El gobierno de México aseguró que la presencia de dos militares de Estados Unidos en el estado de Chiapas, descubierta el domingo cuando fueron retenidos por campesinos, no implica injerencia alguna en asuntos nacionales.
Son visitas "normales" de personal adscrito a la embajada de Estados Unidos, que incluso merece protección de las autoridades, dijo la cancillería.
Portavoces de gobierno dijeron haber citado al personal de la embajada la noche del miércoles para pedirles que en próximas ocasiones den aviso "oportuno" de sus desplazamientos con el fin de "facilitar su misión".
El rebelde Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y de organizaciones no gubernamentales sostienen que las fuerzas armadas estadounidenses tienen directa influencia en las estrategias militares que aplica el gobierno mexicano en Chiapas.
Indígenas vinculados con el gobernante Partido Revolucionario Institucional, identificados como paramilitares por un portavoz de Washington, retuvieron al mayor estadounidenses Thomas Gillen y a la sargento Elizabeth Krug cuando circulaban por zonas conflictivas de Chiapas.
Los campesinos pidieron a los militares que explicaran su presencia en el lugar y que abrieran varias de las cajas que transportaban. Los militares estadounidenses dijeron contar con inmunidad diplomática. Al final, se los dejó pasar sin que informaran su misión ni revelaran lo que llevaban.
Grupos opositores inquirieron qué hacían esos militares en Chiapas, mientras la cancillería mexicana y la embajada de Estados Unidos señalaron que se trató de un tipo de visita considerado normal en el ámbito diplomático.
No obstante, la cancillería recordó que todo extranjero que viaje a Chiapas debe actuar con "prudencia y mesura" para evitar "riesgos a su seguridad personal", así como "no interferir en asuntos de orden interno ni comprometer la buena marcha de las relaciones bilaterales por un incidente delicado".
En los primeros cinco meses del año, el gobierno expulsó a 76 extranjeros acusados de intervenir en el conflicto de Chiapas.
Militares de Estados Unidos son actores centrales en el conflicto de Chiapas al brindar asesoramiento y formación a las fuerzas armadas mexicanas o a través de la presencia directa, denunciaron el EZLN y las organizaciones no gobernamentales School of the American Wacht y Latin America Working Group.
La guerrilla zapatista afirmó hace más de tres años contar con evidencias que demuestran que militares estadounidenses asesoran, entrenan y dirigen a sus colegas mexicanos destacados en el estado de Chiapas.
El EZLN dijo, incluso, que tenía fotografías que sustentaban su afirmación. Sin embargo, nunca las exhibió.
Mientras tanto, American School Wacht informó en mayo que al menos 13 integrantes del Ejército de México entrenados en la Escuela de las Américas de Estados Unidos tienen papel destacado en zonas conflictivas de Chiapas.
El documento señala que los militares recibieron formación especializada en materia de contrainsurgencia, operaciones en la selva, contrainteligencia, guerra revolucionaria, ideología comunista y terrorismo.
Algunos de esos militares han sido señalados como sospechosos de violar los derechos humanos y de cometer u ordenar asesinatos en la zona de conflicto, apuntó la organización estadounidense dedicada a monitorear la actividad de la Escuela de las Américas.
Fundada en 1946, la Escuela de las Américas dio entrenamiento a más de 60.000 militares de América Latina, algunos de los cuales han tenido destacada participación política como dictadores o han sido acusados de violar los derechos humanos.
Actualmente, 24 militares mexicanos trabajan como instructores en la polémica escuela.
La organización Latin America Working Group informó a mediados de julio que los militares mexicanos son los que más entrenamiento recibieron de Estados Unidos en 1996 y 1997 en relación con el resto de los países de América Latina.
En la formación de los militares de México, el gobierno de Estados Unidos habría invertido los dos últimos años más de 24 millones de dólares, aseguró la organización.
De esos cursos, las Fuerzas Armadas mexicanas habrían tomado la estrategia que ahora aplican en el estado de Chiapas y que organizaciones de derechos humanos describen como una "guerra de baja intensidad". (FIN/IPS/dc/mj/ip/98