La prueba de un misil de mediano alcance por parte de Irán en la zona septentrional del país provocó la reacción adversa de Estados Unidos e Israel.
Un alto funcionario de Washington dijo a la prensa que el misil iraní podría alterar el equilibrio político y militar del poder en Medio Oriente.
El ministro israelí de Defensa, Yitzhak Mordechai, declaró que el vuelo de prueba del misil, detectado el miércoles por satélites espías estadounidenses, representa una grave amenaza para la región y para Israel en especial.
Aunque tanto Estados Unidos como Israel habían previsto el ensayo, el mismo se realizó un año antes de lo esperado. Pero la reacción de ambos países parece exagerada, producto de una interpretación que pasa por alto la historia reciente y el poder militar de otros estados, como Arabia Saudita, Pakistán e Israel.
La opinión general es que Iran llevó a cabo el proyecto con la asistencia de Corea del Norte, China y Rusia. El misil, llamado Shehab III (Llama III), es una adaptación del norcoreano Nodong, con 1.000 kilómetros de alcance. Se puede lanzar desde un vehículo terrestre y por tanto, es difícil de rastrear y destruir.
El Departamento de Defensa de Estados Unidos asegura que Corea del Norte probó el Nodong sólo una vez, aunque ya desplegó varias baterías.
Al parecer, Irán amplió el alcance del Nodong a 1.400 kilómetros, quizá con la ayuda de Beijing y Moscú, con los que mantiene buenas relaciones desde hace años.
Este mes, una comisión del Congreso de Washington concluyó que Irán, junto con Corea del Norte e Iraq, podrían fabricar misiles de largo alcance antes de lo estimado por los servicios de inteligencia estadounidenses.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) considera improbable que Irán pueda desplegar un misil de largo alcance antes del 2010.
La comisión dio crédito a la posibilidad de la asistencia técnica de China y Rusia. Esta semana, el jefe de los servicios de seguridad rusos, Nikolai Kovalev, reveló que un empleado de la embajada iraní fue detenido por intentar adquirir, en noviembre de 1997, planos de motores misilísticos a un ciudadano ruso.
Así mismo, un agregado militar iraní fue expulsado de Rusia en junio de 1997 por intentar conseguir documentos de tecnología aeroespacial rusa.
Los misiles de mediano alcance son los que vuelan entre 1.000 y 3.000 kilómetros, y le permitirían a Irán atacar objetivos en la península arábiga e Israel, y en la mayor parte de Turquía.
Turquía también tiene motivos de preocupación porque está forjando fuertes lazos militares con Israel, pero es probable que su pertenencia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte impida un ataque iraní.
A diferencia de Israel, Irán no cuenta con aviones bombarderos de largo alcance. Ya en 1981, aviones de guerra israelíes inutilizaron un centro nuclear en construcción en Iraq, cerca de Bagdad. En la actualidad, Israel y Arabia Saudita están equipados con escuadrones de jets estadounidenses F-16, de largo alcance.
Sin esta capacidad bélica, Irán fabricó un misil de mediano alcance para sustituirla. El misil balístico puede transportar un explosivo convencional o un agente químico o biológico. Analistas de Israel y Estados Unidos aseguran que Teherán armará al Shehab III con una ojiva no convencional.
Pero durante la guerra contra Iraq (1980-88), Irán fue víctima de ataques químicos arrojados sobre los soldados y la población civil por misiles y bombarderos iraquíes. Miles de iraníes murieron y unos 50.000 sobrevivientes aún sufren las consecuencias.
En 1987, Irán habría respondido con un ataque similar. Pero luego el ex líder supremo, el ayatola Ruhollah Jomeini, dictaminó que el uso de las armas químicas atenta contra la religión islámica porque estas no discriminan entre combatientes y no combatientes.
Irán habría cesado el uso de las armas químicas, aunque Iraq continuó empleándolas. Estados Unidos e Israel también aseguran que el misil iraní de mediano alcance alterará el equilibrio militar y político de Medio Oriente, en su perjuicio.
Este argumento desconoce el hecho de que la prueba de un arma no equivale a fabricarla en forma masiva. Pasa mucho tiempo entre el vuelo de prueba de un misil y la producción en masa, seguida de su emplazamiento. Así mismo, a diferencia de Irán, la defensa de Israel cuenta con sistemas antimisiles.
Israel es la única potencia nuclear de la región y tiene misiles que podrían alcanzar a cualquier país de Medio Oriente. La inestabilidad de la zona hacía meses que se estaba agudizando antes de la prueba del miércoles, al menos desde que Binyamin Netanyahu fue electo primer ministro israelí en 1996.
No es de sorprender que Netanyahu prefiera hablar sobre las pruebas misilísticas de Irán en lugar de negociar la paz con la Autoridad Nacional Palestina o con Siria, cuyos procesos de paz con Israel están estancados.
Finalmente, Irán se encuentra en una región donde abundan los misiles. En abril, Pakistán probó su propia versión del Nodong norcoreano, el Ghauri, con un alcance de 1.400 kilómetros.
Por tanto, es una ingenuidad creer que Irán dejaría pasar la posibilidad de tener su propio misil balístico, como lo evidenciaron las distintas reacciones de Estados Unidos e Israel ante el ensayo del miércoles.
La prueba tuvo lugar mientras Washington procura mejorar las relaciones con Teherán, después de años de alejamiento iniciado en 1979, con la revolución islámica.
El mes pasado, la secretaria de Estado Madeleine Albright elogió los intentos de reforma nacional y acercamiento internacional realizados por el presidente iraní Mohammed Jatami.
El miércoles, el presidente estadounidense Bill Clinton dijo que la prueba del misil era una "fuente de preocupación", pero que no impediría el desarrollo de las relaciones con Irán.
Pero no es probable que las declaraciones de Clinton disuadan a Israel. En todo caso, la reacción israelí podría reforzar la determinación iraní de seguir adelante con su proyecto misilístico, hasta fabricar el Shehab IV, con un alcance de 2.000 kilómetros. (FIN/IPS/tra-en/rj/dh/aq/ip/98