El plan de Israel de extender los límites de Jerusalén hasta dos asentamientos judíos de Cisjordania representa otro clavo en el ataúd del moribundo proceso de paz, en opinión de los palestinos.
El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Yasser Arafat, dirigió el miércoles palabras muy duras al gobierno israelí y se refirió al plan de ampliar algunos poderes municipales a los asentamientos como una "batalla de vida o muerte por la ciudad".
"No habrá paz, ni seguridad, ni estabilidad sin el retorno de una Jerusalén liberada, la capital eterna del estado palestino, les guste o no", declaró Arafat.
La ANP pretende que la mitad oriental de Jerusalén, donde residen 180.000 palestinos, se convierta en la capital de una Palestina independiente.
"A los dirigentes palestinos se les agotó la paciencia y a nuestra gente se le agotó la paciencia. Lo que nos queda es defender a Jerusalén como podamos", advirtió Arafat.
La opinión pública palestina parece haber renunciado a la paz. Una encuesta del Centro de Investigaciones y Estudios Palestinos, una respetada institución de Cisjordania, reveló que la mitad de los palestinos apoyan el empleo de la violencia contra Israel.
En septiembre, sólo la tercera parte opinaba de la misma manera.
El cambio, según los analistas, se debe a la creciente frustración que sienten los palestinos por el estancado proceso de paz. La comunidad palestina espera desde hace meses que Israel repliegue sus soldados de hasta 15 por ciento del territorio de Cisjordania.
Cada semana, el gobierno israelí insinúa que el retiro es inminente, sólo para dar marcha atrás. La próxima fecha estimada para el repliegue es a fin de mes.
Paradójicamente, 68 por ciento de los palestinos aún respaldan el proceso de paz, quizá porque creen que éste conducirá a la declaración de independencia el 5 de mayo de 1999, luego del vencimiento del acuerdo de paz interino con Israel.
El plan para extender las fronteras de la ciudad, revelado por el primer ministro israelí Binyamin Netanyahu el mes pasado, provocó la censura de las capitales del mundo árabe y de Europa.
Un portavoz del Departamento de Estado de Estados Unidos calificó la medida de "provocativa". Tres días después, el gabinete de Israel votó a favor de la ampliación.
Arafat, bajo creciente presión del público, pidió a la Liga Arabe y al Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas que discutan el plan de Israel.
Según la prensa israelí, Estados Unidos y Gran Bretaña intentan impedir una resolución de condena a Israel, con el fin de evitar el uso del poder de veto de Washington y Londres en el Consejo de Seguridad.
Arafat, visiblemente turbado, dedicó el lunes a analizar los mapas del plan de expansión israelí en Cisjordania, al que luego calificó de "cancerígena política de asentamiento".
Algunos dirigentes palestinos, entre ellos Hatem Abdel Qader, miembro del concejo municipal de Jerusalén, pidieron a Arafat que adopte medidas concretas para frustrar los planes de Israel, entre ellas la creación de un concejo municipal árabe.
Los mapas muestran el plan para extender las fronteras de Jerusalén al oeste y el sur, aún en Israel, para anexar varios barrios residenciales. Esa parte del plan se conoce hace semanas y la mayoría de los residentes de esos barrios se oponen porque tendrían que pagar más impuestos sin grandes beneficios.
Luego, Netanyahu dejó caer la noticia bomba: el municipio se extenderá hasta Maale Adumin, un asentamiento judío de 23.000 habitantes, siete kilómetros al este de Jerusalén, y hasta Givat Zeev, con 9.000 residentes judíos, al norte de la ciudad.
Ambos asentamientos se encuentran en Cisjordania, dentro de los límites del "gran Jerusalén", como lo llaman los políticos israelíes.
El municipio extendido otorgaría al alcalde de Jerusalén Ehud Olmert el control de la construcción y la planificación de los dos asentamientos, entre otras cosas.
El proyecto también incluye la construcción de un túnel entre Maale Adumim y Jerusalén, y una autopista que circunvalaría el este de la ciudad.
Netanyahu defendió el plan como una forma de "fortalecer la mayoría judía de Jerusalén". Es la mejor manera de "fortificar y mantener nuestro dominio" en la ciudad, a la que Israel considera su capital "eterna e indivisible", añadió.
El plan no contradice los acuerdos de paz firmados con la ANP, sostuvo Netanyahu. Pero los palestinos rechazan la idea porque, aseguran, es una anexión de hecho de Cisjordania que contradice claramente los acuerdos de paz.
Los acuerdos prohíben todo cambio en el estatuto del territorio de Cisjordania o Gaza y expresamente aplazan las negociaciones sobre los asentamientos y el estatuto de Jerusalén hasta llegar a un acuerdo definitivo.
"Para los palestinos el plan es ilegal", expresó Ghassan Jatib, comentarista político palestino y director del Centro de Medios de Comunicación de Jerusalén.
El plan "se opone al derecho internacional y las resoluciones del Consejo de Seguridad. Y contradice al proceso de paz, que prohíbe tomar medidas unilaterales correspondientes a las negociaciones de un acuerdo de paz definitivo", aseguró.
Por lo tanto, los palestinos lo consideran como una "provocación que agriará aun más el ambiente y socavará la confianza, lo que no ayuda mucho a recomenzar las negociaciones de paz", señaló Jatib. (FIN/IPS/tra-en/dho/mom/rj/aq-ml/ip/98