Así mismo, muchas de las inmigrantes bosnias en Alemania consultadas para una encuesta que fue presentada en la conferencia de Ginebra se desempeñaban como prostitutas o en el área informal y en condiciones de explotación.
El aislamiento y la falta de estructuras familiares de apoyo caracterizaban a la mayoría de ellas.
El investigador Josef Decosas señaló la amplia variación de la incidencia del VIH de un país a otro e incluso dentro de un mismo estado.
Decosas estableció una correlación entre la propagación del VIH y el movimiento de personas determinado por las condiciones del mercado laboral, y dijo que la presencia del virus es alta en áreas de inmigración.
Como ejemplo, Decosas vinculó la diseminación de la enfermedad en Africa austral a la atracción que la minería de Sudáfrica ejerce sobre habitantes de países vecinos.
Los trabajadores de muchas explotaciones mineras de Sudáfrica comparten barracones y esa concentración, que puede determinar el aumento de las relaciones sexuales sin protección entre hombres y con prostitutas, es uno de los tres factores que, según Dacosas, contribuye a la pandemia de sida a través de los migrantes.
El segundo factor es la interrupción del apoyo social que los emigrantes obtenían en su país de su familia, la iglesia o la mezquita, y de las comunidades que hablan su idioma. Y el tercero está dado por las privaciones del emigrante y la escasa atención a su salud.
El estudio de Decosas es uno de los pocos que analiza la relación entre la transmisión de VIH y la migración.
Una red de expertos en la materia, agrupados bajo el nombre de Supervisión de la Pandemia de Sida, señaló que los estudios realizados tienden a concentrarse en las poblaciones de alta movilidad, como los camioneros y vendedores itinerantes, cuyo estilo de vida es diferente del que llevan los trabajadores migrantes.
La migración a gran escala también es causada por las guerras y conflictos. En esas situaciones, la prioridad es la alimentación y la vivienda, y con frecuencia no se presta atención al problema del sida.
Sin embargo, es precisamente en esos momentos cuando la amenaza del sida reviste mayor importancia, advirtió ONUSIDA, la agencia de la Organización de las Naciones Unidas dedicada al combate contra esa enfermedad.
Refugiados procedentes de zonas de alta y baja presencia de VIH son alojados juntos, y los incidentes de violaciones y violencia aumentan significativamente, haciendo a hombres y mujeres altamente vulnerables al sida.
Decenas de miles de mujeres han sido violadas en situaciones de guerra, ya sea en Bosnia-Herzegovina o en Ruanda. La violación fue utilizada en la antigua Yugoslavia y en Ruanda como arma de guerra, para aterrorizar a la población civil.
Los conflictos armados, según se cree, determinan también otras conductas que aumentan el riesgo de infección de VIH: los hombres y mujeres desplazados, aislados de sus familiares, manienen relaciones sexuales entre sí y con integrantes de la comunidad que les recibe, y muchas veces sin protección.
Más de 250 casos de violación se denunciaron en siete meses en sólo un distrito del oeste de Tanzania, advirtió Millicent Obaso, que trabaja en Africa oriental para la Federación Internacional de la Cruz Roja y las Sociedades de la Media Luna Roja,
Unos 230.000 refugiados de Burundi y Congo están concentrados en ese mismo distrito.
Así mismo, la sífilis afecta a 19 por ciento de las mujeres embarazadas de la región de Kigoma, en el oeste de Tanzania, informó Obaso en un artículo periodístico.
También contribuyen a la propagación del VIH otras situaciones relacionadas con la migración forzada y el desplazamiento de masas de población, como el hacinamiento y la falta de higiene. Y muchos refugiados no tienen acceso a pruebas o asesoramiento sobre el sida.
Michael Carael, de ONUSIDA, considera imprescindible la educación de los migrantes sobre el sida. "Las intervenciones deben dirigirse a la reducción del riesgo, y deben respetarse los derechos humanos de los migrantes", declaró.
Carael también propone la coordinación política entre los países donde se origina la migración, los de tránsito y los de destino.
Aunque se opone a los análisis individuales a los migrantes, Carael opina que es necesario realizar pruebas al azar en determinadas áreas para evaluar qué grupos están en riesgo. —— (*) IPS pone a disposición de sus suscriptores este material por un acuerdo de distribución con la institución internacional de comunicción Panos Features, de Londres. (FIN/PANOS/tra-en/rl/di- ff/he/98