Casi 200 trabajadores de la mina de Severny, en esta localidad de Rusia, se encuentran en Moscú exigiendo la renuncia del presidente Boris Yeltsin porque no reciben sus salarios desde noviembre.
Aquellos con más suerte, como Nikolai Polyakov, recibieron 110 dólares en los últimos tres meses, como adelanto de sus haberes de octubre.
El trabajo diario, sin remunerar, casi no se distingue de la rutina carcelaria. Los mineros y sus familias subsisten a base de los "tormozhok" que les proporciona a diario la compañía y que consisten en un pequeño trozo rancio de salchicha, media cebolla, un pedazo de pepino y un huevo duro.
Cada tormozhok cuesta poco menos de un dólar, que le será deducido a los trabajadores cuando finalmente reciban sus salarios.
"Apenas nos mantenemos con vida. Mi hijo me pidió dinero para comprar un banano en la calle. Tuve que decirle que no y darle otro tormozhok. Sólo come dos por día desde hace un año", dijo Polyakov.
El minero promedio gana unos 365 dólares al mes, pero por lo general no recibe más que la mitad cuando la compañía minera toma la poco habitual decisión de pagarle. En Severny, a los obreros se les deducen automáticamente 35 dólares de su salario para pagar por su transporte al trabajo.
Si un minero tiene una familia pequeña y sólo se lleva cinco tormozhok a su casa después de cada uno de los 22 turnos que trabaja en el mes, se le descuentan 105 dólares más. El impuesto a los sueldos, de 12 por ciento reduce el salario mensual a unos 181 dólares.
El portavoz de prensa de VorkutaUgol, la corporación propietaria de la mina de Severny, afirma que la patronal tampoco recibe sus haberes. "Las únicas personas que reciben su dinero a tiempo son las limpiadoras. Lo juro", aseguró.
El portavoz afirmó que la compañía tendrá un déficit de 82 millones de dólares una vez deducidos los impuestos y pagados los gastos generales, que representan 666 millones de dólares, incluidos los salarios.
Esas cifras son irrelevantes para la mayoría de los habitantes de Vorkuta, pero pocos lo manifiestan debido al poder que tiene la compañía sobre la ciudad.
La publicación de artículos de investigación sobre la mina genera demasiados problemas al diario municipal Zapolariye, sostuvo su vicedirector, Roman Kursurov.
"Pero es evidente que el dinero que falta para los sueldos hay que buscarlo en la corporación y en las compañías intermediarias que venden el carbón", indicó.
"VorkutaUgol tiene escondido más dinero aún que el de los salarios. La compañía está construyendo bancos, comprando tiendas, y dentro de poco, junto con los intermediarios, van a ser dueños de toda la ciudad", advirtió Kursurov.
Moscú, 1.900 kilómetros al oeste de Vorkuta, parece ejercer el papel del jefe ausente de la mafia, recibiendo su parte a través de los impuestos, mientras brinda protección y favores ocasionales como el de la comisión médica que le costó al minero Grigory Mijailovsky su pensión por invalidez.
Mijailovsky fue despedido en agosto de 1996 luego de haber recabado pruebas de gastos realizados por la compañía y no declarados ante el fisco. Un año después, una comisión médica "independiente" le anuló su pensión.
No se sabe con exactitud el monto que recibe el gobierno a través de los impuestos. Los inspectores estatales reciben 38 por ciento de los ingresos brutos y no de las ganancias, como se hace habitualmente, aseguró Vasily Pirozhkov, presidente del Sindicato de Ingenieros Mineros.
Cualquiera sea la verdad sobre los impuestos, el presidente Boris Yeltsin y su gobierno no son muy populares en Vorkuta.
Una de las principales razones por las que 178 obreros de Vorkuta se encuentran en Moscú exigiendo la renuncia de Yeltsin es el denominado "fiasco 777", considerado el mayor acto de traición cometido por el gobierno contra los mineros.
En 1996, antes de las elecciones presidenciales, Yeltsin visitó Vorkuta y se ganó el voto de los mineros al firmar la Orden Ejecutiva 777, que habría de reducir los costos de transporte del carbón por tren y los impuestos sobre la venta del mineral.
La orden nunca entró en vigor y fue formalmente anulada por Yeltsin en mayo de este año.
En consecuencia, el precio del carbón de Vorkuta sigue siendo prohibitivo. Para trasladar el carbón a Ucrania, por ejemplo, VorkutaUgol debe pagar lo que representa un arancel de 100 por ciento.
Hay otras historias que circulan entre los mineros. Una sostiene que los directores de la mina venden el carbón a cinco y 10 por ciento de su costo en forma clandestina a diversos clientes, y ocultan el negocio al gobierno y a los mineros.
Una prueba sería la reciente institución de los turnos de fin de semana que, según los mineros, nunca fueron explicados por la patronal. "Nadie sabe adónde se dirige el carbón que extraemos los domingos, y nunca lo sabremos", manifestó Polyakov. (FIN/IPS/tra-en/mt/rj/aq-ml/lb/98