El presidente electo de Paraguay, Raúl Cubas, perdió un mes y medio antes de asumir el cargo la posibilidad de controlar la legislatura cuya instalación formal se produjo hoy.
Un acuerdo alcanzado por la oposición y los oficialistas que responden al vicepresidente electo, Luis María Argaña, podría trabar la aprobación de las leyes que Cubas prometió en la campaña electoral.
Otros dos dirigentes del gobernante Partido Colorado, que triunfó con Cubas al frente en las elecciones del 10 de mayo, están detrás de la división interna.
Uno es el presidente saliente, Juan Carlos Wasmosy, que este miércoles anunció, al inaugurar la legislatura, que asumirá una banca vitalicia en el Senado. El segundo es el líder del mandatario electo, el ex general Lino Oviedo, que escuchó ese discurso desde la prisión.
Oviedo cumple sentencia de 10 años dictada en abril por un tribunal militar y confirmada por la Corte Suprema de Justicia. Ese fallo le impidió ser el candidato del oficialismo a la presidencia, derecho que había ganado en las elecciones internas del Partido Colorado en septiembre.
Se le acusa de haber ordenado desde el comando del ejército aprestos militares para resistir su relevo, ordenado por Wasmosy en abril de 1996.
No siempre Oviedo y Wasmosy estuvieron distanciados. El ex militar había ayudado en 1992 al actual mandatario a fraguar las elecciones internas coloradas en perjuicio de Argaña, actual presidente del partido.
El parlamento saliente, con votos de opositores sumados a los denominados "wasmoargañistas", aprobó en junio una ley que impedirá a Cubas cumplir la promesa de indultar a Oviedo un día después de asumir la Presidencia el 15 de agosto, por considerarlo "preso político".
El mandatario electo deberá esperar, de acuerdo con la ley, que su líder purgue la mitad de su pena (cinco años), o insistir con el indulto y correr el riesgo del juicio político con que le amenaza la nueva legislatura.
El Partido Colorado, que gobierna desde 1947 en forma ininterrumpida incluyendo una dictadura entre 1954 y 1989, logró en mayo 53 por ciento de los votos, en las elecciones con más garantías de la historia paraguaya, según un centenar de observadores que desplegó la Organización de Estados Americanos.
El "matrimonio de conveniencia" de oviedistas y argañistas duró lo que un lirio, como pronosticaron los especialistas y una oposición que cumplió cinco años respaldando a Wasmosy, quien no contó con su colectividad para legislar.
El Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) y el movimiento Encuentro Nacional (EN), que sumaron coaligados 43 por ciento del electorado, cedieron al argañismo las presidencias de ambas cámaras, pero obtuvieron a cambio las vicepresidencias.
En el Senado de 45 escaños fue elegido Luis González Macchi y en la Cámara de Diputados de 80 bancas se eligió a Walter Bower, hombres "de choque" de Argaña y promotores de diversos mecanismos con los que se intentó durante siete meses dejar a Oviedo fuera de la carrera a la presidencia.
La Cámara Alta es un fiel reflejo de la atomización colorada. Una senadora responde a Wasmosy, nueve senadores a Oviedo, otros cinco son ex wasmosistas que se unieron al ex general y los nueve restantes son argañistas.
El PLRA cuenta con 13 legisladores, el EN, con siete, y el Partido Blanco, con uno cuya convalidación está cuestionada ante el Superior Tribunal de Justicia Electoral.
Los legisladores oviedistas se retiraron del Senado en protesta por la exclusión de la conducción parlamentaria del sector mayoritario del partido más votado, el cual carece, por sí solo, de los votos que Cubas necesitará para gobernar.
Cubas recibirá este jueves a técnicos del Fondo Monetario Internacional sin saber cómo logrará en el Congreso la aprobación de las reformas que propuso en la campaña electoral, ni tener control de las presidencias de las cámaras legislativas ni socios políticos en el gabinete en funciones.
El horizonte se oscurece para el futuro presidente, que carece incluso de poder para remover una Corte Suprema de Justicia en la que permanecen los jueces que condenaron a Oviedo.
Los comandantes de las tres fuerzas militares y el comandante general tampoco le hacen fácil la transición, lo que le obligará a destituirlos el 16 de agosto, aunque para ellos es un alivio asegurarse de que Oviedo no será quien dirija la operación de "descabezamiento".
El electo mandatario visita periódicamente al ex general detenido en la I División de Infantería, a 2,5 kilómetros del Palacio de López, sede de gobierno.
Cubas prometió no recibir de manos de Wasmosy la banda y bastón que simbolizan el poder presidencial, en una ceremonia prevista para el 15 de agosto en el auditorio del Banco Central.
Wasmosy ingresó este miércoles a ese mismo recinto, para pronunciar un discurso en la inauguración formal de la legislatura ante un auditorio que no contaba con legisladores oviedistas.
"Dejamos atrás no 50, sino cien años" de costumbres dictatoriales, con libertad de prensa y derechos humanos, dijo allí el presidente saliente.
Wasmosy afirmó que en su período de gobierno se puso en marcha "una obra mayor de ingeniería política portentosa" y, aunque reconoció que el "sistema económico afronta dificultades serias", destacó la apertura al Mercosur y al "mundo globalizado, sin ser sujetos pasivos".
El mandatario estimó las inversiones recibidas entre 1993 y 1998 en 2.100 millones de dólares, que generaron 51.000 pue sin mencionarlo, de plantear "propuestas populistas que solo buscan acceder al poder" a sabiendas de que no se podrán cumplir.
Mientras varios diputados dormitaban en sus butacas, la senadora liberal Elba Recalde mostró su molestu campaña, y defendió al pueblo "desposeído" frente a quienes proponen medidas radicales y privatizaciones, "sin importar las consecuencias sociales de un Estado prescindente".
Wasmosy acusó al futuro gobierno, pero sin mencionarlo, de plantear "propuestas populistas que solo buscan acceder al poder" a sabiendas de que no se podrán cumplir.
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