El primer ministro de Japón, Ryutaro Hashimoto, renunció hoy tras la derrota de su Partido Liberal Democrático en las elecciones parlamentarias del domingo, cuyo resultado es la respuesta popular a la actitud del gobierno ante la crisis económica.
"Asumo la responsabilidad por la derrota, basada en la mala situación económica del país", dijo Hashimoto al anunciar su dimisión como jefe del PLD, puesto que garantiza la jefatura de gobierno.
EL PLD sólo obtuvo 44 escaños en las elecciones de la cámara alta del domingo, muy por debajo de los 61 que tenía, pero permanecerá en el poder. Los comicios parciales cubrieron sólo la mitad de los 252 escaños de la cámara.
Los resultados sacudieron los cimientos de los políticos conservadores de Japón, pero dejaron satisfechos a muchos votantes que buscaban reformas. Unos 58 millones de japoneses, más del 60 por ciento del electorado, concurrieron a las urnas.
"Puedo decir con orgullo que voté contra el PLD. Deben recibir una lección, y creo que lo logramos", dijo Ryo Takahashi, de 46 años, vendedor de una empresa de cosméticos.
La moneda japonesa, el yen, y los precios de las acciones de Japón cayeron en la mañana de este lunes, en reacción a la derrota del PDL, pero se recuperaron tras el anuncio de dimisión de Hashimoto, horas despúes.
La renuncia de Hashimoto y la turbia situación política generada es otro de los frutos de la crisis económica asiática. Un analista financiero dijo que la derrota fue un resultado directo de la incapacidad del gobierno para detener la caída económica.
Algunos observadores trazaron un paralelo entre la renuncia de Hashimoto y la del ex dictador de Indonesia Alí Suharto. La derrota del PLD, afirman, demostró que Japón, aunque no en el mismo barco que otros países en crisis de la región, no es inmune a respuestas populares similares.
"Los votantes japoneses reaccionan como otros pueblos asiáticos. Aunque la situación en Japón no es tan dramática como en Indonesia o Tailandia, donde líderes ineficientes fueron volteados por alzamientos populares, es posible decir que lo que vemos es el resultado de la crisis económica asiática", explicó Yoshiaki Kobayashi, de la Universidad Keio.
Japón está ahora en medio del proceso de elegir otro líder que emprenda importantes reformas que respalden la exhortación pública a un nuevo comienzo.
"La gente rechaza el viejo sistema. El PDL desarrolló el sistema de un gobierno burocrático. Pero lo que se necesita son políticas como menores impuestos y presupuestos que no sólo respalden a poderosos grupos empresariales, y mejoren la seguridad social, la transparecncia y la igualdad", explicó Kobayashi.
El PDL había buscado votos en base a un paquete de estímulo y el nuevo "puente bancario", creado con dinero del Estado para aliviar préstamos incobrables.
Pero la gente está cansada de ver que sus impuestos son utilizados una vez más para rehabilitar poderosos conglomerados empresariales, cuyos gerentes no son castigados por mala gestión.
Hashimoto prometió que habría un nuevo líder antes de fin de mes. La decisión es considerada crítica tras el último resultado electoral.
El PDL continúa siendo fuerte en la poderosa cámara baja, pero si el nuevo líder electo pertenece a las facciones tradicionales, será difícil demostrar que la reforma es un proceso sencillo en Japón, indicaron analistas.
Los postulantes son Seiroku Kajiyama, de 71 años, quien tiene fuertes lazos con la facción de derecha Nakasone, y el actual ministro de Relaciones Exteriores, Keizo Obuchi, quien emerge como el candidato más prometedor por su popularidad entre las facciones del PDL.
Los diarios japoneses hicieron un llamado a elecciones generales, pero analistas descartaron la posiblidad, mientras el PLD tiene conciencia de otra posible derrota.
El diario Asahi Shinbun sostuvo que el próximo primer ministro deberá disolver la Cámara de Representantes para una elección general anticipada en cuanto sea posible, ya que la derrota del PDL fue "suficientemente grande para conducir a un cambio de gobierno".
La humillante derrota, sin embargo, podría forzar al PDL a ofrecer reducciones permanentes de los impuestos y nuevas medidas gubernamentales para impulsar una economía que sucumbe en su peor crisis de la posguerra.
El PDl podría entrar en coalición con otros partidos pequeños, pero mientras intenta recomponerse y hacer frente a la situación, las perspectivas de corto plazo de Japón no parecen buenas.
La inestabilidad económica enlentecerá las decisiones del gobierno, e incluso podría dejar en un segundo plano reformas económicas urgentes.
Poderosos empresarios japoneses urgen a partidos de oposición a cooperar, destacando que es imperativo encarar el creciente desempleo y estabilizar el sistema financiero.
Una recesión prolongada es mala para Japón, e igualmente desastrosa para Asia, dependiente del mercado japonés de exportaciones y fondos de inversión. (FIN/IPS/tra-en/sk/ral/lp/ip if/98