Francia volvió a advertir esta semana que la liberalización del comercio y la globalización económica tienen un límite claro, casi sacrosanto: la agricultura.
Francia, y con ella Alemania, Austria y Bélgica, se opone a abrir el mercado de la Unión Europea (UE) a los cereales, la carne vacuna y el azúcar del Mercosur (Mercado Común del Sur) y podría imponer su veto.
Se anuncia entonces un intenso debate en la UE, ya que, pese a toda objeción, la ejecutiva Comisión Europea resolvió recomendar al Consejo de Ministros del bloque de 15 miembros poner en marcha las negociaciones de libre comercio con el Mercosur y Chile.
La UE también comunicó al Mercosur que desea postergar hasta el 2005 la entrada en vigor del ya firmado acuerdo marco para la liberalización del intercambio bilateral, que servirá de guía a la negociación sustancial y debe aplicarse a partir del 2000.
Los gobernantes franceses, actuales y anteriores, se han resistido a abandonar el proteccionismo agrícola, pues lo que defienden no es solamente un sector de actividad, según arguyen, sino a su población campesina.
En último término, la eliminación de las subvenciones y el levantamiento de las barreras que protegen la agricultura de la UE causarían el fin de comunidades rurales y de las tradiciones que esos grupos humanos conservan y simbolizan, han advertido los franceses.
"Es como si ustedes se enfrentaran a una decisión que pudiera acabar con los gauchos", llegó a decir hace algunos años en Buenos Aires un ministro del gobierno francés.
El Mercosur y Chile respondieron que no aceptarán la negociación con la UE si determinados productos son excluidos ya antes de que las partes se sienten a conversar de comercio.
Los presidentes Carlos Menem, de Argentina, Fernando Henrique Cardoso, de Brasil, Eduardo Frei, de Chile, Juan Carlos Wasmosy, de Paraguay, y Julio María Sanguinetti, de Uruguay, aseguraron este viernes en la ciudad argentina de Ushuaia que no habrá negociaciones si no es considerado el sector agrícola.
Así mismo, el previsto pacto de comercio debe propender a la eliminación de los subsidios, afirmaron los presidentes, al clausurar la XIV Cumbre del Mercosur.
"No tiene ningún sentido" continuar las negociaciones bilaterales si la UE no está dispuesta a reexaminar su proteccionismo agrícola, había dicho ya Sanguinetti el miércoles en Madrid, donde cumplió una visita oficial.
Peligra el acuerdo entre el Mercosur y la UE, declaró el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias, en la Cumbre Económica del Mercosur, celebrada el martes y el miércoles en Buenos Aires a iniciativa del Foro Económico Mundial.
Por su parte, el vicepresidente de la Oganización Mundial de Comercio, Jesús Seade, calificó de "inaceptable" la pretensión de la UE de apartar un sector de tanta importancia de las negociaciones con el Mercosur.
Sanguinetti destacó que la Política Agrícola Común de la UE tiene un costo anual de 250.000 millones de dólares. Se trata de los subsidios asignados al sector, que también está protegido por aranceles y medidas paraarancelarias.
Así mismo, el mandatario uruguayo señaló al presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, que "todavía hay muchas restricciones" al comercio de productos agropecuarios.
Sanguinetti visitó el jueves a Clinton en Washington, y en esa ocasión, la materia del diálogo fue el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), el proyecto que los países del hemisferio encaran para el 2005.
Al respecto, destacó que, para Uruguay y el Mercosur, es imprescindible que el tema agrícola sea asunto prioritario en las negociaciones del ALCA.
Las cosechas obtenidas por Estados Unidos y la UE a base de subvenciones y protección aduanera y sanitaria presenta grandes excedentes, que debe venderse al exterior, a precio de dumping (competencia desleal).
O sea, a pérdida, y con el consiguiente perjuicio para otros países exportadores de carne, cereales y productos agroindustriales.
La apertura de la aduana agrícola representaría para la UE un gasto adicional entre 6.000 y 15.000 millones de dólares por año, en compensaciones a sus productores, según un estudio presentado en Bruselas por el comisario de Agricultura, Franz Fischler.
El Mercosur "tiene un enorme potencial en materia de producción de alimentos", que no se ha desarrollado plenamente "por falta de mercados", se observó en el estudio.
"Sólo siete por ciento de la superficie" del Mercosur y Chile se destina a la producción agropecuaria, frente a 30 por ciento en la UE, se agregó.
Además, la UE dispone de 85 millones de cabezas de ganado, frente a 240 millones en el Mercosur, cuyo costo de producción es "aproximadamente la mitad" que en la comunidad europea.
Los países sudamericanos también presentan clara ventaja competitiva sobre la UE en producción de azúcar, arroz y maíz, consignó la fuente.
El desarme arancelario y la reducción de subidios de la UE determinarían una drástica reasignación de recursos, no sólo en el espacio comunitario, sino a escala mundial, predijeron varios economistas.
En efecto, en esa eventualidad, las inversiones en la agricultura competitiva del Mercosur y de otras áreas del mundo se multiplicarían, atraídas por la perspectiva cierta de un rápido aumento de exportaciones e incluso de precios.
Menem destacó el carácter "trascendental" de la negociación con la UE. Argentina, la potencia agrícola del Mercosur, aumentó 84 por ciento su producción de granos desde la campaña 1989-1990 hasta 1997-1998, cuando logró una cosecha de 65,4 millones de toneladas.
Ese dinamismo se traslada a las industrias vinculadas con la agricultura, señaló el diario Clarín.
. En efecto, la producción argentina de agroquímicos creció 131 por ciento en el cuatrienio 1994-1997, mientras la fabricación de cosechadoras se incrementó 240 por ciento y la de tractores, 60 por ciento, de acuerdo con información oficial citada por Clarín.
Así mismo, la inversión en sectores industriales de Argentina relacionados con el campo llegó entre enero y mayo de este año a 1.600 millones de dólares, destacó el Centro de Estudios para la Producción. (FIN/IPS/ff/if ip/98