El presidente de México, Ernesto Zedillo, afirmó hoy que el gobierno es el único sector involucrado en el conflicto en el estado de Chiapas que trabaja con tesón para lograr una solución negociada y rechazó los pedidos para retirar al ejército de la zona.
Al mismo tiempo, Zedillo acusó de doble discurso a organizaciones religiosas y de derechos humanos que actúan en Chiapas, donde opera el Ejército Zapatista para la Liberación Nacional (EZLN).
El gobierno "no está en guerra" y "quiere solucionar el conflicto sin vencer a nadie", pero no renunciará "a hacer valer el estado de derecho", advirtió Zedillo durante su quinta gira por Chiapas que ha realizado en los últimos 90 días.
El mandanario afirmó que hasta el momento la tolerancia y la paciencia estuvieron siempre del lado del gobierno, y prometió que las autoridades federales jamás acturán como agresoras en el conflicto con el EZLN, grupo con el dijo compartir la causa por la justicia.
En una inusual cadena de radiemisoras transmitida desde Chiapas, Zedillo negó estar conduciendo una guerra de baja intensidad contra la guerrilla a pesar de hablar de paz, como le acusan políticos, religiosos, indígenas y organizaciones de derechos humanos mexicanos y extranjeros.
Los que usan un doble discurso son quienes actuaban como mediadores y traicionaron la confianza del gobierno, activistas de derechos humanos que solo defienden a un sector y personas que promueven la participación de extranjeros en un conflicto "que solo compete a los mexicanos", declaró Zedillo.
Los hechos demuestran que el gobierno puso su voluntad "hasta el límite" para solucionar el conflicto, añadió.
El obispo Samuel Ruiz, candidato a Premio Nobel de la Paz, quien renunció en junio a su papel de mediador entre el EZLN y el gobierno, sostuvo que las autoridades hablan de paz mientras atacan a los simpatizantes de la guerrilla, promueven la división entre indígenas y militarizan Chiapas.
Observadores internacionales, organizaciones extranjeras de derechos humanos y partidos políticos de oposición mantienen esa postura y exhortan al gobierno a mantener una actitud coherente con su discurso, respetar acuerdos firmados con la guerrilla y a desahogar la presión militar en la zona de conflico.
Además, sugieren aceptar una posible mediación internacional para reactivar el diálogo de paz, suspendido desde 1996.
En Chiapas están apostados hoy entre 30.000 y 40.000 soldados en zonas de influencia zapatista. Respaldados por sofisticada tecnología, que incluye vigilancia satelital y armamento de vanguardia, los militares mantienen su cerco sobre la guerrilla.
El gobierno, que en el pasado promovió procesos de pacificación en otros países, niega cualquier posibilidad de injerencia extranjera en Chiapas y rechaza las demandas de repliegue del ejército.
La función de las fuerzas armadas no es alentar la violencia, sino proteger a la población y "los derechos de las personas que no creen en la violencia", aseguró el mandatario, tras reiterar que la militarización de Chiapas "no es una apuesta para detener el diálogo".
A pesar de la fuerte presencia militar, en este estado del sur mexicano proliferaron los últimos años acciones violentas y se profundizó la división entre indígenas. Además, investigaciones involucran a militares en la formación y entrenamiento de grupos armados irregulares contrarios al EZLN.
Es el momento que el gobierno demuestre que su discurso de pacificación es real, por lo que tendría que disminuir la presencia militar en Chiapas, "totalmente desproporcionada para las fuerzas que, se supone, tiene la guerrilla", dijo el diputado opositor Gilberto Rivas.
Diversas investigaciones estiman que la guerrilla zapatista está formada por unos 10.000 hombres, la mayoría mal armados y con poco entrenamiento. Según estos estudios, menos de 2.000 hombres estarían en condiciones reales de combatir.
Guerrilla y militares no se enfrentan desde el 12 de enero de 1994, cuando el gobierno frenó los ataques contra el grupo y abrió el proceso de negociaciones ahora detenido.
Zedillo prometió que seguirá pugnando por la paz y el desarrollo de Chiapas, uno de los estados más pobres de México, pero advirtió que también defenderá los derechos y las causas de sectores ajenos a la guerrilla.
Diputados de oposición se declararon defraudados con el discurso del mandatario y vaticinaron que, si mantiene inalterable su estrategia para Chiapas, la violencia allí irá en aumento.
En los últimos meses, militares y policías desmantelaron municipios autónomos fundados por los simpatizantes del EZLN en acciones de fuerza que dejaron varios muertos, heridos y detenidos. (FIN/IPS/dc/mj/ip hd/98