Norma Solórzano, de apenas 16 años, trabaja en un taller de manualidades para asegurar el sustento a su hija de seis meses.
El padre de la niña, otro adolescente, no convive con ellas ni ayuda a Norma. La abandonó poco después de que ella diera a luz, tras intentar inútilmente que abortara propinándole golpizas.
"Se portó mal conmigo, porque tenía otras mujeres. Sólo llegaba a la casa a pelear conmigo. A los siete meses de embarazo ya me había pegado dos veces", relató la madre precoz.
Además de la violencia física, Norma también sufrió maltrato psicológico. "El me decía que cuando tuviera a mi niña me la iba a quitar, pero ahora ni siquiera le ha dado su apellido", dijo.
En Nicaragua, de acuerdo con cifras oficiales, la maternidad entre adolescentes representa entre 40 y 45 por ciento de los embarazos registrados en el sistema de salud pública.
Es decir, se trata de madres entre los 15 y 19 años, edad considerada de "alto riesgo obstétrico".
"El 59 por ciento de las muertes maternas se registran en mujeres entre los 19 y 25 años", señaló a IPS Edda Quiroz, del Ministerio de Salud.
"Nicaragua tiene el más alto número de embarazos adolescentes en Centroamérica. Eso nos debe llevar a una reflexión y a dirigir acciones hacia ese sector", dijo Quiroz.
Al igual que Norma, miles de niñas y adolescentes terminan embarazadas como resultado de una "exigencia amorosa" por parte del hombre.
En efecto, según el estudio "Un cuarto de siglo en la bibliografía sobre embarazo en adolescentes", del Instituto Nicaragüense de la Mujer (INIM), cinco de cada diez jovencitas iniciaron su vida sexual por amor a su pareja.
En el caso de los hombres, la proporción se reduce a 35 por ciento.
Sólo cinco por ciento de las adolescentes encuestadas respondieron que mantuvieron relaciones sexuales tempranas por curiosidad.
"Antes yo tomaba pastillas (anticonceptivas), pero cuando me metí con él me las botó. Compré otras, pero él insistió en que no usara. No le dije nada y entonces quedé embarazada", relató Norma.
La joven, junto a otras muchachas de su generación, aprende manualidades en el Proyecto Casa de Niñas y Madres Adolescentes, que tiene apoyo financiero de la Unión Europea.
Allí obtiene provisiones, ropa y consejos profesionales. También su hija, cuando se enferma, recibe en ese lugar asistencia médica.
"Antes andaba en la vagancia. No tenía donde dormir y dormía en las calles, eso ahora no me gusta porque trabajo y con lo poco que me dan compro mis cosas y las de la niña", dijo Norma. También asegura que reemprenderá los estudios que abandonó cuando su hija cumpla un año.
Entre 88 y 92 por ciento de las madres adolescentes de Nicaragua dependen económicamente de sus padres y familiares, ya que carecen de profesión, según el estudio de INIM. Así mismo, más de 80 por ciento abandonan sus estudios.
Mientras, el embarazo prematuro trae como consecuencia una mayor represión paterna, en la familia de la adolescente, explicó la psicóloga Jaqueline Vargas, directora del Programa Madre Adolescente de la organización no gubernamental Dos Generaciones.
"Empieza la represión y el control más agudizado de parte de los padres, además del rechazo social hacia ella. Las muchachas, entonces, presentan una serie de traumas antes y después del parto", dijo Vargas a IPS.
"Todo esto tiene una terapia de recuperación, pero por la falta de recursos y las condiciones del país, muy pocas veces se aborda el problema a profundidad", añadió la psicóloga.
El programa Madre Adolescente se puso en marcha hace cuatro años en dos barrios de Managua de bajos ingresos. Ahora se ha ampliado a cuatro barrios.
Casi 70 por ciento de las jóvenes cubiertas por este programa tienen entre 14 y 16 años.
"La mayoría de los embarazos suceden entre los 15 y 16 años, pero hay también una parte significativa de muchachas que salen embarazadas entre los 12 y 13 años", aseguró Vargas.
A su juicio, la solución de este problema exige la participación de varios sectores, entre ellos las autoridades educativas, los padres de familia y las organizaciones juveniles. (FIN/IPS/rf/ff/pr/98